La cúpula del PP vasco elude hacer autocrítica por su fracaso del 21-O

La culpa del ridículo de Basagoiti la tiene Jaime Mayor Oreja por conseguir más votos

La actual dirección del PP vasco se niega a asumir ninguna responsabilidad por sus constantes fracasos elección tras elección desde que el PP, allá por 2008, optó por abandonar la política de firmeza frente al nacionalismo -abanderada por Jaime Mayor Oreja y María San Gil-, cambiándola por una tibia y repipi "política pop" para captar el voto nacionalista que llaman "moderado". Lejos de conseguir esto, el PP vasco está perdiendo a marchas forzadas a sus votantes tradicionales, pero la culpa de este ridículo, por supuesto, la tiene Jaime Mayor Oreja.

Alguno creerá que voy a refrendar aquí el baboso análisis de cierto hooligan de Génova 13 que se dice periodista. Pues no. Yo soy gallego, y quienes sepan en qué consiste la retranca gallega sabrán entender que culpe a Mayor Oreja del ridículo de Basagoiti por una sencilla razón: la última vez que Jaime Mayor Oreja encabezó la candidatura del PP en las Elecciones Vascas, allá por 2001, ese partido consiguó 326.933 votos, el 23,12% del total. El pasado día 21 Basagoiti consiguió 129.907 votos, el 11,73%. Es decir, que Basagoiti ha perdido el 60% de los votos que tenía el PP vasco en 2001. Ha perdido muchos más votos de los que todavía conserva.

Pero la culpa no es de Basagoiti, como sabe toda persona bien acostumbrada al siempre tan incomprendido arte de lamerle los zapatos a los mandamases de turno. Por supuesto, la culpa es de Mayor Oreja por haber conseguido tantos votos. Si no hubiese conseguido tantos, nadie estaría poniendo al pobre Basagoiti como un negado. Lo que tendría que haber hecho Mayor hace una década es reunirse en plan amigos de toda la vida con la izquierda batasuna, como hizo Basaoiti en enero, o dedicarse a insultar a las víctimas del terrorismo como hizo Iñaki Oyarzábal en marzo. La talla moral de Mayor Oreja habría quedado por los suelos, pero al menos ahora su prestigio no dejaría a la altura del barro a los dos citados.

Y es que ciertamente, lo que se le puede reprochar a Mayor Oreja es que ponga sus principios por encima de los dictados de la dirección de su partido, algo que no se le ocurre a ciertos políticos y periodistas muy curtidos en esa técnica de rebajarse a lo indecible a cambio de un plato de lentejas. Por supuesto que a don Jaime se le puede reprochar eso si lo que uno quiere es no verse víctima de purgas, ataques y persecuciones por negarse a ser un pelota y ser fiel a unos principios. En la historia ha habido -y sigue habiendo- ideologías y grupos de poder que padecen alergia a la autocrítica: son incapaces de reconocer un error o de asumir un fracaso sin culpar de sus fallos a los demás. En el caso del PP vasco lo tienen crudo por esta vía: si Basagoiti y compañía siguen eludiendo su responsabilidad y prefieren fiarse del patético servilismo de algún juntaletras, el PP vasco no tardará en contar sus votos en números de cinco o de cuatro cifras en vez de seis. Y entonces su responsabilidad será aún mayor, pues la deriva política del País Vasco es lo bastante grave como para que estos tipos despilfarren así la herencia que dejaron Jaime Mayor Oreja y María San Gil, no sólo en votos, sino también en algo mucho más importante: el valor y la firmeza en la defensa de España y de la libertad.

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(Foto: Partido Popular)

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Comentarios:

  1. DrkHrs

    En la cabecera …… ¿No será «elude» en lugar de «alude»?

  2. Cierto, ha sido una errata mía. Acabo de corregirla.

  3. Luna

    Murmuran algunos científicos que «La causa siempre tiende a oponerse al efecto que la provoca.»

  4. Álvaro

    Ciegos.

  5. Lo de Federico Quevedo es de traca. Llamarlo «hooligan de Génova 13» me parece un acto de misericordia, algo cariñoso, al menos en comparación con las duras palabras que el propio Quevedo escribe contra Mayor Oreja.
    Os dejo algunas de sus perlas:

    – la presencia de EH-Bildu en un marco de derrota de ETA y fin de la violencia
    – una vez que ETA cayera derrotada y dejara de matar
    – una vez que rechaza la violencia como arma para conseguir el objetivo de la independencia del País Vasco, en sí misma esta aspiración no puede ser objeto del aislamiento democrático
    – lo que hasta ahora era un enfrentamiento entre el Estado de Derecho y sus enemigos se ha convertido en una confrontación política en el seno de las instituciones
    – Y ese, solo ese, es el ‘precio político’ que los demócratas hemos pagado por conseguir la derrota de ETA y el final de la violencia
    – una vez que ETA ha dejado de matar
    – esa derecha a la derecha del PP que se comporta, de verdad, como en una secta

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