Ser provida es causa de despido para la progresía eclesial en Barcelona y Milán

Ayer leí dos noticias que me han dejado perplejo. En primer lugar, una técnico de rayos X ha sido despedida de un hospital barcelonés tras sufrir una campaña de mobbing en su trabajo, y todo "por defender la vida" y por ser una católica consecuente, pues había manifestado reiteradamente sus críticas a la práctica de abortos -un acto contrario a la ética médica- en ese centro.

Una película que muestra la verdad sobre el aborto

El segundo caso nos lleva a Italia. Un profesor de religión con 27 años de experiencia ha sido despedido en Milán por mostrar a alumnos de 16 años la película provida "El grito silencioso" (se puede ver aquí la versión italiana), que muestra la verdad sobre la eliminación legal de seres humanos en edad prenatal. La película fue realizada con grabaciones hechas por el doctor Bernard Nathanson, un antiguo "rey del aborto" que se hizo provida, en las que se muestran en qué consiste la práctica de un aborto. Yo vi la película en mi colegio cuando era un adolescente, y no puedo hacer menos que agradecer el favor que me hicieron al mostrar una verdad tan incómoda que algunos, como podéis ver, están dispuestos a dejar sin trabajo al que se atreva a mostrarla.

El riesgo de oponerse al aborto en un hospital católico

Los dos casos que nos ocupan son ya graves de por sí en una sociedad que sostiene de forma tan machacona la idea de que en la libertad de expresión cabe de todo. De todo, a excepción de las críticas al aborto, a la ideología de género o a cualquier otro de los dogmas ideológicos progres, claro. Pero si esas represalias ya son intolerables en el ámbito de la sociedad civil, lo más indignante es comprobar que ambos casos se han dado en estamentos dependientes de la Iglesia. En el caso barcelonés, el centro hospitalario en cuestión es el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, del que ya hablé aquí y en el que según las autoridades eclesiales barcelonesas, no se perpetran abortos, aunque en los informes anuales del Ministerio de Sanidad sobre centros en los que se realizan abortos figure ese hospital una y otra vez (incluido el informe sobre 2013 publicado a finales de diciembre). Que autoridades eclesiales falten a la verdad sobre la práctica de abortos en un hospital católico es muy grave, y que se despida a una profesional católica por criticarlo ya es el colmo. Hay que decir que a esta situación contribuyen no sólo los sectores progres dominantes en la Iglesia catalana, sino también otros sectores de la misma que prefieren echar tierra sobre el asunto o intentar desvincular a las autoridades eclesiales de su responsabilidad al respecto.

Sin permiso para enseñar religión católica por poner una película provida

En el caso de Milán, el despido ocurrió en el Istituto Superiore Cardano. En él, la idoneidad de los docentes que imparten la asignatura de religión la otorga la Iglesia por medio de la Curia ambrosiana, responsable de la enseñanza de religión católica en la Archidiócesis de Milán. Por el mero hecho de proyectar ese vídeo, la Curia le ha retirado la idoneidad al veterano profesor, por lo que no podrá seguir dando clase de religión católica. Y todo esto cediendo a las presiones del diario izquierdista La Repubblica, conocido por sus posiciones hostiles a la Iglesia. Paradójicamente, la prensa abortista ha criticado al profesor por herir la sensibilidad de los estudiantes, pero según la ley italiana "una menor de 13 años puede, incluso sin el permiso de sus padres, ir a los hospitales y clínicas afiliadas a abortar", como denunciaban hace unos días desde la organización provida italiana Associazione No194, que convocó ayer una manifestación de protesta contra el despido.

Si no quieren ayudar, al menos que no penalicen la defensa de la vida

Como católico provida hace ya tiempo que no espero de la Iglesia un mayor apoyo a la causa de la defensa de la vida, en primer lugar porque esta causa es algo de razón y de sentido común, y ya va siendo hora de romper el falso tópico de que para ser provida hay que ser católico. Pero además, vista la actitud de ciertas autoridades eclesiales -algunos prefieren callarse para ahorrarse líos con el poder político, o incluso para granjearse la simpatía de la prensa-, tal como estamos me conformo con que la Iglesia no entorpezca esa defensa de la vida y no se dedique a penalizar o torpedear a la gente y a los movimientos civiles que contribuyen a ella. Eso sí, llegado el caso -y casos, como vemos, ya hay dos-, no tendré inconveniente alguno en seguir dedicando a ciertas autoridades eclesiásticas entradas tan críticas como ésta y como las que ya dediqué a las de Barcelona y Tarrasa por su inadmisible actitud ante la práctica de abortos en hospitales católicos o participados por la Iglesia. Yo, queridos lectores, soy católico, no clerical.