Sánchez quiso pelear con un difunto y está perdiendo: ¿se puede hacer más el ridículo?

Si Fernando Vizcaíno Casas aún viviese, hoy podría escribir una novela en la que un 30 de octubre, en vísperas del mes de difuntos, se oyesen unas carcajadas de ultratumba en Cuelgamuros.

Si consiguen expulsar a Franco del Valle de los Caídos, lo tendrán en pleno centro de Madrid
Un delito de profanación no se legaliza con un decreto-ley: Sánchez cometería prevaricación

Una pelea desigual contra un general gallego que lleva 42 años muerto

La historia podría ser una continuación de su novela "Y al tercer año, resucitó". Se iniciaría con un PSOE que tras perder las elecciones busca el apoyo de separatistas, proetarras y comunistas para llegar al poder, prometiendo unas elecciones y desdiciéndose una vez pasadas las puertas de La Moncloa. Tras haber arruinado dos veces España (una con Felipe González y otra con Zapatero), el PSOE no tiene mucho que ofrecer en política económica y el nuevo presidente, un tal Sánchez, decide que su legislatura se centrará en ganarle una pelea a un gallego octogenario que lleva 42 años muerto y enterrado. ¿A qué clase de idiota se le ocurre hacer campaña contra un difunto, con el fin de que el epitafio de su mandato sea: "saqué a un muerto del Valle de los Caídos"?

Un decreto con el que Sánchez ganó el primer asalto

A este tipo, que considera que el Senado está para estorbarle y que las leyes están para saltárselas, no le ha importado cometer un delito de profanación, posiblemente otro de prevaricación e incluso violar un tratado internacional, el firmado con la Santa Sede y que prohíbe expresamente al Estado violar los lugares de culto. Este tipo se cree que se puede gobernar por decreto, y así dictó uno en pleno mes de agosto asegurando que 42 años después corría mucha prisa desenterrar ese cadáver (la palabra "urgente" aparece ocho veces en el decreto). El punto 3 del decreto afirma: "Los familiares podrán disponer en dicho plazo sobre el destino de los restos mortales indicando, en su caso, el lugar de reinhumación". Este decreto acaba incorporándose a la Ley de Memoria Histórica de 2007. Mientras la oposición se lava las manos como Pilatos, Sánchez, encantado de conocerse a sí mismo, ya se ve ganador en la desigual pelea. Primer asalto para el okupa de Moncloa.

Sánchez, vapuleado con su propio decreto: asalto para Franco

Los descendientes del difunto, que ya deben saber que el deseo del gobierno es -en el fondo- echar los huesos del general a los perros, deciden atenerse al decreto y anuncian que si el gobierno saca a Franco del Valle de los Caídos, le enterrarán en la cripta de la Catedral de la Almudena, en pleno centro de Madrid, junto al Palacio Real, donde la familia dispone de un panteón de su propiedad. El arzobispado no se opone. Y al gobierno, totalmente descolocado, no le queda más que reconocer lo obvio. El 12 de octubre la vicepresidenta reconoce que "no puede hacer nada más que respetar" el deseo de la familia de enterrarlo en la Almudena, y añade: "No depende de nosotros. No podemos decidir a dónde van los restos. Estamos hablando de unos restos humanos, aunque sean de un dictador". Y es que la cripta de la Almudena es un lugar privado que depende de la Iglesia, ahí el gobierno no tiene ninguna potestad. Segundo asalto para el ferrolano.

Carmen Calvo acude en auxilio de Sánchez y donde dijo digo dice Diego

Pero la izquierda se pone rabiosa. El 25 de octubre montan una mani... digo... una minifestación ante la Almudena para protestar. Sabiendo que no tiene medios legales para evitar que Franco acabe en la Catedral, Calvo viaja al Vaticano y vuelve diciendo que le han dado la razón en lo de no enterrar a Franco en la Almudena. La mentira le dura poco a la vicepresidenta: hoy el Vaticano lo desmiente y dice que no se pronunció sobre los restos del dictador. Por si no bastasen los zascas al gobierno, los nietos de Franco dicen: "Sólo aceptaremos que siga en el Valle o el traslado a la Almudena". Tercer asalto para el ferrolano. Su rival empieza a parecer noqueado.

Calvo se desdice y asegura que la ley dice algo que no dice

Parece que el gobierno va a tener que tragarse su propio decreto sólo dos meses después de dictarlo. En una rabieta propia de una niña pequeña cuando la pillan mintiendo, Calvo amenaza a la Iglesia con aplicar la ley. ¿Pero qué ley, si ella misma dijo el día 12 que el gobierno no podía oponerse al traslado a la Almudena? El gobierno filtra a los medios que aplicará los artículos 15 y 16 de la Ley de Memoria Histórica, uno referido a monumentos públicos y el otro al Valle de los Caídos: no son aplicables a la Almudena. Incluso habla de aplicar el preámbulo, algo que sólo puede provocar carcajadas como las que imaginaría hoy Vizcaíno Casas en Cuelgamuros. Para el caso es como apelar a la Ley Agraria de Extremadura o a la Ordenanza Municipal sobre Jardines de Lugo. Este gobierno cree que puede hacer lo que le da la gana. Y lo único que ha conseguido es demostrar su incompetencia y su prepotencia. Eso sí, una prepotencia selectiva: amenaza a la Iglesia por un enterramiento el mismo gobierno que es incapaz de llamar al orden a sus socios golpistas de Cataluña. Al final, lo que queda claro es que a este gobierno le sacas del tema Franco y va como un pollo sin cabeza. Menudas risas que se echaría don Fernando si viese esto...

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(Foto: Bartolomé Ros. El entonces general de brigada Francisco Franco y su amigo, el coronel Millán Astray, entonando canciones legionarias en el Cuartel de Dar Riffien en 1926)