Tabarnia y el 'procés'

Por Ángel Manuel García Carmona

Vuelve a circular, aunque con cierta intensidad, en las redes sociales y ciertos medios de comunicación, tras el pasado día 21 de diciembrela idea de que algunas comarcas de las provincias de Barcelona y de Tarragona se secesionen de Cataluña siendo una autonomía independiente.

Casualmente, en la mayoría de esas comarcas (Tarragonés, Bajo Penedés, Garraf, Bajo Llobregat, Barcelonés, Vallés Oriental y Vallés Occidental), ganó los recientes comicios el partido constitucionalista y centro-izquierdista Ciudadanos (C’s). En el par restante (Alto Penedés y Maresme) ganaron la formación nacional-catalanista liderada por Puigdemont (en la segunda, aventajando a C’s por tan solo 4’4 décimas).

Pero, como quizá podamos obviar, no se trata la victoria de un partido constitucionalista de algo relacionado con ciertas eventualidades. Dichas zonas de Cataluña, donde reside buena parte de esos extremeños y andaluces que contribuyeron a levantar esta región septentrional, mal que le pese al etnicismo catalanista que les menosprecia en base a la pura sinrazón, tienen una sociología más escéptica a una hipotética secesión catalanista.

Como se puede observar en el mapa insertado, la sociología independentista es más característica de zonas rurales. Eso sí, el mapa también viene a desmontar también, lato sensu, la falacia machaconamente divulgada del “Espanya ens roba” (“España nos roba” en catalán).

Los barceloneses sí pueden quejarse de recibir menos de lo que aportan

Se puede observar, en el mapa insertado previamente, que la zona del Vallés y las comarcas costeras de Barcelona presentan un elevado déficit fiscal, aparte de ser, coincidentemente, donde hay tanto una abrumadora mayoría partidaria de seguir formando parte de una España íntegra como mayor población.

Pues bien, según el portal web Dolça Catalunya, “Barcelona aporta a la Generalitat 22.468€ millones, pero sólo recibe 17.888€ millones de la misma: el saldo fiscal negativo es de 4.580€ millones” mientras que el resto de provincias catalanas reciben más de lo que aportan a las arcas de la Generalidad.

O sea, que mientras que “se quejan de vicio” los nacional-catalanistas ya que, aparte de la cuantía resultante del redistributivo sistema de financiación autonómica, reciben ingentes inversiones e inyecciones de liquidez del Gobierno de España, discriminan a las comarcas con menos voto nacionalista.

Derecho a decidir solo para algunos

Los partidarios de una república de Cataluña independiente del Reino de España apelan al derecho a decidir y al de autodeterminación. Consideran tener derecho a un Estado para un concepto de nación falaz, resultante de un proyecto de ingeniería social ejecutado mediante el adoctrinamiento y la propaganda.

Todo proyecto de manipulación de las masas requiere cierta coacción (no se trata de una promoción de una oferta libremente intercambiada). Por ello recurren a medios de comunicación que no solo pagan ciudadanos interesados e imponen el uso del catalán y el estudio de un currículo educativo determinado. Así pues, vulneran el derecho a decidir de otros individuos.

Ahora bien, en relación a la autodeterminación, que como acertadamente señaló el economista Ludwig Von Mises, “no es el derecho de autodeterminación de una unidad nacional delimitada, sino más bien el derecho de los habitantes de cualquier territorio a decidir sobre el Estado al cual desean pertenecer”, hay que decir que no quieren considerarla para unidades de orden inferior.

La propuesta-borrador de texto constitucional para un hipotético Estado catalán no contemplaba ninguna posibilidad de secesión de aquellas unidades que deseen bien continuar en España o independizarse también de Cataluña. Quieren imponer la catalanidad plena incluso a Tabarnia y el Valle de Arán.

Y es que, ya que se desea poner sobre la mesa la cuestión del “derecho de autodeterminación” o “de secesión”, lo justo sería interpretar bien los términos y ser coherente reivindicándolo para todos. Pero nada, tan evidente es la injusticia como la ausencia de contexto histórico que pudiera justificarlo.

La brecha social abierta por los nacionalistas catalanistas es una realidad

Aparte de la información analizada anteriormente, a escala comarcal, se da el caso de que, en las provincias de Barcelona y Tarragona, también fue la formación más votada una de corte constitucionalista. De hecho, menos del 50% de votos obtuvo el bloque nacional-catalanista y golpista el pasado jueves.

No se trata de una división entre idealistas nostálgicos y pragmáticos (es más, por razones ya obvias sería imposible), sino entre un conjunto que se siente español y otro que, en considerables proporciones, es víctima del adoctrinamiento manipulador nacional-catalanista, facilitado gracias a medios estatales (siendo el Estado autonómico la raíz del problema).

De hecho, aunque alguno pueda acusarnos de ser demasiado dramáticos, se ha abierto una brecha social no ya en cuanto a porcentajes sobre cuestiones sociológicas. Por tan solo no respaldar el “procés”, ha habido rupturas familiares, pérdidas de amistades e, incluso, acoso escolar.

Y bueno, ya ven, divisiones entre comarcas independentistas y no independentistas. Eso sí, si alguien se atreviera a hablar de pluralismo político con esas diferencias, habría que recordarle que hablamos de una cuestión meramente territorial, independientemente de las ideologías. Plural sería no señalar a aquellos que defienden la españolidad de Cataluña.

Una solución efectiva no debería conservar la raíz del problema

Siendo sincero, me gustaría que ese mismo mainstream político que está dispuesto a reformar la Carta Magna española para garantizar una secesión de facto de Cataluña tuviera más en consideración a los araneses y “tabarneses”, más escépticos a confiar en quienes quieren desintegrar España.

Sin embargo, si la ingeniería social nacional-catalanista ha sido más factible gracias a las competencias educativas, los medios audiovisuales y la propaganda de la autonomía catalana, mucho más acertado sería acabar con el Estado de las Autonomías, transitando hacia un Estado unitario con descentralización municipal y una sociedad civil fuerte.

En cualquier caso, lo que está claro es que no todas las comarcas quieren “dejarse secuestrar” por una estrategia en base a la cual se está perpetrando un golpe de Estado, atropellando las libertades de los catalanes para crear un nuevo Estado etnicista y socialista-comunista, y manteniendo la brecha social.

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Comentarios:

  1. pacococo

    El daño que ha hecho el prusés es que ha dividido las familias. En unos familiares de mi yerno, que viven en Barcelona, se da lo típico, dos cuñados que ni se hablan. Luego está el daño económico, pero creo que la división entre familias es mucho peor.

    Las zonas rurales hay que tomarlas con ciertas precauciones. En los pueblos pequeños todos se conocen y nadie quiere señalarse, de modo que todos a una con lo que toque. Si toca separatismo, todos separatistas, aunque o tengan ni idea de lo que significa. De modo que esos votos yo los pondría en cuarentena. En todas partes y para todas las votaciones.

    Una cosa curiosa es que el acceso al Valle de Aran es o por Francia o por Aragón, de modo que si se separara Cataluña, el Valle de Arán se quedaría separado y tendrían que pasar por Aragón. Claro que Aragón también es un país catalán. A eso llega el cerrilismo de los Cocomocho’ boys.

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