¿Pena de muerte no, matar a inocentes sí?

"Condenar a alguien a muerte es rechazarlo de la comunidad humana, es tratarlo como una no-persona, privarle de todo control sobre su propia persona". "Es el acto total de dominación, la humillación máxima" (Francisco Caamaño, Ministro de Justicia, el martes). "Dentro de un tiempo se leerá en los libros de historia que la justicia condenaba a algunos seres humanos a morir.... Se entenderá como un síntoma de barbarie" (Elena Valenciano, diputada del PSOE, el jueves en su blog). "El derecho a la vida, el valor de la vida es el principio fundamental de la concepción y del despliegue de los Derechos Humanos" (José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno, el jueves).

No, no os engaña la vista: son declaraciones de los que esta misma semana dijeron que el aborto "no supone acabar con una vida humana porque sobre el concepto de ser humano no existe una opinión unánime, una evidencia científica, ya que por vida humana nos referimos a un concepto complejo basado en ideas o creencias filosóficas, morales, sociales y, en definitiva, sometida a opiniones o preferencias personales". Una afirmación cínica, aberrante y que abre la puerta a todo tipo de agresiones al derecho a la vida: basta con cuestionar la condición humana de otros y obtener la mayoría necesaria para liquidarlos. Y lo mismo que se usa esa grosera mentira para legalizar el aborto, se puede usar también para legalizar la pena de muerte.

Relativizar la vida humana y condicionar su protección a lo que diga la mayoría es una inmensa barbaridad que amenazaba con estallarle al gobierno en las manos. Lo que no imaginaba yo es que veríamos ese estallido en un plazo tan corto, de sólo unas horas. Ahora van de campeones contra la pena de muerte, justo después de facilitar argumentos a los defensores de ese horrendo castigo. El gobierno de Zapatero y el partido que lo sostiene harían bien en aclararse, porque no se puede estar contra la pena de muerte con los mismos argumentos con que se defiende una matanza de inocentes, a menos que se haga desde el más descarado cinismo, pisoteando la verdad y partiendo de caprichos ideológicos radicalmente irracionales.

Yo me opongo a la pena de muerte porque respeto y defiendo la vida humana, porque no admito que a ningún ser humano se le niegue su condición o se le arrebate su dignidad por motivos ideológicos, filosóficos, religiosos o apelando a intereses políticos, sociales o económicos. Por la misma razón me opongo a la liquidación de seres humanos inocentes en el vientre materno. Y por la misma razón siento repugnancia cuando el gobierno del aborto, el que niega la humanidad de ciertos seres humanos con el fin de justificar su eliminación, tiene la tremenda desvergüenza de disfrazarse de defensor de los derechos humanos.

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Comentarios:

  1. Es un intento de lavado de imagen. Uno más. Pero ya es difícil seguir engañando a la gente.

  2. César

    Con sólo ver un poco la historia de los socialistas, siempre han defendido a los críminales y han machacado hasta la extenuación a los inocentes, sean víctimas del terrorismo o bebes en el seno de su madre. Es algo que no me asusta, me asustaría si defendieran al inocente y persiguieran al críminal.

  3. Pablo el herrero

    Bueno Elentir, ya sabemos que la izquierda en su fascista objetivo de inventarse una realidad virtual, es maestra en el perverso uso del lenguaje, por lo tanto, puede estar a favor del aborto y al tiempo en contra de la pena de muerte. Hace unos días en el blog de CLD, este autor escribió una entrada que destapa la pornografía que el fascioprogresismo hace del lenguaje (http://archipielagoduda.blogspot.com/2010/09/la-uno-o-la-pornografia-emocional.html ). No tiene desperdicio. Le hice mi comentario abundando al respecto del lenguaje fascista de la izquierda. Creo que viene muy a cuento de lo que tú denuncias (denuncia que la derecha jamás hará, con lo cual es cómplice de dicho discurso). Te lo transcribo a continuación.

    Verdades como templos amigo Carlos. La pregunta es si sabiéndolo, la derecha (al menos la mediática), ésta ha tenido la curiosidad de leer a Umberto Eco, o a Ferdinand de Saussure o a Roland Barthes, entre otros.

    Me supongo que sí. La derecha siempre fue más culta que la izquierda… si es que la izquierda alguna vez cultivo algo que no haya sido el marketing político, la demagogia de la propaganda y el totalitarismo de las ideas.

    Pero el problema de la derecha, no es que sea más culta, sino que cuando de nuevo entra a gobernar, deja a los fascioprogresistas en los púlpitos de adoctrinamiento en los que estaban (medios de comunicación públicos, universidades, instituciones profesionales, etc.). Ello permite que gobierne o no la derecha, el adoctrinamiento fascioprogresista continúe avanzando inexorablemente en la sociedad.

    El secreto de la izquierda es el dominio de la palabra. Sabe muy bien que si domina el lenguaje podrá manipular los conceptos y por tanto, indoctrinar las mentes en su objetivo colectivizador de las sociedades. Por eso necesita tener siempre el poder de los púlpitos de adoctrinamiento (mass medias, centros educativos, instituciones culturales, etc.)… y ello al margen de quien gobierne.

    La izquierda sabe muy bien que cuando se domina el lenguaje se puede transmutar el concepto. Así por ejemplo, en el tema del aborto la izquierda no necesita entrar en la lucha de aborto si-no, sino en imponer una ley en defensa de “la salud sexual y reproductiva de las mujeres”; o en el tema de la legalización de la eutanasia sólo necesita indoctrinar al pueblo en el concepto de “muerte digna”, etc. Incluso cuando la palabra es unívoca en su significante, entonces modifican su significado en función del interés político del momento. Así por ejemplo “nación” es un “concepto discutido y discutible”, o “ward” es un concepto “polisémico”… pero nada tiene que ver con la guerra (y menos de Afganistán), etc. etc.

    Y ahí es nada, pues si algo domina la totalitaria izquierda, no es tanto el lenguaje, como la habilidad para con él manipular las emociones. Detrás de su máscara de racionalidad de los hechos políticos, se esconde siempre una previa y perversa construcción de las emociones colectivas. Pasó con los atentados de Atocha (lo que permitió que ganara el iluminado zp), volvió a pasar con la fabricada “alarma social” de asesinatos de mujeres, que permitiría posteriormente la aprobación por unanimidad de la fascista ley de Violencia de Género (y eso que desde que se aprobó esta ley las muertes no dejan de aumentar… pero ¡Casualidad!, por más que aumentan las muertes de mujeres y hombres con dicha ley, no es la ley de Violencia de Género la que produce “alarma social”).

    Decía Jean Baudrillard en sus escritos al respecto de su concepto de “Hiperrealidad”, que en política cuando el lenguaje domina sobre los hechos, las sociedades no saben distinguir las realidades de los “simulacros” de la misma. Según esto y dado que la realidad se difumina tras el uso perverso del lenguaje, las sociedades sólo captan los “simulacros” de realidad que preceden a los acontecimientos. Lo sucedido en los atentados de Atocha y ante el previo“alarma social” fabricado para aprobar la Ley de Violencia de Género, son dos ejemplos claros de cómo los “simulacros” de la realidad, permiten a determinados gobernantes legitimar la fascistización de las sociedades.

    Ante esta pornografía fascioprogresista de las emociones, la derecha no sólo no sabe defenderse, ni siquiera se lo plantea.

    …por lo que como tú bien afirmas: “mañana, otra ración de pornografía emocional”

    Un cordial saludo Carlos,

    Pablo el herrero

  4. Jandro

    El caso es que no están contra la pena de muerte con los mismos argumentos con los que defienden la matanza de inocentes. Cambian de argumentos según necesiten condenar una cosa o defender la otra.
    Se saben equivocados y quieren compensar su tozudo error enfatizando otro aspecto que sí es justo, dando como resultado una posición ambigua, absurda e hipócrita.
    El futuro se sobrecogerá tanto contemplando la pena de muerte como el aborto.

  5. José Jacinto Verde Colinas

    Cuando uno quiere justificar o atacar algo siempre buscará argumentos, según se adapte o no a la ideología dominante.

    Pasa lo mismo que con la fe: el que no quiere creer siempre buscará argumentos para no creer. Por ejemplo, según he escuchado, existen muchísimas más pruebas que permiten argumentar a favor de la autenticidad de la Sábana Santa de Turín que argumentar en contra de ella. Pero los que no quieren creer siempre se aferrarán a los pocos argumentos contrarios a la autencidad, y sobre todo a la famosa prueba del carbono 14 que, según algunos, demostraba la falsedad de la Sábana Santa. Pero, claro, no les interesa entender que esa prueba no podía aplicarse a la Sábana Santa, porque para que esa prueba hubiera sido válida la Sábana Santa habría tenido que estar dentro de una especie de “nicho arqueológico”, es decir, no tenía que haberse enriquecido con carbono 14 por pasar de unas manos a otras, por sufrir uno o varios incendios a lo largo de su historia, etc. Además, creer en la autenticididad de la Sábana Santa supone creer en Jesucristo y en lo que ello implica, y para mucha gente acomodada en sus prejuicios, en su hedonismo, en su materialismo, etc., es mejor cerrar los oídos a la Verdad.

    El caso de la pena de muerte para algunas personas nacidas y sanas que tanto critican y combaten algunos no es sino uno de los diversos (probablemente muchos) casos de hipocresía que caracteriza a nuestras sociedades, donde al mismo tiempo que, por ejemplo:

     Se defiende el aborto (es decir, la matanza de seres humanos inocentes).

     Se superprotege la agricultura comunitaria europea.

     Se subvenciona a ciertos lobbies o grupos afines culturales, sindicales, a la progresía, etc.

     Se fomenta la hipersexualización, la promiscuidad, y la esterilización de mujeres en algunos lugares, etc.

     Se persigue la Fiesta Nacional (Tauromaquia) en España.

    se realiza también lo siguiente:

     Se protegen diversas especies animales en peligro de extinción (en algunos casos, quizás más de lo racionalmente aconsejable).

     Se blindan los productos agrícolas europeos para protegerlos de la de la agricultura de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo.

     Se obliga a la Iglesia católica a autofinanciarse, a pesar de todo el bien que realiza a la sociedad, incluso fuera del estrictamente espiritual.

     No se habla nada de la bondad de la castidad y se reducen las ayudas psicológicas y económicas a la maternidad.

     Se protegen otras fiestas, al menos en Cataluña, tan crueles o más que la Tauromaquia, como los “correbous”.

    Otros ejemplos, quizás, de excesivo (y puede que hasta inmoral) intervencionismo por parte del Estado podrían ser los siguientes:

     Se multa a los que no llevan puesto el cinturón de seguridad (cuando en realidad esto no supone ningún peligro para nadie, salvo para uno mismo. Pero, claro, hay que considerar el tema de los Seguros, y “la pela es la pela”).

     Se prohibe a los padres que castiguen físicamente, de manera moderada, a sus hijos (por ejemplo, dándoles algunas bofetadas, evidentemente sin cebarse, en momentos puntuales).

     Se prohibe comer determinados alimentos a los niños en las escuelas (en vez de limitarnos a enseñarles que no los coman), etc.

    Evidentemente, ni que decir tiene que yo también estoy, en general, en contra de la pena de muerte, aunque conviene aclarar que, según he leído y escuchado, y según se dice o se deduce del Catecismo de la Iglesia católica, la pena de muerte podría ser moralmente aceptable en algunos casos en los que no hubiera más remedio que aplicarla (por ejemplo, por escasez de cárceles, en tiempos de guerra por escasez de tiempo para juzgar, etc.). Pero, desde luego, no es el caso de EE.UU. ni de otros países.

  6. Jandro

    Siempre me enorgullezco de que sea la Iglesia la única que ha avanzado desde que se adjudicaron a pares o nones la defensa de la pena de muerte y la del aborto. La Iglesia condena por fin las dos, mientras el sector antieclesial permanece estancado en su pelea de patio de colegio.
    A mí, la pena de muerte no me parece moralmente aceptable en ningún caso. Me parece una aberración completamente repugnante y siento tristeza cuando, a pesar de las posturas abiertamente contrarias a ella por parte de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, todavía se ven vestigios de connivencia con esta monstruosidad dentro del ámbito católico. Afortunadamente, ni los máximos representantes de la Iglesia ni la convicción mayoritaria de los católicos amparan esta práctica.

  7. Jose

    Yo estoy en contra de la pena de muerte, porque respeto el valor que las personas damos a nuestra vida. Estoy a favor del aborto, porque no se mata en ese caso a una persona.

  8. José, los nazis defendían la eliminación de los judíos y los del Ku Klux Klan se cargaban a los negros con la misma mentira que usas tú para defender el aborto: negar condición de personas a determinados seres humanos porque te da la gana. Poner tus opiniones personales por encima de los derechos humanos es ser un totalitario puro y duro. Y los totalitarios no son bienvenidos en este blog.

  9. Jose.
    ¿Vd. que sería si su madre hubiera decidido abortarle, un bebe abortado, una cosa abortada, un germén abortado, un embrión abortado o un ser vivo abortado?.
    Simplemente hubiera sido una persona asesinada antes de nacer.

    Saludos.

  10. “No supone acabar con una vida humana porque sobre el concepto de ser humano no existe una opinión unánime, una evidencia científica, ya que por vida humana nos referimos a un concepto complejo basado en ideas o creencias filosóficas, morales, sociales y, en definitiva, sometida a opiniones o preferencias personales”.

    Los Stalin, Hitler y cuantos han cometido genocidios por las más variadas razones podrían estar bien orgullosos de esta gente. Nunca antes se había hecho apología del genocidio de manera tan clara en los últimos años, puesto que si alguien considera que un grupo de individuos (por raza, religión, ideas,…) no son seres humanos, ¿qué les impide acabar con ellas como si de ratas se tratara?. ¡Y nadie de la oposición, de la defensa de los Derechos Humanos, etc dice nada!

    Me alegro que siempre muestres las verguenzas del gobierno con el tema del aborto

  11. Antonio Cruces Rodríguez

    Para el tal «Jose» (¿cuándo dejará el personal de ser cobarde y se identificará al hacer un comentario, en vez de emplear un seudónimo?): ya nos dirás; para empezar, afirmas que «se mata» (SIC: «…porque no se mata en ese caso a una persona…»). Y, si el hijo de dos personas no es una persona, aunque se encuentre en una fase primaria de desarrollo (como la oruga con respecto a la mariposa)… ¿qué es? ¿Una «no-persona»? Te recomiendo que leas «1984», de George Orwell; tal vez ahí encuentres la definición de tus «no-personas»…

  12. Jandro

    Tengo un vecino que me cae supermal. Hace un rato le he oído por el patio: «Yo, por las mañanas, hasta que me tomo el café de las 11 no soy persona». No tengo motivos ni soy yo quién para dudar de su palabra ni de su consideración de sí mismo. Así que ya estoy esperando que llegue mañana a ver si puedo interrumpir voluntariamente su respiración con un cordón. Por cierto, acaba de tener un hijo hace unas horas (menos de 24), y tener un detalle con este ser (no persona aún) interrumpiendo voluntariamente su riego sanguíneo no creo que acarree consecuencias legales para mí.

    Espero la comprensión de la gente abierta de mente, como José.

    Perdón por la burrada si ha podido ser muy desagradable, pero sólo buscaba replicar a este amable comentarista situándome en sintonía con sus argumentos.

  13. El Tíol Bastón

    Pero vamos a ver, ¿por qué no hay que dejarse de monsergas, y decirles a estos analfabetos que desde muchos puntos de vista, y especialmente poniendo en práctica el propio relativismo que ellos defienden, es un tema discutible que un criminal que ha atentado sistemáticamente contra vidas humanas sea un ser humano o no, y que, por tanto, al enviarlo al corredor de la muerte no estamos matando a un ser humano?

    No entiendo nada, la verdad.

  14. calambur

    Pablo el Herrero: suscribo todo lo que dices acerca de la manipulación del lenguaje por parte de la izquierda, salvo uno de los términos que empleas. El fascismo nunca propugnó la manipulación del lenguaje, y, aunque así fuera, seguiría siendo un error atribuirle a éste la responsabilidad de lo que hace la izquierda.

    Esto demuestra por qué la izquierda tiene la batalla ganada por muchos años: hasta los que son conscientes del problema -como es tú caso- han interiorizado el lenguaje y los esquemas cognitivos que patrocina la izquierda.

  15. Si englobamos al nazismo dentro de eso que se llama genéricamente «fascismo», hay que recordar que fue precisamente el nazi Joseph Goebbels uno de los máximos referentes del uso de la propaganda y de la mentira como arma contra las conciencias. La manipulación del lenguaje en el nazismo se observa sin ir más lejos en el uso de términos como «salud racial» para describir prácticas que violaban los derechos y la dignidad humana de una forma brutal.

  16. calambur

    Me estaba refiriendo exclusivamente al fascismo, excluyendo el totalitario nazismo. Aun así, seguiría siendo equivocado (y contraproducente) atribuir a los nazis lo que es producto de la izquierda, mucho antes de que surgieran los nazis.

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