ZP carga contra los empresarios porque no quieren pagar los despilfarros del gobierno

Zapatero es el campeón de Europa del paro, de destrucción de empleo y de endeudamiento público. Este incompetente se niega a aceptar la realidad y a renunciar a las recetas ideológicas con las que ha llevado a España a ser el peor país de la Unión Europea en lo que respecta a economía y trabajo. Inmune a las críticas y a la responsabilidad, a Zapatero le hacía falta un chivo expiatorio que pagase los platos que él ha roto y para ello ha señalado a los que crean riqueza y empleo: los empresarios. Poco le importa arruinar nuestra economía con tal de mantenerse en el poder y que sean otros los que paguen las facturas multimillonarias de sus cesiones a los nacionalistas y sus regalos a los bancos.

Es esto lo que lleva a Zapatero a cerrar de un portazo y en menos de 48 horas su paripé de "diálogo social" -una simple foto de propaganda que Zapatero buscaba a costa de los empresarios-, y a dictar con un decretazo el agravamiento de las causas que ya han llevado a más de 4 millones de españoles al paro: más gasto público y por tanto más impuestos, más dificultades para quienes crean riqueza y empleo y, en consecuencia, provocar una espantada de los inversores, lo que generará aún más paro.

En este sentido, resulta indignante ver a Zapatero arremetiendo contra los empresarios y volcando todo el peso del despilfarro y de la incompetencia del gobierno sobre quienes crean riqueza y empleo, demonizándolos y señalándolos con el dedo en un gesto digno de un régimen despótico como el de Hugo Chávez. Eso sí, quienes más perdemos con la prepotencia de Zapatero somos nosotros, los ciudadanos de a pie: parados, asalariados, autónomos y pequeños y medianos empresarios, pues vamos a tener que soportar más impuestos, más paro y más dificultades para llegar a fin de mes. Eso sí, Zapatero seguirá con su vida de lujo, ajeno al drama que viven millones de españoles, y creyéndose un líder iluminado cuyos caprichos no podemos discutir bajo pena de ser tachados de "antipatriotas".

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Comentarios:

  1. Galileo

    Un empresario extranjero conversando con Zapatero:

    E: Tengo 300 millones de euros para invertir en una nueva fábrica.

    ZP: Bien

    E: ¿Cómo es el impuesto de sociedades?

    ZP: «Muy bajito, el 35% de los beneficios tan sólo.

    E: Pensaba instalarme en Galicia

    ZP: Se dice Galiza, tienes que rotular en gallego, contratar empleados que sepan gallego, y si vendes a Cataluña tendrás que rotular en catalán y lo mismo en Vasconia con el vascuence.Somos plurales y diversos.

    E: ¿pero no sois una nación con español?

    ZP: Bueno, nación es un concepto discutido y discutible.

    E:Ultimamente he visto huelgas en el sector del metal, y algún atentado terrorista.

    ZP: Todo eso es poca cosa, y se solucionará. No creo que degenere como en el País Vasco.

    E: ¿Y qué pasa en el país Vasco?

    ZP: Nada, un pequeño grupo de radicales lleva 50 años de terrorismo, y a los empresarios les cobran un impuesto revolucionario.

    E: ¿Y las cotizaciones sociales?

    ZP: El empresario por cada trabajador paga un 33% de seguros sociales, no es mucho.

    E: Bueno, pero al menos los salarios los negociaré directamente.

    ZP: de eso nada, hay que cumplir el convenio colectivo, salario mínimo y patatín patatán. En resumen un salario medio de mil doscientos euros netos más los impuestos y nseguros, no lo olvides.

    E: Pues en Polonia el salario medio es de 300 euros, más o menos lo mismo que en Chequia, en Portugal 450 euros y mucho menos en China, por ejemplo.

    ZP: Ya , pero Spain is different, ya sabes.

    E: Todas las ciudades y pueblos están en obras, será por lo bien que os va la economía y el excedente presupuestario; felicidades.

    ZP: Bueno, es el plan E para paliar temporalmente el paro y lo financiamos endeudando a todos los españoles presentes y futuros.

    E: He leído en los periódicos fusiones de cajas y bancos, síntoma de lograr mayor escala y competitividad.

    ZP: Si no se fusionan las cajas y les inyectamos dinero público quiebran, porque hemos generado una burbuja inmobiliaria del copón y ha estallado, pero tranquilo, esto pasa rápido y tenemos un sistema financiero modélico.

    E: Afortunadamente España es un país católico, de profundos valores tradicionales, abnegación y sacrificio lo cual redundará en trabajadores más responsables, laboriosos y ejemplares.

    ZP: Bueno, ahora somos progresistas y tendrá una plantilla feliz, con trabajadores cuyos hijos acuden al botellón a pillarse tremendos pedos o incluso ellos mismos si están en edad.

    E: Al menos tendrán buena formación.

    ZP: Sí, no tenemos ninguna universidad entre las doscientas mejores del mundo, y en el informe PISA sobre la calidad educativa de los escolares estamos al nivel de Burundi, pero los hay peores ¡eh?, los hay peores.

    E: ¿Y las bajas por maternidad?

    ZP: En eso somos los mejores del mundo, porque hemos conseguido que las españolas no se queden embarazadas y España sea el país que más envejece del mundo (tendrás que pagar más impuestos en pensiones). Y sí alguna de tus trabajadoras npor error queda embarazada, que aborte que es lo moderno.

    E: Muchas gracias, mañana mismo invierto en España.

  2. Ferhergón

    Yo también despotrico en la misma línea.
    Esto es el preludio del fin.
    http://ferhergon.blogspot.com/2009/07/eso-machacar-los-empresarios.html

  3. ¡Caray!, Galileo, lo has clavado. ¡Qué bueno! Has descrito con cuatro pinceladas la triste situación de España y el personaje que nos preside. Zapatero se da un aire al tipo imbécil que es (aunque para la politiquilla de andar por casa y mantenerse en el poder, es listo el tío).

    En cuanto a la entrada… Bueno, bueno…, yo soy anti-Zapatero total, pero para ser justos, él no tiene toda la culpa. Toda, toda…, no. En realidad tuvimos 4 añitos de ZP en los que demostró de qué era capaz. Si sigue ahí, haciendo las cosas que hace (como la que se trata en la entrada de hoy), es porque a una mayoría de españoles les ha dado la santa gana y porque la oposición se ha quedado muy a gustito y calentita en su poltrona esperando a ver si ZP se cae solo.

    Saludos.

    S. Cid

  4. Pablo el herrero

    Estupenda tu ironía Galileo, Sólo que, si yo fuera extranjero, al final y a diferencia de cómo tú afirmas en tu escrito, yo no invertiría en España. De hecho, es lo que está sucediendo. El tema de las lenguas vernáculas, si bien afecta algo al deterioro del sistema económico, no es ni con mucho lo más importante (en todo caso afecta al empobrecimiento del capital humano de esas zonas, pues van los ejecutivos a trabajar a ellas, pero no sus hijos con ellos para educarse en dichas autonomías).

    Lo más grave es que nuestra suicida constitución hace ya décadas que ha roto la unidad de mercado… y eso para un empresario extranjero (no para un inversor extranjero) es lo que le hace huir de nuestro país, pues no está dispuesto a tragar diecisiete reglamentaciones.

    En España las inversiones extranjeras se hacen fundamentalmente a través de la bolsa y moneda electrónica, pero no a través de inversiones en economía real. Si entiendes de economía, sabes lo que ello significa. En pocas palabras, en España invierten los más grandes especuladores del mundo, y que como bien tú sabes, al hacerlo a través de las bolsas mundiales y moneda electrónica, realmente su dinero no necesita salir de sus paraísos fiscales, ni está bajo las leyes financieras de ningún estado (justamente a éstos especuladores, la izquierda, este gobiernos y zp, les tienen un alto respeto).

    En España esos son los que invierten, no los mejores emprendedores y empresarios del mundo. A estos últimos, nuestra estructura política, los sindicatos y zp los ahuyenta, ya que con sus leyes vía impuestos les roba legalmente la riqueza que en economía real se genera en España. Y estos empresarios en su mayoría son pymes de nacionalidad española. Ellos son los grandes generadores de riqueza real (creación de empleo) en España. Justo a los que ahora la perversa política de este iluminado quiere tachar de culpables.

    …pero no le echemos toda la culpa a este iluminado perverso de zp, su gobierno, su partido, su ideología y los correspondientes sindicatos, que viven subvencionados a consta de todos nosotros y cada vez representado a menos obreros; lo que está sucediendo es porque en España no existe oposición ideológica. Nunca existió, ni siquiera con Aznar.

    Pablo el herrero

  5. Juer Galileo, muy buena conversación… le falta algo de música de fondo, te sugiero una viola de gamba y como es zapatero (en sonido THX super Surround).

    A zapatero se le ha olvidado que son los empresarios los que crean puestos de trabajo. SI, él solo quiere funcionarios.

  6. PARA ELENTIR no estoy seguro de si te he enviado otro comentario sin terminar… ahora te mando el bueno.

    BORRAR!!!!!!!!!!

  7. Juer Galileo, muy bueno… le falta algo de música de fondo (la de una viola de gamba que se escuche normal para el dialogo del empresario y en THX Dolby SURROUND en los dialogos de zapatero).

    Que razón llevas!
    Se piensa que todos en este país somos como la Rue del percebe.
    Haber cuando se da cuenta (poco probable) de que los empresarios son los que crean puestos de trabajo, no él. El solo crea funcionarios de 420 euros.

    Un abrazo

  8. Galileo

    ¿Y cómo finaliza la historia?

    Al día siguiente acude el empresario extranjero a ultimar los pormenores con la ministra de economía Salgado.

    S: Me ha dicho ZP que estás interesado en crear una fábrica con 300 millones de euros.

    E: Sí

    S: Ya sabes que por constituir una sociedad hay que pagar el 1% de impuesto de operaciones societarias, más al asesor y notario. Más o menos unos tres millones de euros en tu caso.

    E: ¿Tres millones?

    S: Sí, es la ley. Con ese dinero financiamos escuelas, sanidad, el desempleo.

    E: Qué bien, parece muy social. ¿Tenéis un moderno sistema de prestaciones por desempleo, o sea, pagais a los parados?

    S: Efectivamente, no podemos dejar a nadie en la estacada y si un empleado pierde su puesto se le financia.

    E: OK, en ese caso estoy dispuesto a pagar el impuesto de constitución, ya que si hay prestaciones por desempleo el empresario no deberá pagar costosas indemnizaciones pues es el estado quien asume esa misión.

    S: No es correctamente así, paro sí e indemnización también.

    E:¿También? Entonces será poca cosa.

    S: Lo que se dice poca cosa… 45 días de indemnización por año trabajado. Es decir, aquí no se permite la explotación, al obrero se le pagan las vacaciones de un mes, los impuestos para el desempleo y además la indemnización. Dos meses y medio de salario sin producir al año (mes de vacaciones más mes y medio de indemnización que se pagará a la rescisión). A eso debes sumar los fines de semana libres, más las huelgas, más las bajas laborales que aquí pueden ser incluso por motivos psiclógicos, más los días festivos nacionales y los autonómicos y locales. Cuando inviertas en España será como unas vacaciones durante todo el año, gracias a ello no te estresarás, ¿Buena idea verdad?

    E: Síiiii, muy buena.

  9. Muy bueno, Galileo. 😉

    Desde luego, se nos avecina una situación muy dura. Lejos de rectificar, Zapatero va a empeorar mucho más la ya extrema gravedad de la crisis en España. Cuando este tío abandone el poder, no va a haber nadie capaz de levantar esto. Este desgraciado está hundiéndonos para varias generaciones.

  10. ¡Genial Galileo!

    Un saludo Elentir.

  11. Por cierto, os recomiendo leer esta noticia:

    http://www.hazteoir.org/node/22685

    Zapatero empieza a demostrar actitudes propias no ya sólo de un déspota, sino también de un desequilibrado.

  12. Randall

    Hombre, es que está mal acostumbrado y cuando le llevan la contraria le sienta fatal. Ja ja ja. XD

  13. Juana de Arco

    Lo próximo, el «corralito». ¿Alguien lo duda?

    Y los sindicalistas huirán con los bolsillos llenos del dinero de los obreros, al extranjero a vivir la vida.

  14. Este está ya inmerso en una espiral de demagogia de la que le es imposible salir. Ya es todo un peronista, sólo le falta salir al balcón de la Moncloa a decir: «¡¡Yo no abandono a mis desarrapados!!».

    Como la cosa se ponga más fea aún, este se pone con la pancarta al frente de la manifestación de los sindicatos y ordena ocupar las fábricas e implantar el soviet. Es, desde luego, lo único que le falta.

  15. Juan Español Español

    Galileo, simplemente genial.

    Es el fiel retrato de nuestra economía, nuestra sociedad y nuestra clase política.

    De ahí que yo me apunto a su destrucción para empezar de nuevo, esta vez de verdad, para que se eleminen los parásitos en todas las capas sociales.

  16. Juan Español Español

    Escrito por Emilio Campmany:

    «Zapatero
    El tío perretas
    Emilio Campmany
    Díaz Ferrán ha conseguido lo que ningún popular, sacar al presidente de sus casillas y que éste nos muestre su verdadero rostro: irascible cuando no impone su criterio, colérico cuando se le lleva la contraria.
    Válgame Dios, qué disgusto se ha llevado Zapatero de ver que Díaz Ferrán no le baila el agua a sus sindicatos; un disgusto más grande que una bola de queso. Él, que se las prometía tan felices, que estaba convencido de que el empresario le pagaría con la foto del diálogo social los muchos favores prestados a sus negocios en Argentina. Además, donde ha mordido el polvo no ha sido en el campo financiero o jurídico, sino en el social, allí donde cree ser el más esforzado paladín. Pero allí fue donde le dio Ferrán, que acertó a salir airoso de la emboscada en forma de cena que le tendieron en La Moncloa. Dijo que no firmaba y no firmó, ea.
    ¡Cómo se puso el presidente, como si le hubieran mentado los muertos! Se cogió un berrinche de los de no te menees, una rabieta de aúpa, una perreta, como dicen en Canarias, de las de nunca más. ¿Qué fue del talante? ¿Qué fue del diálogo? ¿Qué fue de tanta tolerancia? La corajina debió de ser de órdago porque hizo que Zapatero cayera en el más grave error que cometer pueda un jefe de Gobierno, recordarle a los demás el cargo que ocupa. El chiste brota solo y Guillermo es el que lo ha interpretado mejor al dibujar a Zapatero diciendo «yo soy el presidente» y a los demás contestando: «¡No conseguimos olvidarlo!»
    Díaz Ferrán no es un tipo simpático y apenas representa a nadie, aunque no menos que Méndez y Toxo, pero en esto ha estado cumbre, que diría Arenas. Es gracioso porque se la ha jugado a Zapatero con sus mismas armas. A nuestro presidente le gusta exigir favores inmediatos a cambio de promesas futuras para, una vez obtenido el favor, incumplir las promesas. Ferrán consiguió que Zapatero le resolviera sus problemas en Argentina a cambio de un vago compromiso de apoyar la política del Gobierno. Y ahora, tras haber conseguido salir mal que bien de algunas de las trampas en las que se había enredado al otro lado del Atlántico, le dice al presidente que tararí que te vi, que él no firma un acuerdo que perjudica a la economía española, en general, y a él en particular. ZP ha resultado ser alguacil alguacilado.
    No haber podido hacerse la foto del diálogo social le enrabieta, pero que se la hayan metido doblada cuando era él quien creía que se saldría con la suya lo envenena hasta descomponerle. Lo que no ha conseguido Rajoy en años de debates parlamentarios, a pesar de las muchas veces que ha tenido a la razón de su parte, lo ha logrado Ferrán sabiendo decir «no» cuando había que decir «no». Bueno, sabiendo decir «no» tras haberle hecho creer a Zapatero que diría «sí» mientras éste le ayudaba a resolver sus problemas con los Kirchner.
    Díaz Ferrán no práctica el gesto amable ni la sonrisa, con lo que difícilmente podría hacer carrera en el nuevo PP, aunque Zapatero le acuse de jugar a defender los intereses de ese partido. Pero ha conseguido lo que ningún popular, sacar al presidente de sus casillas y que éste nos muestre su verdadero rostro: irascible cuando no impone su criterio, colérico cuando se le lleva la contraria, enfurruñado como un niño mal criado cuando las cosas no salen a su gusto y de mirada vidriosa cuando alguien demuestra ser algo más pillo que él. O sea, el tío perretas».

  17. Juan Español Español

    Escrito por Arturo Pérez Reverte. Se titula «ESA GENTUZA».

    «Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.

    Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.

    Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.

    De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos».

  18. Juan Español Español

    Escrito por Arturo Pérez Reverte, se titula ESA GENTUZA:

    «Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.

    Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.

    Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.

    De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos».

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