El aborto es progresista, pero no es un signo de progreso

Originalmente publicado en Actuall

Uno de los aspectos de la batalla de las ideas en los que la derecha actual lleva mayor desventaja es en la definición de las palabras. La izquierda ha desarrollado en este ámbito un plan bien estudiado, que implica redefinir conceptos como el matrimonio, la familia, los derechos, la democracia e incluso la vida para ajustarlos a su proyecto de ingeniería social.

Esa desventaja se aprecia especialmente en el empeño de la mayor parte de la derecha por hacer suyas las palabras y términos que la izquierda ha creado para conquistar sus metas.Siempre me ha parecido curioso, por ejemplo, ver a personas del ámbito provida criticar el “aborto libre”, citándolo tal cual. Es algo tan absurdo como si en 1936 un demócrata alemán se dedicase a arremeter contra las políticas racistas del nazismo mostrándose contrario a la “salud racial”, término acuñado por los hitlerianos para desarrollar sus medidas discriminatorias contra todos los que no eran parte de la raza aria. Una de las metas más inmediatas de quienes buscan imponer un proyecto de ingeniería social tan perverso como el abortista o el nazi es que las palabras que los definen estén revestidas de connotaciones positivas, de modo que atacarlas quede mal. Criticar el aborto libre es, en el subconsciente de muchos, atacar la libertad, y no el aborto. Para muchos alemanes de la década de 1930, criticar la salud racial era, en cierta forma, como querer una mala salud para el pueblo alemán. Los manipuladores de masas que crean esos términos saben bien lo que hacen.

Una de las palabras creadas por la izquierda y que más éxito ha tenido es “progresismo”. Su difusión en el mundo actual ha llevado a mucha gente a asociar el concepto “progreso” con la izquierda. Si le preguntas a cualquiera, te dirá que el progreso sería imposible sin el progresismo, que aquel se debe a este y no a la extensión de los derechos humanos y del libre mercado, es decir, de la democracia y el capitalismo, un entorno político-económico que debe muy poco a una izquierda que, antes bien, se ha pasado mucho tiempo ensimismada en proyectos totalitarios al abrigo de las tesis de Marx. Pronunciarse contra el progresismo parece hoy tan anticuado, a los ojos de muchos, como ponerse una levita y empezar a dar gritos al rey Alfonso XIII. Hoy en día no hay partido del arco parlamentario que no haya asumido ese discurso en mayor o menor medida. La izquierda utiliza con profusión la etiqueta progresista, obviamente. Ciudadanos y UpyD, partidos que han recibido multitud de votos de derechas, se declaran progresistas sin rodeos. Incluso el PP ha usado el término: “Los jóvenes del PP son más progresistas que los jóvenes socialistas, si entendemos por progresistas las políticas que realmente interesan a los jóvenes, como la vivienda, el empleo, la educación de calidad”, decía el 26 de junio de 2005 el entonces recién elegido presidente de las Nuevas Generaciones del PP de Madrid, Pablo Casado, considerado ya entonces como un miembro del ala “aguirrista”, la más liberal del PP.

Lamentablemente, en el ámbito conservador y provida también se ha asumido sin cesar esa etiqueta. Pierdo la cuenta de la cantidad de veces que he visto a bienintencionados militantes provida decir que “el aborto no es progresista”. Lo que quieren decir, obviamente, es que el aborto no es un signo de progreso, y en eso estoy de acuerdo, siempre que nos refiramos al progreso ético y moral, claro. Y es que el progreso material no implica de por sí que las personas sean mejores, ni que los valores de una sociedad sean dignos de ser imitados. Una de las sociedades más avanzadas tecnológicamente de la Europa de la década de 1930, a pesar de las dificultades que atravesó por aquellos años, era la alemana. Durante el nazismo y especialmente tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Alemania se convirtió en el nido de sorprendentes avances tecnológicos como la aparición de una moderna red de autopistas, los primeros aviones a reacción y los primeros cohetes, y sin embargo es incuestionable el pozo de ruindad moral en el que se sumió esa sociedad de la mano de los nazis.

Así pues, tengo que mostrarme en desacuerdo con la citada máxima: el aborto sí que es progresista. Es el resultado de la aplicación de un proyecto de ingeniería social que el progresismo ha desarrollado de forma concienzuda. Los progresistas que se declaran contrarios al aborto son una ínfima minoría en su entorno ideológico. Durante el mandato de Zapatero, que yo recuerde, sólo conocimos tres casos de progresistas que se pronunciasen contra el aborto: el exalcalde socialista de La Coruña Francisco Vázquez, la senadora del PSOE Mercedes Aroz y Joaquín Montero, concejal del PSOE en la localidad sevillana de Dos Hermanas.

Tenemos que asumir el reto de distinguir e incluso contraponer progresismo y progreso, de igual forma que distinguimos la sociedad de socialismo, la nación del nacionalismo o el bien común del comunismo. No asumir ese reto es como intentar vencer al progresismo en una partida de cartas en la que todos los naipes están marcados. Una tarea difícil y a menudo imposible, en la que partimos con la desventaja de querer vencer al enemigo usando los recursos propagandísticos que ha creado para derrotarnos. Aficionado como soy a la obra de Tolkien, no puedo evitar equiparar ese inútil esfuerzo con el que algunos –por ejemplo Boromir- pretendían llevar a cabo para utilizar el Anillo Único contra Sauron, su creador, sin caer en la cuenta de que ese anillo no servía a otro que a su verdadero amo. Quienes lo intentaban, incluso a base de mucho esfuerzo, acababan siendo dominados por el anillo, que les convertía en auténticos esclavos. Pues ésa es la tentación que debemos evitar hoy en día quienes planteamos una alternativa ideológica al progresismo imperante. La única solución es coger su anillo –todas las palabras creadas para manipular nuestras conciencias y ponerlas al servicio del progresismo- y arrojarlas a los fuegos del Monte del Destino. Si vencemos, sólo será con nuestras armas, no con las del enemigo.

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Comentarios:

  1. pacococo

    El gran problema es que todo el mundo ha asumido el metalenguaje del ministerio de la verdad y como no hay voces discordantes, la mentira repetida suficiente número de veces se convierte en verdad.

    Es todo cuestión de lenguaje y de palabras, el famoso pensamiento Alicia, del que siempre han sido maestros los marxistas.

    Acabo de ver el video de la intervención de un concejal ppero a cuenta de los cambios en el callejero de Madrid. Protesta, pero asume sin darse cuenta la tesis principal de los socialistas que hicieron la ley de la memoria histérica. Y así no se puede, con defensores como estos no necesitamos atacantes. Y lo curioso es que el medio que lo enlaza lo pone como una respuesta contundente. Así nos luce el pelo. Así podemos entender por qué nos hundimos cada vez más en la cloaca.

  2. Aborto Legal y su consecuencias directas
    ———————
    Según la legislación vigente, se le puede matar impunemente…. y con ayuda de la Administración Pública, que paga por matar. Es la política de la Muerte que rechazamos quienes defendemos la Vida..
    Se lamentan, en el Ministerio de Igualdad(¿?), del alarmante aumento de los delitos de “Violencia de Género”(¡!)… sin entrarse de que es consecuencia directa de su política de desprecio de la Vida. Se mata al próximo, a quien ha compartido lecho.
    Como al niño o al anciano indefenso, que se matan “Legalmente” con la ayuda de sicarios..¿Por qué es delito matar a quien tampoco queremos?
    ¿Por qué no se puede contratar a otro sicario, médico o no?
    Si no se defiende la Vida, en todas las circunstancias, se hará un mundo de sicarios asesinos, con el título de médicos o sin él, que seguirán siendo pagados por la Seguridad social, como ahora.
    Con dinero público… se paga para matar.
    A los que matan violentamente …. en los casos de «Violencia de Género», en el futuro….¿Se les pagará tambien? ¿Con cargo a la Seguridad Social?

  3. Con pancartas, proclaman el «Derecho a Matar». «El Tren de la Libertad»…La «Muerte digna».. de la Eutanasia… «Nosotras decidimos..»

    Como al niño o al anciano indefenso, que se matan “Legalmente” con la ayuda de sicarios..¿Por qué es delito matar a quien tampoco queremos?
    ¿Por qué no se puede contratar a otro sicario, médico o no?
    Si no se defiende la Vida, en todas las circunstancias, se hará un mundo de sicarios asesinos, con el título de médicos o sin él, que seguirán siendo pagados por la Seguridad social, como ahora.
    Con dinero público… se paga para matar.
    A los que matan violentamente …. en los casos de “Violencia de Género”, en el futuro….¿Se les pagará tambien? ¿Con cargo a la Seguridad Social?

  4. Quienes defendemos la vida, el Derecho a Vivir,… hemos fracasado en una campaña que hemos hecho durante medio siglo.
    Trágico fracaso. De nada ha servido el esfuerzo. Los partidarios del Aborto siguen promocionando la MUERTE. … Van ganando la partida, con sus mentiras y su financiación, con cargo al presupuesto de Sanidad. ¿?
    la cizaña crece más que el buen trigo.
    Vemos como aumenta la VIOLENCIA contra los seres humanos. Como se desprecia el Derecho a Vivir. Como se generaliza la propaganda del Derecho a Matar a los niños indefensos en la placenta materna…. llamándolo «Libertad y Derecho a decidir..»
    La degradación de la sociedad es como un gran tobogán… que lleva a los más profundo del abismo. Falta el amor a las personas. Desaparece el respeto a la Vida.
    Hemos intentado interceptar ese trágico tobogán de la degradación… pero hemos fracasado,… por ahora.
    No nos podemos cansar, mientras sigamos con VIDA.

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