Repugnante blanqueamiento del separatismo violento por el canal izquierdista

La selectiva equidistancia progre de La Sexta: ¿por qué en Cataluña sí y en Blanquerna no?

Anoche La Sexta hizo que muchos espectadores sintiesen un déjà vu con la emisión del programa de Jordi Évole dedicado a lo que ha venido ocurriendo en Cataluña estos últimos días.

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El Gobierno socialista quiere volver a pactar con el separatismo y antes hay que darle un lavado

Como en otros momentos de nuestra reciente historia democrática, parte de la izquierda -pues La Sexta se encuadra en ese sector ideológico- ha adoptado una actitud de equidistancia entre los demócratas y los violentos, entre quienes defendemos nuestras ideas por medios pacíficos y democráticos, y quienes utilizan la violencia para imponer las suyas a los demás. He hablado de déjà vu porque esto ya ocurrió con ETA, y para justificar su equidistancia, esa izquierda -sobre todo la mediática- no ahorró esfuerzos en lanzar basura contra las víctimas del terrorismo que no querían pasar por el aro de la negociación con los asesinos, al mismo tiempo que intentaba blanquear a terroristas. Ahora, la historia se repite. Y se repite porque tenemos un Gobierno socialista que está empeñado en volver a pactar con los separatistas, con unos tipos que han jaleado a los violentos para que cortasen carreteras y sembrasen el caos y la violencia en Cataluña. Y para volver a pactar con ellos, antes tienen que blanquearlos, porque se han retratado como unos matones y pactar con gentuza así, de buenas a primeras, provocaría mucho rechazo.

Negando la violencia en Cataluña y equiparando a la Policía con los matones separatistas

Évole y sus coleguillas no hicieron ayer otra cosa que intentar preparar la cama para ese nuevo pacto con los separatistas. Para ello, intentaron hacer un programa en el que pareciese que ambos bandos habían cometido errores, y que la solución era hablar y darse la mano, y tan amigos. Podemos ver aquí dos claros ejemplos de ese planteamiento, plasmados en sendos tuiteos del programa "Salvados" que dirige Évole:

En el primero de los tuiteos, La Sexta mete el matonismo separatista y las cargas policiales en el mismo saco de "violencia", como si fuese equiparable el hecho de que unos salvajes separatistas se lancen a las calles a atacar a la Policía, a vandalizar negocios y a destrozar mobiliario urbano, y el hecho de que la Policía intente pararles los pies, resultando heridos más de 200 agentes. En el segundo tuiteo La Sexta intenta hacernos creer que lo que hemos visto en Cataluña no es violencia ni terrorismo, y que afirmar eso es banalizar ambas cosas. Pero ¿no es violencia que una banda de energúmenos haya dejado algunas de las calles de Barcelona con un aspecto propio de una guerra? ¿Cómo llamamos sino terrorismo al hecho de que los CDR estuviesen preparando bombas para utilizarlas en esta ola de violencia? ¿Cómo llamamos sino terrorismo al hecho de que unos tipos encapuchados hayan intentado matar a policías incluso recurriendo a cócteles molotov? Dos policías fueron hospitalizados en estado grave. Uno de ellos sigue ingresado. ¿De qué fue víctima ese Policía, sino de unos violentos empeñados en cargarse a un agente de la ley?

La Sexta presenta a una candidata de Podemos como representativa de las víctimas de ETA

Como hemos visto, el programa de La Sexta entrevistó a Rosa Lluch, presentándola como "hija de la víctima de ETA", pero olvidándose de añadir que es también candidata de Podemos al Senado. El programa presentó su opinión -negando que lo de Cataluña sea terrorismo e incluso violencia- como si fuese la única representativa de las víctimas de ETA. Pero no lo es. La Sexta pudo haber llamado a Francisco José Alcaraz, senador de Vox, que perdió a su hermano y a sus dos sobrinas pequeñas en un atentado de ETA, y que seguro le habría expresado una opinión muy diferente. Dicho sea de paso, ayer mismo la señora Lluch criticó a Marlaska por "frivolizar" el concepto de violencia, como si lo que hubiese ocurrido estos últimos días en Cataluña fuesen manifestaciones pacíficas. Hace cuatro días, Lluch también pidió la puesta en libertad de los golpistas condenados por el Supremo por haber cometido delitos de sedición y de malversación de fondos públicos. Eso ya no es equidistancia: eso es reclamar impunidad para unos delincuentes condenados con todas las garantías procesales de un país democrático. Además, con Lluch estaba Gemma Nierga, que en el año 2000, durante la manifestación en repulsa por el asesinato de Ernest Lluch a manos de ETA, provocó una polémica al saltarse el guión y pedir al Gobierno de Aznar que dialogase con los terroristas de ETA. ¿Veis por qué digo lo del déjà vu?

El diferente trato de La Sexta a otros violentos que asaltaron una librería

La selectiva equidistancia de ese canal queda en evidencia con una simple pregunta: ¿habría hecho La Sexta un programa así si los responsables de esa ola de violencia en Cataluña fuesen defensores de la unidad de España? Para hallar una respuesta a esta pregunta ni siquiera hay que recurrir a la imaginación: La Sexta no hizo nada parecido con los falangistas condenados a diversas penas de prisión por asaltar la librería Blanquerna de Madrid en septiembre e 2013. Es más: el canal izquierdista les tachó de "ultras", un término que no ha utilizado en ningún momento para referirse a los ultraizquierdistas que vienen perpetrado unos actos mucho peores que aquel asalto. Si ese canal fuese coherente, tendría que haber pedido también un diálogo con aquellos falangistas y haberles ofrecido sus micrófonos. ¿Por qué en Cataluña sí y en Blanquerna no?

Lo coherente desde un punto de vista democrático es afirmar lo mismo -que el que la hace la paga- sea cual sea la ideología del delincuente, sin excepciones. Sin embargo, La Sexta trata a los violentos separatistas y de extrema izquierda con indulgencia, incluso a pesar de haber cometido actos más graves que el asalto de aquella librería. Parece que para La Sexta hay violentos que no son del todo malos y que se merecen el regalito de su falsa equidistancia y de sus micrófonos para una buena sesión de blanqueo, simplemente porque eso es lo que le conviene al PSOE, no vaya a ser que su cobardía ante esos violentos le pase factura en las urnas. Al final, esa equidistancia no consiste en ponerse en medio, sino en alejarse de la civilización para aproximarse a la barbarie. Y luego desde ese medio aún se atreverán a repartir carnets de demócrata.

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Imagen: La Sexta.

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Comentarios:

  1. Luis Carlos

    Una de las tácticas de la propaganda es el relativismo moral, que unos no parezcan tan malos ni los otros tan buenos.

    Lo de la Sexta podrán decir lo que quieran pero sólo están predicando al coro. Los únicos que los oyen son los que ya están convencidos, y los demás no nos vamos a convertir. A pesar de todos los esfuerzos propagandísticos no han conseguido que todos acepten el aborto, y este amenaza la revolución sexual de los 60, uno de los principales ganchos para atraer nuevos adeptos a costa de renunciar a la moral cristiana que predica la castidad. Si la opinión pública por fin rechaza el aborto, entonces los hippis y bohemios que predicaban el amor libre serán vistos como responsables de más muertes inocentes que las guerras medievales. Será cada vez más difícil captar nuevos simpatizantes cuando todos se den cuenta de los verdaderos frutos de la izquierda, a pesar de todos sus esfuerzos de presentarse como los que nos han salvado de vivir una distopía como la teleserie «el cuento de la criada».

    En los próximos años las cadenas de televisión lo va a pasar mal, no sólo por la competencia de los servicios de streaming como Netflix (que por cierto, ha perdido muchos abonados después de declarar su postura sobre el aborto) sino porque muchas empresas se dan cuenta de que sus productos son para un consumidor con un mayor nivel cultural y adquisitivo, y por tanto le conviene más invertir en publicidad a través de internet. Los anuncios de la tele será para alimentos, medicinas y productos de limpieza, y el trailer de alguna película de vez en cuando.

    Si Vox por fin consigue tener suficiente peso, y exige cerrarle el grifo a los medios de comunicación, algunos lo van a pasar muy mal.

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