En 1931 se negó a los monárquicos la libertad que tienen hoy los republicanos

Quieren manga ancha para la bandera del mismo régimen que prohibió la rojigualda

El gobierno podemita de la ciudad de Cádiz ha izado la bandera republicana en un mástil de una plaza pública. Tras ignorar la orden del gobierno de retirarla, ayer un juez exigió su arriado.

Los errores heráldicos y vexilológicos de la bandera de la Segunda República
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¿El Reino Unido, Dinamarca y Suecia no son democracias?

En otros municipios gobernados por partidos de ultraizquierda han ocurrido cosas parecidas ante la proximidad del aniversario de la instauración de la 2ª República, que se celebra este viernes. Algunos han defendido la colocación de esas banderas en edificios y mástiles oficiales apelando a la democracia. Incluso he leído por ahí argumentos según los cuales nuestro actual régimen no es una verdadera democracia, por el mero hecho de ser una monarquía, y que la auténtica democracia era la República de 1931. Afirmar que una monarquía parlamentaria no es democrática es tan absurdo como decir que el Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Holanda, Noruega y Bélgica no son democracias. Está muy claro que lo son, desde luego. Es más: esos países muestran una mejor salud democrática que ciertos regímenes por los que tiene una enorme simpatía la ultraizquierda española, como Venezuela, Bolivia o Ecuador (por no hablar de la Cuba castrista, que es una dictadura comunista). En cuestiones de modelo de Estado, a día de hoy, confieso no tener una especial preferencia por monarquía o república, pero sin duda prefiero una monarquía como la española o la británica a una "democracia" como la venezolana que tanto les gusta a los podemitas.

La 2ª República suspendería hoy un test de derechos humanos

Al margen de eso, ya expliqué aquí en 2011 que la Segunda República, como democracia, dejaba mucho que desear. Hoy en día muchas de sus disposiciones (negación de la libertad de educación, censura de prensa, etc.) sólo merecen ser calificadas como atentados contra los derechos humanos. El sectarismo y el desprecio por la libertad que manifestó la izquierda en aquel régimen fueron, en buena medida, los causantes de su hundimiento, que no sólo se debió al golpe de Estado de julio de 1936, sino también a la acción criminal del Frente Popular, con hechos tan escandalosos como el pucherazo electoral de febrero de 1936 (hoy ya perfectamente documentado) y el asesinato de un dirigente de la oposición, José Calvo Sotelo, a manos de elementos policiales, un hecho que muchos historiadores consideran como el detonante del estallido de la Guerra Civil. Si tuviésemos que buscar algún parecido actual a la Segunda República, el régimen de Nicolás Maduro sería lo que más se le acerca. Por eso no es de extrañar que los simpatizantes de ese régimen pongan a la Segunda República como un modelo a seguir.

En 1931 la izquierda prohibió la bandera roja y gualda

Hay, además, un hecho simbólico que revela hasta qué punto eso república era más restrictiva en materia de libertades que la actual monarquía parlamentaria. El 21 de octubre de 1931, con los votos de la izquierda, se aprobó una cacicada denominada Ley de Defensa de la República. Esta ley fue creada para facilitar la represión de los monárquicos e incluso de aquellos que mostrasen cierto descontento con el régimen republicano. El "menosprecio de las Instituciones u organismos del Estado", práctica habitual de la ultraizquierda actual, fue penado por esa ley, igual que la "difusión de noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público". La incitación a desobedecer la ley también fue penalizada. Pero además, esa auténtica Ley Mordaza prohibía la apología del régimen monárquico "y el uso de emblemas, insignias o distintivos". Lo que esto significó en la práctica es que la bandera rojigualda fue prohibida, y su exhibición se convirtió en motivo de persecución, ya no sólo en edificios públicos, sino también por parte de cualquiera. La paradoja es que la rojigualda había sido la bandera de la Primera República, por una cuestión de lógica: no era la bandera de la monarquía, sino la bandera de España.

Hoy los republicanos tienen la libertad que ellos negaron a los monárquicos

No hace falta tener mucha imaginación para adivinar lo que diría la ultraizquierda si nuestra monarquía prohibiese la bandera tricolor como la república prohibió la rojigualda. Hoy su uso está vetado, simplemente, en edificios públicos, donde sólo deben ondear las banderas oficiales tanto de la Nación como, allí donde proceda, las de las distintas comunidades autónomas, provincias y municipios. Por lo demás, hoy cualquier particular o asociación puede exhibir una bandera tricolor, una libertad que no tenían los monárquicos en la Segunda República. Y los nostálgicos de aquel régimen aún tienen la tremenda cara de venir a dar lecciones de democracia.

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(Foto: Barcex / Wikimedia)

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Comentarios:

  1. Lorenzo

    Escribías, Elentir, hace poco en otra entrada sobre la importancia de respetar la verdad. Está claro que a las izquierdas la verdad les importa un pimiento.

    Con tal de conseguir sus fines pasan por encima de ella y de todo lo que haga falta. Y eso fue lo que hicieron en los años treinta y lo siguen haciendo ahora.

    Por más datos objetivos que se les presente, ellas, erre que erre, nos siguen vendiendo una Segunda República paradisíaca.

    Un «paraíso» en el que cometieron todos los desmanes posibles, incluyendo el golpe de estado del 34.

    Por cierto, creo que viene a cuento Madariaga cuando dijo aquello de que, con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió la autoridad moral para condenar la rebelión de 1936 o que desde febrero del 36 ni la vida ni la propiedad estaban a salvo en ninguna parte.

  2. Sharovarov

    Se demuestra cada vez más que la aceptación de la bandera rojigualda por parte de los comunistas -como sabemos se acaban de cumplir los 40 años de la legalización del PCE-, fue porque porque por entonces, simplemente, les convenía políticamente; pero ni mucho menos porque realmente creyeran en ello…

  3. pacococo

    Puestos a no creer no creen en nada, salvo en la dictadura del proletariado, que consiste en que un grupo de amiguetes, luego dejan de serlo, pero para empezar todos son colegas y tal, se hacen con el poder y mandan ellos, pues al parecer ellos son los únicos proletarios.

    Y para la revolución que los convierta en tiranos absolutos, vale cualquier cosa y la guerra de banderas se ha demostrado muy eficaz, puesto que la primera que hicieron, el gobierno no actuó como era su obligación.

    Es también la perversión del lenguaje y de las ideas. Pero esto hay una parte de la sociedad que lo sabe y otra parte que no le importa.

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