¿Todos estamos locos?

Uno de los grandes avances del siglo pasado se dio en el campo de las enfermedades mentales. Durante siglos, muchas patologías asociadas a la mente humana fueron diagnosticadas y tratadas de las formas más disparatadas. Las investigaciones en psiquiatría y psicología dieron un paso de gigante en el siglo XX... pero ese avance ha dado lugar a efectos nada positivos en la sociedad.

Hay un anuncio en la tele en el que sale un pescadero recetándole medicamentos a una clienta. Eso mismo podría aplicarse a las patologías mentales: hoy en día parece que casi todo el mundo sabe de psiquiatría y es capaz de autodiagnosticarse y diagnosticar a otros. La fijación con estos temas lleva en ocasiones a lanzar afirmaciones que inducen a pensar que todos estamos locos, en el sentido de que todos padecemos alguna enfermedad mental más o menos acusada. Esto se aprecia de forma más acusada en la que -en mi modesta opinión- fue una de las mayores patrañas que se pusieron de moda en la pasada centuria: el psicoanálisis.

En nuestro lenguaje habitual se han asimilado, de hecho, muchas palabras de la psiquiatría, que se han divulgado más de la cuenta hasta perder, para mucha gente, toda la importancia que tienen. Por ejemplo, a menudo ya no decimos que estamos tristes, sino que estamos "depres", es decir, deprimidos. Las alusiones a paranoias, traumas, obsesiones, complejos, etc., son tan frecuentes y se han vulgarizado tanto que corremos el riesgo de trivializarlos.

Lo que me parece llamativo es que las autoridades sanitarias no dediquen a estas cuestiones ninguna campaña...

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Comentarios:

  1. Ya lo estoy viendo:

    ‘No podemos ponernos una camisa de fuerza por tí’

  2. Los hombres me han llamado loco. Pero todavía no se ha resuelto la cuestión de si la locura es, o no, la forma más elevada de la inteligencia, si mucho de lo glorioso, si todo lo profundo, no surgen de una enfermedad del pensamiento, de estados de ánimo exaltados a expensas del intelecto general.

    Esta frase es de Poe, de uno de sus cuentos de terror, Eleonora. ¿A que es buena?

    La verdad es que el tema de las alteraciones mentales es realmente llamativo y seguro que su estudio es apasionante. Muchos de los grandes genios que ha habido a lo largo de la historia han tenido comportamientos que podríamos calificar como alteraciones mentales. P.e. Van Ghog todos sabemos que estaba loco y era un genio; Picasso es, muy probablemente, el mayor genio que ha dado jamás la pintura, y era un déspota; Mozart era inestable y un tanto histérico; y multitud de reyes y artistas han sido estudiados por psiquiatras y se ha llegado a la conclusión de que sufrían enfermedades mentales. Es curioso que en tantas ocasiones la grandeza vaya asociada a las alteraciones psicológicas.

  3. Iosumadre

    Yo no creo que la grandeza vaya asociada necesariamente a la patología mental. Depende de qué entienda uno por grandeza. Grandeza puede ser que te coronen rey o «epatar burgueses» en una sociedad como lo era la europea de comienzos del siglo pasado, pero también puede ser hacer un trabajo muy anodino pero muy importante para la sociedad de la mejor, más digna y más humilde forma. Lo que sí es cierto es que las personas famosas, destacadas, suelen tener neuras, y en parte es por eso por lo que destacan. Una persona que se sale de la norma es una persona especial, no convencional, y su psique suele estar llena de intrincados y laberínticos recovecos. Pero eso no es necesariamente un signo de grandeza, al menos tal como yo la entiendo. Insisto: hasta el más modesto campesino es grande.

    Por otra parte, lo mismo sucede a la inversa. Cualquiera, también las personas corrientes y molientes, tienen alguna clase de problemas, inquietudes, etc. Todos tenemos un carácter, con virtudes y defectos, todos somos humanos, y sólo por eso todos padecemos siempre alguna que otra mala jugada por parte de nuestra mente. De ahí que, como dice Elentir, haya que andarse con pies de plomo a la hora de llamar «loco» a algún individuo. Si locura es simple problemática psicoemocional, todos estamos entonces algo locos. Lo chungo es, claro, que hay quién se deja arrastrar por la locura, luego ésta se crece y termina por devorarlo.

  4. Iosumadre , con lo de «grandeza» no me refería al carácter o la categoría como personas, sino a su relevancia en la historia o en al sociedad de su momento. Muchas veces, como el caso de Van Gogh, puede ser buena parte del origen de su genialidad, y otras veces puede ser una consecuencia de su situación personal que le lleva a una alteración del comportamiento. El caso es que en no pocas ocasiones van unidas, independientemente de que se influyan o no.

  5. Bueno, hay que decir que en el terreno del arte se suele encontrar muchas extravagancias. La propia labor artística suele romper convencionalismos y da lugar a situaciones de incomprensión, y una forma de blindarse contra ello es la extravagancia, especialmente en aquellos campos artísticos que requieren una mayor abstracción. Quien haya pasado por la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra sabrá de lo que hablo. 8)

    En cuanto al poder, es posible que el ejercicio ilimitado del poder, la satisfacción de cualquier capricho sin ninguna limitación, pueda dar pie a alteraciones mentales. En fin, siempre me han interesado mucho estos temas, y siempre he echado de menos no saber más de lo que sé sobre estas cuestiones. Son muy interesantes. En todo caso, insisto en eso a lo que se refiere Iosumadre: hay que andarse con pies de plomo con estas cosas.

  6. Estamos ante una situación extraña con la psiquiatría. El cerebro debe analizar al cerebro. Eso no es fácil, como tampoco lo es el baremo de enfermedad mental que a veces se confunde con anormalidad. ¿El sufrimiento sicológico es síntoma de enfermedad mental? Pues entonces, sí, todos locos en mayor o menor medida. La neurología y la química farmacológica han sido los grandes avances en este terreno.

    Disiento en su valoración del sicoanálisis. Funciona con asociaciones, búsquedas dirigidas, y logra liberar de tapones, a veces 🙂

  7. El mayor problema del psicoanálisis, Luis, es el salto que quiso dar Freud desde el plano metodológico (lo que era, en fin, una forma de diagnóstico psicológico) al plano filosófico, intentando explicar la naturaleza humana sobre unas bases muy cuestionables. Ahí está, en mi modesta opinión, el más grave error del psiquiatra austriaco.

  8. Schwan

    Creo que el mayor error que se comete es presuponer que entre psiquiatría y psicoanálisis hay una especie de «parentesco», o que ambas disciplinas están ligadas de alguna manera.

    El psicoanalisis nace de la medicina, como un procedimiento terapéutico destinado al tratamiento de las neurosis. En concreto, de la práctica médica de Freud (lo cual no es lo mismo).

    Mientras que la psiquiatría es una rama de la medicina que se especializa en el tratamiento e investigación de los problemas mentales desde el punto de vista exclusivamente fisiológico.

    Una es una ciencia en su sentido más estricto: la psiquiatría; mientras que la otra es una disciplina que se va recreando y recomponiendo en su devenir histórico.

    Sería, salvando todas las distancias, lo mismo que comparar astronomía y astrología.

  9. Muy buen apunte, Schwan. 😉

  10. anónimo, gracias

    el psicoanálisis no se encuentra entre los tratamientos a la enfermedad mental que considero basados en conocimientos cieníficos, y lo digo de primera mano, no por haberlo probado como usuario, sino por haberlo estudiado como parte del plan de estudios de psicología (que por cierto margina esta disciplina de forma evidente). de todos modos, sea dado por bueno si consigue aliviar el sufrimiento del paciente (cosa que dudo, pues el negocio es q nunca se acaba uno de psicoanalizar, y por lo tanto, de superar el «trauma»). a mi parecer el psicoanálisis de sitúa al mismo nivel que la confesión, es decir, es cuestión de fe: para q funcione es necesario tener fe en las creecias q le dan base (cuestionables, por la imposibilidad de alcanzar una demostración empírica de las mismas), así como en la capacidad del «administrador» del remedio (léase sacerdote o psicoanalista) de conectar con un nivel privilegiado de entendimiento o conexión con la fuente de curación.
    Dicho eso, y desde mi posición de no creyente y pensadora científica:
    señora, confiésese si eso le hace sentir mejor
    caballero, psicoanalícese si eso le hace vivir con mayor felicidad

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