Los 'Españoles Malditos'

Originalmente publicado en Actuall

La semana pasada se celebró en Polonia el Día de los “Soldados Malditos”, en el que se recuerda a aquellos combatientes de la resistencia polaca en la Segunda Guerra Mundial que lucharon contra la ocupación nazi del país desde 1939, y que en 1944 se vieron obligados a hacer frente a la ocupación soviética.

Una semana antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Hitler y Stalin se habían repartido Polonia y las Repúblicas Bálticas mediante un pacto secreto. Cuando alemanes y soviéticos culminaron la invasión, organizaron un desfile conjunto en Brest. Son hechos poco conocidos, en buena medida porque para muchos aún resulta incómodo leer que el Ejército Rojo cooperó con los nazis en el aplastamiento de la democracia polaca, y que las democracias occidentales decidieron dar la espalda a Polonia cuando, acabada la guerra, Stalin impuso una dictadura comunista en ese país. Para muchos polacos esto significó, en la práctica, la continuación de la Segunda Guerra Mundial durante años: el último de los “Soldados Malditos” fue abatido en 1963. Muchos combatientes polacos de la Segunda Guerra Mundial se vieron empujados al exilio y no pudieron volver a su Patria hasta la caída del comunismo, en 1989. Otros que sí volvieron acabaron encarcelados y ejecutados, pues los comunistas consideraban “contrarrevolucionarios” a los polacos fervientemente católicos y conservadores que había combatido contra los nazis en diversos frentes.

A los miembros de esa resistencia anticomunista polaca se les conoce como “Soldados Malditos” porque la censura comunista les trató como bandoleros y fascistas, a pesar de que era un ejército perfectamente uniformado (de hecho, muchos llevaban los mismos uniformes que vestían cuando los nazis invadieron su país). Incluso cuando cayó el comunismo, se tardó años en otorgar un reconocimiento público en Polonia a esos combatientes. Pesaban sobre ellos décadas de mentiras, de propaganda y de prejuicios, y también una mentalidad que a día de hoy está superada en Polonia, pero no en otros países: la que se basa en la errónea idea de que el nazismo y el comunismo no son equiparables como ideologías totalitarias.

En España no tenemos una situación ni remotamente parecida a la que afrontaron aquellos “Soldados Malditos” en Polonia entre 1944 y 1963. Aquí no tenemos una dictadura comunista. La gente de derechas no es detenida, torturada ni ejecutada en chekas tan siniestras como la prisión de Mokotów de Varsovia. La URSS ya no existe, y tampoco hay un Stalin que haga valer su influencia sobre media Europa. La naturaleza de los acontecimientos actuales es radicalmente distinta a la de entonces, pero hay un aspecto de la España actual que sí muestra una cierta coincidencia con la Polonia de mediados del siglo XX. Entonces había un mundo polarizado: o estabas con los nazis o contra ellos. Aún no había empezado la Guerra Fría, y la URSS de Stalin eran uno de los países aliados en la Segunda Guerra Mundial. Estar contra los nazis y contra la URSS era como estar entre la espada y la pared. ¿Y qué tiene que ver eso con la España actual? Obviamente, aquí no tenemos a la Gestapo por un lado y a la NKVD por el otro. En las elecciones no nos dan a elegir entre nazis y soviéticos (aunque sí haya opciones electorales formadas por nostálgicos del Muro de Berlín). Lo que sí se repite en España es la eterna historia de un grupo de personas que se ve en medio de una situación política polarizada, pero sin identificarse con los bandos en liza.

El mapa político español está actualmente dominado por cuatro corrientes políticas. Una es la derecha acomplejada, el PP, siempre dispuesto a ceder en todo a los dictados de la izquierda. Otra es la izquierda más o menos moderada, una parte complaciente con el separatismo (PSOE) y otra hostil a él (Ciudadanos). También tenemos a la extrema izquierda, hoy más fuerte que nunca, y cuyo principal representante es Podemos. Finalmente, están los partidos separatistas. El denominador común de esas cuatro corrientes políticas es que se han sometido al llamado consenso socialdemócrata y a las tesis ideológicas progresistas. Ya no cuestionan temas como el aborto, el matrimonio gay, el Estado intervencionista, las políticas fiscales confiscatorias o la ideología de género. Votes lo que votes dentro de esas cuatro corrientes, el gobierno resultante tendrá todos esos ingredientes. Además, podrás tener un mayor o menor respeto por la libertad de educación y por la libertad religiosa, que en el caso de la derecha es el último clavo ardiendo al que se aferran muchos votantes, hasta que esa derecha decida prescindir también de la defensa de esas libertades y ceder ante la izquierda liberticida también en esos terrenos.

Al margen de esas cuatro grandes corrientes políticas hay partidos que hoy no tienen representación (como Vox o el Partido Familia y Vida) e iniciativas ciudadanas como HazteOir.org, Profesionales por la Ética y otras. Quienes nos englobamos en esa corriente alternativa a la política dominante somos, por así decirlo, “Españoles Malditos”. A diferencia de aquellos combatientes polacos, nosotros no vivimos en la clandestinidad (al menos de momento) y nuestra lucha usa como arma la palabra, pero al igual que ellos, sabemos que si nosotros no defendemos nuestros principios y nuestros derechos, nadie lo va a hacer por nosotros, ni en el Parlamento, ni en los medios ni en las calles.

Ante una Europa sumida en una deriva relativista, cada vez más hostil a los cristianos, cada vez menos protectora de la vida, de la propiedad y de otros derechos fundamentales, cada uno de esos “Españoles Malditos” debe decidir qué prefiere: si soportar que hablen mal de él por luchar por aquello que es justo, o dejar que otros le digan lo que tiene que pensar y decidan por él en cada vez más aspectos de su vida: su libertad de expresión, su propiedad, la educación de sus hijos, el ejercicio de sus creencias… Desde luego, yo prefiero ser un español libre, aunque muchos me traten como a un apestado, a ser un español sometido ante las tesis izquierdistas.

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Comentarios:

  1. pacococo

    Difícil elección, no porque no tengamos claras las cosas sino porque si eliges lo que te dice tu conciencia, te ves solo y tienes todas las de perder.

  2. Solo no estás. Y de las dos opciones, la derrota más segura es someterte a quienes quieren dictarte lo que pensar. Con la segunda opción podrá llegarte la derrota o la victoria, pero al menos mientras luchas por vencer eres un hombre libre.

  3. Sharovarov

    Yo lo tengo clarísimo: seguiré siendo un apestado.

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