La 'Decepción da Vinci'

Fui a ver al cine este lunes la versión cinematográfica de El Código Da Vinci que ha dirigido Ron Howard. He de decir que vengo bastante decepcionado. Creo que se ha creado en torno a esta película una espectación que no se corresponde ni con su contenido ni con su calidad cinematográfica, más bien floja. Sólo tengo que decir a su favor que no me ha parecido tan aburrida como me la esperaba, a la vista de las pésimas críticas que está recibiendo. El ritmo de la película es lento, pero tampoco me pareció pesado. No se me ocurre otra virtud que sacarle, lo siento. Ni siquiera la fotografía me ha convencido: con lo que se cuída hoy en día la fotografía en las películas, hasta en las más barateiras, no entiendo que en ésta, y especialmente con los paisajes y escenarios que tiene la película, la hayan descuidado así.

La sensación general que me ha quedado es la de haber visto una mezcla de cutrez, ignorancia, falta de talento y chapuza. Los personajes me han parecido muy vacíos; las interpretaciones, más bien pobres (algo especialmente incomprensible tratándose de actores de la talla de los que figuran en el reparto, empezando por el propio Tom Hanks); la trama, demasiado precipitada y forzada a la hora de explicar los misterios, enigmas y claves en los que se basa la historia, lo que a veces provocaba risas entre el público; a la historia, además, le falta verosimilitud: la Iglesia Católica, mala malísima, y el Opus Dei, peor peorcísimo. En fin, una película maniquea a más no poder, con una imagen primaria e infantil del mundo y de la historia, aunque en vista de los planteamientos gnósticos que se gasta el autor del libro, el estadounidense Dan Brown, no es de extrañar.

Prefiero no meterme ya en profundidades sobre los conocimientos históricos de este señor, que son -con perdón de quienes me lean- putapénicos. Llevo años estudiando la historia del Temple -la real, no la que cuentan J.J. Benítez y compañía-, y es la primera vez que veo una película en la que se menciona a los templarios sin dar ni un solo dato cierto sobre esta Orden. Ya es difícil, ¿eh? Pues eso es sólo una muestra de lo que es la película en general. Me ha dado la impresión de que el señor Brown no ha tocado un libro de historia en su vida y que todo esto lo ha escrito después de ver media docena de programas de Cuarto Milenio. En fin, lo digo en serio: esto es de pena.

Un detalle que me ha llamado la atención: toda la película se basa en supuestos secretos-secretísimos, en claves difíciles de descifrar (tan difíciles, que la facilidad con la que descifran la mayoría de las claves los protagonistas resulta más bien... chocante)... y sin embargo, las conversaciones telefónicas entre los miembros de ese "Cónclave de las sombras" (sobre asuntos muy serios y graves) están todas sin cifrar, sin clave alguna. Vamos, que una organización secreta se dedica a transmitirse las órdenes con la misma facilidad y transparencia con la que yo escribo en este blog. Caray, señor Brown, ¿cómo es que cuída usted tan poco los detalles? Toda la película es así -y me temo que el libro también-, llena de meteduras de pata garrafales e incluso de contradicciones. A uno le queda cara de idiota al verlas.

En resumidas cuentas: esperaría una película así de un director novel y de una productora de segunda que se hubieran propuesto rodar un telefilme de ésos que emiten en las sobremesas de la tele, o de relleno algunos fines de semana. Pero meter a Ron Howard y a Sony Pictures en este tinglado y tirarse en "esto" la millonada que se han tirado, en fin, que no lo entiendo. A Sony le convendría revisar quién es el que realiza sus estudios de mercado, sobre todo teniendo en cuenta que la película, en este primer fin de semana, ha recaudado en Estados Unidos siete millones de dólares menos que los que obtuvo en su estreno La Pasión de Cristo. En fin, que por lo que parece, no soy el único que ha salido decepcionado. Vaya una pifia de película.

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