Miguel Delibes y el aborto

"El caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna «progresía». En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para estos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire." Estas palabras de Miguel Delibes, que cita Juan García Inza en su blog, formaban parte de un artículo publicado por primera vez en el diario Abc en el año 1986.

La Vicepresidenta Fernández de la Vega definió a Delibes como un hombre "de letras, humanista y comprometido". Me pregunto si con lo de comprometido se refiere a la causa del derecho a vivir, un derecho que el gobierno pisotea con una ley criminal que da licencia para matar a seres humanos inocentes e indefensos. Hay que recordar que a falta de argumentos racionales y científicos con los que apoyar esta reforma, el gobierno ha contestado con insultos a todos los que defendemos la vida sin excepciones por motivos de edad. Y entre nosotros, también a Miguel Delibes. Descanse en paz, don Miguel.

P.D.: por su interés reproduzco íntegro el artículo en cuestión, publicado por última vez en Abc el 20 de diciembre de 2007. Si bien lo considero mejorable en algún aspecto, deja clara la defensa de la vida por parte del escritor vallisoletano fallecido ayer (las negritas son mías):

ABORTO LIBRE Y PROGRESISMO

En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones en favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión. La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante, en este dilema, es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio.

La socióloga americana Priscilla Conn, en un interesante ensayo, considera el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea éste el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento en que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado. En lo concerniente a la libertad habrá que preguntarse en qué momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de qué libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin limitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero. Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él, pero, naturalmente, subordinándole al otro.

Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna “progresía”. En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para éstos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire. Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia. En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante. Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto, y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podía atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podía recurrir. Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado.

Miguel Delibes

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Comentarios:

  1. Descanse en paz tan grán caballero de las letras, no conocia su opinión sobre el aborto y me ha dejado impresionada la vigente actualidad de sus comentarios.
    Como todos los grandes seres humanos, resulta un adelantado a su época, y nunca mejor dicho por sus obras literarias, su pensamiento libre, sincero y acertado, lo conocereis.
    Deberiamos citarlo más a menudo, desde luego en mi memoria aunque no tuviera el placer de conocerle personálmente (aunque si que he leido bastantes obras y novelas suyas, que guardaré y conservaré como joyas literarias) y en la de muchos continuará presente como ejemplar referencia.

  2. Excelente entrada.

  3. Jandro

    Ésta es, a mi juicio, la parte floja del artículo:
    «el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea».
    Resulta científicamente pobre no reconocer que es un ser y dejarlo en un proyecto de ser. El resto del artículo, impecable. Descanse en paz Don Miguel.

  4. Pablo el herrero

    La Vicepresidenta Fernández de la Vega definió a Delibes como un hombre “de letras, humanista y comprometido”.

    La hipocresía feminista no tiene parangón, El fasciofeminismo aprueba una ley para asesinar a fetos, y su máxima representante va al entierro de un hombre que condena tales genocidios.

    Si Delibes es un humanista ella imposible que lo sea.

    Femninismo = Fascismo

    Pablo el herrero

  5. Coincido contigo, Jandro. De ahí lo que indico en la post data. De todas formas, el artículo en sí es un gesto de defensa de la vida que es de agradecer, aunque no sea perfecto.

  6. Luna

    Ciertamente, hay que reconocer que le faltaron algunas consideraciones científicas, pero las filosóficas son de lo más preciso e incontestable.
    Bastaría considerar al embrión con esos mínimos conocimientos, para darse cuenta de que su eliminación supone imposibilitar un futuro que le pertenece y que no se puede hacer sin agredir a todos los derechos inherentes a tal futuro.
    Aclaro que el aborto siempre supone matar, basándome en la definición de vida y muerte que usan los biólogos:
    -Vida: Estado de funcionamiento orgánico de los seres vivos.
    -Muerte: Cese del funcionamiento orgánico en modo irreversible (Ya que el reversible se considera coma).
    Cierto que en la primera definición, entra lo definido -lo que repele a un filólogo- pero es una definición de las más usadas en esta ciencia.
    Hay uha salvedad, que a Don Miguel se le pasó por alto: La frase «nosotras parimos, nosotras decidimos» supondrá una contradictio in termino de lo más notorio, cuando deciden no parir. La formulación correcta sería «Nosotras decidimos si parimos», pero ya se sabe que no tienen el cerebro tan poblado de neuronas, por lo que se les perdona esta estupidez. (Esta y solo esta.)

  7. Dijo Luís María Anson el otro día que el mejor artículo contra el aborto lo escribió Delibes, no es cierto. Ahí cosas muy buenas, pero en otras, flojea, lo deja claro Jandro.
    Por otra parte, la visión que este hombre tenía de la progresía se le quedó caduca.

    Lo de la ViceTeresa, pues otra repugnancia más de la casa.
    Un saludo Elentir que hacía tiempo que no paraba por aquí.

  8. El Tíol Bastón

    No hace falta que sea el aborto. También la eutanasia, o incluso la eliminación del física o psíquicamente deficiente, a quienes tolera sólo por corrección política. La progresía sólo defiende la vida en tanto que supone la capacidad de colocar a las personas en puestos sociales, exactamente igual que un mecánico defiende las piezas de un motor porque éste no podría funcionar sin ellas. Pero, en cuanto esa vida no ocupa un lugar socialmente emisor de algún producto material inmediato, como pueda ser dinero o trabajo, la deja tirada. Esto es así, e incontestable.

  9. Gracias, Elentir, por recordanos las palabras de Miguel Delibes, en defensa de la vida; en contra de los falsos progresistas potencialmente asesinos.

  10. José Jacinto Verde Colinas

    Descanse en paz este gran escritor y, por lo que he leído en el artículo, también buena persona que ha sido Miguel Delibes.

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