Confunden su posición equidistante con la sabiduría de aquel Rey de Israel

El PP, Salomón y el aborto: lo que implica no haberse leído un pasaje bíblico hasta el final

Al tratar el aborto de lo que hablamos es de la muerte provocada de un hijo por nacer en el vientre materno, pero algunos parecen hablar sobre la gelatina.

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El PP filtra a El Mundo su equidistante posición sobre el aborto

Este martes, y después de varios días sin decir ni una palabra sobre la sentencia del Tribunal Supremo de EEUU en relación al aborto ni sobre la manifestación provida del pasado domingo, la dirección del PP filtró al diario El Mundo su curiosa posición sobre el aborto. Básicamente, consiste en la equidistancia entre el aborto y el derecho a vivir. Una equidistancia imposible: es la misma que podríamos pretender establecer entre estar vivo o estar muerto. No hay nadie que esté medio vivo o que esté un poco muerto, y tampoco hay equidistancia posible en esta cuestión: o defiendes la vida o defiendes la muerte.

Por supuesto, ésta es la reflexión lógica cuando reflexionas sobre el aborto como lo que es: matar a un inocente. Pero el PP no parece pensar en eso. El PP intenta contentar a abortistas y providas para llevarse los votos de ambos, sin darse cuenta de que así no contenta a nadie. Es la vieja práctica política de intentar nadar y a la vez guardar la ropa, que se convierte, en realidad, en un doble engaño. Pero lo más llamativo de esa noticia de El Mundo es que afirma que "el PP opina que ha de buscarse una solución salomónica", en la creencia de que esta expresión es la que mejor resume el "acierto" (es un decir) de su equidistancia.

"El Juicio del Salomón", por Frederic Henri Schopin.

Lo que dice la Biblia sobre el juicio del Rey Salomón

Hay que disculpar al PP en un punto, y es que creer que una "solución salomónica" equivale a una solución equidistante es un error muy extendido, y que se deriva de una lectura incompleta de un famoso episodio bíblico que figura en el Capítulo 3 del Primer Libro de los Reyes, en el que el Rey Salomón emitía su juicio sobre la reclamación de dos prostitutas. Leamos lo que dice:

"Una vez, dos prostitutas fueron a presentarse ante el rey. Una de las mujeres le dijo: «¡Por favor, señor mío! Yo y esta mujer vivimos en la misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa. Tres días después de mi parto, dio a luz también ella. Estábamos juntas; no había ningún extraño con nosotras en la casa, fuera de nosotros dos. Pero una noche murió el hijo de esta mujer, porque ella se recostó encima de él. Entonces se levantó en medio de la noche, tomó de mi lado a mi hijo mientras tu servidora dormía, y lo acostó sobre su pecho; a su hijo muerto, en cambio, lo acostó en mi regazo.

A la mañana siguiente, me levanté para amamantar a mi hijo, y vi que estaba muerto. Pero cuando lo observé con mayor atención a la luz del día, advertí que no era mi hijo, el que yo había tenido». La otra mujer protestó: «¡No! ¡El que vive es mi hijo!». Y así discutían en presencia del rey.

El rey dijo: «Esta mujer afirma: «Mi hijo es este, el que está vivo; el que está muerto es el tuyo». Esta otra dice: «No, tu hijo es el muerto; el que está vivo es el mío». Y en seguida añadió: «Tráiganme una espada». Le presentaron la espada, y el rey ordenó: «Partan en dos al niño vivo, y entreguen una mitad a una y otra mitad a la otra»".

Hasta aquí parecen haber llegado los que consideran que una "solución salomónica" consiste en adoptar una posición equidistante. Pero el capítulo no acaba ahí. Sigamos leyendo:

"Entonces la mujer cuyo hijo vivía se dirigió al rey, porque se le conmovieron las entrañas por su hijo, y exclamó: «¡Por favor, señor mío! ¡Denle a ella el niño vivo, no lo maten!». La otra, en cambio, decía: «¡No será ni para mí ni para ti! ¡Que lo dividan!». Pero el rey tomó la palabra y dijo: «Entréguenle el niño vivo a la primera mujer, no lo maten: ¡ella es su madre!». Todo Israel oyó hablar de la sentencia que había pronunciado el rey; y sintieron por él un gran respeto, porque vieron que había en él una sabiduría divina para hacer justicia".

"El Juicio de Salomón", por Nikolai Nikolaevich Ge.

El PP no es como Salomón: busca captar votos a costa de vidas humanas

Como podemos ver, la fingida equidistancia del Rey no fue más que un truco para desenmascarar a la prostituta que mentía sobre ese pequeño. Salomón no fue equidistante: fue sabio, y devolvió al bebé a su verdadera madre, que fue la que demostró un verdadero amor materno por él, incluso estando dispuesta a renunciar al niño a fin de salvar su vida. Que el PP haya presentado su equidistancia como una "solución salomónica" es muy torpe y desafortunado, además de demostrar una gran ignorancia sobre ese pasaje bíblico.

En el debate del aborto, igual que pasaba en aquel juicio, estamos hablado de vidas humanas. La solución equidistante implica destrozar una vida. La solución justa es respetar esa vida. Defender el Bien y la Justicia no equivale a querer contentar a todo el mundo, especialmente cuando las posiciones encontradas consisten en la defensa del derecho a la vida, por un lado, y la afirmación de falso "derecho" a matar a seres humanos inocentes, por el otro. A la luz de esa lectura, lo que está claro es que la dirección del PP no comparte la sabiduría del Rey Salomón, pues pretende captar votos a costa de destrozar vidas humanas.

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Comentarios:

  1. wladimir

    es verdad….

    la supuesta equidistancia del PP entre el aborto y el derecho a vivir…simplemente es puro bulo…eso no existe…en este mundo y en la naturaleza no existen los grises…o defiendes fe y la vida o defiendes la incredulidad y la muerte…

    pero al parecer el PP defiende parcialmente la vida y la muerte….y eso simplemente no puede ser…esta es la formula «intermedia» para quedar bien con Dios y con Satanas…y al final como siempre el PP no queda bien con nadie…al PP solo le importa captar el Voto «util» de todos…a costa de destrozar vidas inocentes…

  2. Lunaa

    No obstante la equidistancia arroja luces cuando pretendemos mantenerla (sin resultados posibles) en la razón de la justicia o el derecho y respecto al padre, la madre y el hijo. No hay solución en que se dé un equilibrio, tampoco que tenga una justificación de la pérdida de uno de los elementos en resarcimiento de otro, aunque no por ser distributiva ni por ser equitativa sería justicia per se. Pero no se trata de un reparto, ni siquiera de una atribución a una parte. Lo que aquí tenemos es si se da muerte o no se da a una de las partes, que además es pasiva (no actora).

    La muerte en caso de aborto provocado se da siempre al hijo, en ningún caso a los padres. Y esto es una clara muestra de intencionalidad muy alejada de la equidistancia (también del derecho). Y este es el secreto que han venido guardando siempre los abortistas oculto bajo una perspectiva que contempla sólo las pretensiones que (ellos dicen) puede tener la mujer. Porque desaparecen las del hijo, las del hombre que engendró, las circunstancias que conducirían a soluciones no tanáticas y hasta los beneficios por todos alcanzados si no hay aborto.

    La equidistancia entre tres puntos se puede contemplar desde tres segmentos o no se está dando, eso es geometría elemental. Y a la trigonometría poco se le puede objetar. Una propuesta genial es la de Elentir: «casi vivo o un poco muerto» el hijo. Las otras dos serían matar a cualquiera de los tres (¿cómo decidirlo, lo jugamos a los chinos?) y no siempre al mismo, pero no nos iba a quedar un aborto muy purista. O matar a los tres, equidistante a tope, pero no sé yo si eso se sale un poquillo de lo que se pretende. Vamos, que me están quedando unos abortos algo extravagantes porque esta equidistancia es absurda, y al absurdo la he reducido.

    Lo tenía mucho más fácil para hacerlo y lo he dejado para el final por darme este paseo cavilatorio. Aunque sólo consideremos a madre e hijo (cometiendo la injusticia de hurtar los derechos del padre) tendremos siempre que el aborto se contempla en una cercanía a la que sería madre, que una equidistancia verdadera no se puede mantener con la estrategia de si miramos que no la hay o dejamos de hacerlo, única postura que el PP mantiene oficialmente.

  3. Anacrusa

    Siempre digo lo mismo: ¿cuántos que hoy son abortistas VIVEN gracias a que, cuando nacieron, había leyes que prohibían su asesinato cuando estaban en el vientre de su madre? ¿Y cuántos VIVEN hoy gracias a que sus propias madres, aún siendo ellos posiblemente hijos no deseados, consideraron que no tenían derecho a extinguir la vida que llevaban en su vientre?

  4. JuanM

    Bueno, y qué esperaba, sr. Elentir, de un partido que se presenta a sí mismo como contable, chupatintas, cagatintas o, por no hacer un feo a su propia presentación: gestor…
    La ignorancia, la incultura y la altura moral de los dirigentes del PP empieza a ser tan evidente como la de sus maestros sociólogos del PSOE.
    Una vez más aprovecho mi opinión para dejar constancia en la misma de la evidente complicidad de la Conferencia Episcopal en el sostenimiento ideológico,a través de sus canales informativos, de un partido pro aborto, pro eutanasia, pro ideología de género, «Memoria Histórica» y pro lobby LGTBI como es el PP, amén de incitador a la división entre españoles habida cuenta de la política nazionalista del PP en Galicia.

    Así pienso y así opino.

  5. fersa

    Asi es, respecto a este tema no hay grises. O se está a favor del derecho a la vida de todo ser humano no nacido, o se está a favor de que puedan matarse seres humanos no nacidos en función de un supuesto derecho de la madre a decidirlo. Que se puedan matar según se cumplan unas condiciones más o menos amplias, únicamente implica que se acepta se les pueda matar. El PP aquí se define como «según», es decir, está de acuerdo con que se les pueda matar, después ya es cuestión de definir en qué circunstancias considera sí y en cuales no.

  6. Jandro

    ¿Matamos al hijo para salvar la vida de la madre o matamos a la madre para salvar la vida del hijo? Solo en los contadísimos casos en los que se haya podido dar ese dilema, tendría cabida la equidistancia. Todo lo demás es aniquilar la vida de uno frente a disminuir el confort del otro, una asimetría que solo desde el cinismo más hipócrta se puede no entender.

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