Pompeya

Ayer fui a ver esta película dirigida por el británico Paul W. S. Anderson. Tras las distintas entregas de "Resident Evil" y su curiosa versión de "Los Tres Mosqueteros" (2011), esta vez apuesta por un peplum de carácter apocalíptico.

Anderson nos introduce en el trágico final de la ciudad italiana a través de un gladiador de origen celta, Milo, interpretado por el británico Kit Harington, conocido por su papel de Jon Snow en la serie de "Juego de Tronos". La chica de la película es la australiana Emily Browning, a la que muchos recordarán en el papel de niña fantasma en "Ghost Ship" (2006) y que ya tuvo un papel protagonista en una película tan digna de olvidar como "Sucker Punch" (2011). Ya con 26 años se pone en el papel de Cassia, joven pompeyana de alta alcurnia. La historia de ambos no está nada mal como hilo conductor para focalizar la terrible erupción volcánica que acabó con Pompeya, aunque ya de por sí la película vale la pena para ver la recreación que se ha hecho de la ciudad y, sobre todo, los espectaculares efectos especiales con que nos muestran cómo pudo ser la brutal erupción del volcán Vesubio en el año 79 después de Cristo, aunque se echa de menos que se muestren más los efectos del terremoto que la había destruido parcialmente 17 años antes (la ciudad aún estaba en periodo de reconstrucción) y también los pequeños terremotos previos a la erupción que llevaron a huir a parte de la población.

Salvando esos pequeños detalles, "Pompeya" es una excelente película dentro del género de catástrofes. Resulta estremecedor ver cómo se fueron sucediendo los desastres en la ciudad, desde los primeros temblores, al pánico provocado por la erupción, la enorme columna de flujo piroclástico que se alzó sobre el volcán, la caída de piedras lanzadas por la montaña, los gases tóxicos, el posterior tsunami... Para los que se hallaban en las dos ciudades sepultadas por la erupción -pues no sólo cayó la famosa Pompeya, sino también la vecina Herculano- debió ser como vivir el fin del mundo. Hoy, además del valioso relato del Plinio el Joven -testigo de lo ocurrido-, nos quedan los huecos dejados en la ceniza por numerosas víctimas, que tras ser rellenados de yeso han dado lugar a las aterradas figuras que todos conocemos. Ya sólo por esta parte tan fascinante de la historia merece la pena ver esta película.

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