¡Hasta siempre, Juan Carlos!


Acabo de saber que anteayer murió Juan Carlos Vázquez Viña, profesor de Química y excelente persona, sensible a los problemas sociales, de carácter afable y con una sonrisa siempre a mano. Su marcha deja un tremendo vacío en todos los que tuvimos la suerte de conocerle. Descansa en paz, Juan Carlos.

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Comentarios:

  1. Patroclo

    Solo los hombre grandes honran a sus profesores.
    Y en España mucho más.

    Aunque no lo conocí, permíteme que me sume a tus desos.
    DEP.

  2. No sabía que le conocieses, te hubiese avisado el miércoles por la mañana, cuando me enteré yo.
    Yo le conocí en el verano de 2006 cuando fui al Encuentro Mundial de las Familias en Valencia, y era un tipo que rebosaba alegría y ganas de hacer de todo.
    Tras una vida cristiana y dedicada a los demás, seguro que ahora estará mejor que nosotros, allá arriba.
    Le recordaré. DEP.

  3. Pues sí que le conocía, le vi en una conferencia de Galicia Bilingüe hace no mucho, ya no tenía pelo a causa de la quimioterapia. Era un tipo genial. Seguro que se ha ido derecho para el cielo, donde se van todas las buenas personas.

  4. Ricardo G.

    Ayer tuvo lugar en Vigo la misa de funeral por el eterno descando de Juan Carlos. Con una iglesia grande como la de Santiago de Vigo «a rebosar», fue emocionante comprobar como un hombre bueno, jovial, trabajador -y con una eterna sonrisa en su cara-, volvía a lograr una vez más congregra en torno a su figura a las más variopintas y dispares personalidaders, con el nexo común de su personalidad afable y cariñosa. En un mundo en el que nos quejamos de la mayor nimiedad como si de un tsunami se tratase, es para sacarse el sombrero ver semana tras semana acercarse la muerte al galope de tu enfermedad y continuar con esa sonrisa. Me lo encontré hace un par de meses en el Instituto Feiral de Vigo en un salón de arte y una vez más fue una delicia hablar y pasar un rato con él. Estas Navidades volvimos a coincidir en un centro comercial de Vigo y si cabe, su sonrisa se había garndado en su cara «a lo Youl Brinner» -como decía-, manteniendo su entusiasmo por comprar los regalos de Reyes para su familia. El día de su muerte, muchos recibimos un mensaje de un buen amigo de Juan comunicándonos la triste noticia y pidiéndonos que lo encomendásemos. Nada más leer el mensaje pensé que ahora es Juan Carlos quien nos encomienda a nosostros al lado de Dios.

  5. Me hubiera gustado mucho ir a su funeral, Ricardo, pero justamente vimos su esquela media hora después de empezar la Misa. Si en el colegio organizan un funeral por él, por favor, avisadme, que me gustaría mucho ir. Además, fue precisamente en el colegio donde más dejó su huella Juan Carlos. Cada vez que pienso en cómo estará Jarcas tras el fallecimiento, en fin… 🙄

  6. Por referencias, ya que se me cita -pues soy Jarcas-, os diré que tuve la ocasión de vivir el fallecimiento de Juan Carlos de primera mano, como suele decirse. Tengo contacto diario con el médico que le atendió hasta el último instante, y fue un impacto terrible cuando me comunicó, la misma tarde-noche en que falleció Juan Carlos, que se estaba muriendo. Sin embargo, nadie, ni el propio médico, presintió un final tan rápido a su vida.
    Sobre cómo «estará Jarcas», os puedo asegurar que no soy hombre de lágrima fácil, ni trato de exteriorizar mucho los sentimientos. Pero, tanto en la misa del día siguiente en el Colegio, como en la del funeral en Santiago de Vigo, fui incapaz de contener la emoción y brotaron, de manera espontánea, las lágrimas…
    Es muy poco, y mucho a la vez, lo vivido con Juan Carlos en Montecastelo: desde su afán por pedirme consejo sobre cómo llevar una clase, hasta los festivales en que hemos participado juntos con números de humor… Me remito a mi comentario en la web del Colegio: ¡qué a gusto se estaba con Juan Carlos! No es una frase bonita, es una realidad que hemos apreciado todos los que hemos estado con él.
    Este verano estuve en La Estila con él, cuando se encontraba «aquejado de una especie de pulmonía mal curada». Solía tener febrículas a diario, y apenas nadie percibió que se encontraba enfermo: desarrolló la vida con la normalidad de quien está sano. Sólo después de ese curso de formación en Santiago, conocimos la noticia de que se trataba de un cáncer. Su (aparente) inmutabilidad y su alegría sincera nos confortaban a todos los que le visitamos. Si no lo supiésemos, parecería que no estaba enfermo.
    Estos días me he preguntado muchas veces de dónde sacaba Juan Carlos esa afabilidad y dedicación a los demás. Creo que era un don natural que Dios le regaló, pero también fue una virtud que él engrandeció hasta límites difícilmente soportables para los que somos «más humanos». En definitiva, que su trato con Dios en la oración personal diaria, hizo que se moldease ese aspecto hasta que resultase una cualidad sumamente atractiva en su persona. Su vocación de servicio a los demás se hizo patente, de una manera extraordinariamente notoria, en este aspecto.
    Desde su ausencia, estoy huérfano. No soy el único. Por los comentarios que he recibido estos días, es un sentimiento común a todos los que le tratamos.
    Cuento con su ayuda desde el Cielo para ser mejor cada día. Y creo que nos escucha a sus amigos y conocidos con especial predilección. Descanse en paz.

  7. Es un placer y un honor leerte aquí, Jarcas.

    En fin, no se me ocurre que decirte. O bueno, sí: que tienes aquí el apoyo y de toda la familia, pues todos apreciábamos mucho a Juan Carlos y hemos sentido mucho la noticia de su muerte, así que comprendemos lo duro que habrá sido para ti esto.

    Vaya profesor que se han ganado los ángeles, quién fuera alumno ahí arriba.

    Un abrazo.

  8. FREIJANES

    Siento mucho su fallecimiento.Salí en el año 2001 del colegio y no estoy seguro de recordarlo.No me llegó a dar clase aunque la cara me resulta muy familiar…¿llevaría bigote por aquel entonces?
    Jarcas,me alegro de leerte y a la vez me entristezco por ser en una situación así.
    Un abrazo muy fuerte.
    Descanse en Paz.

  9. Sí, Freijanes, llevaba bigote. Es más, casi que se me hacía raro verle sin él.

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