Hace cuatro años

Esa mañana yo había subido al Alto de San Cosme aprovechando una hora libre. Llovía, aunque no más que otros días, y para un gallego la lluvia nunca es un obstáculo. Ese día, sin embargo, me pilló ahí arriba un temporal que se avalanzó sobre nuestras costas sin esperarlo. Recuerdo los eucaliptos sacudidos por el fuerte viento como si fueran simples hierbajos. Nunca había visto ni he vuelto a ver un árbol agitarse de esa forma. Al momento llegó la tormenta, que descargó con fuerza en la montaña. Siempre me han gustado las tormentas, pero encontrarse una en la montaña y de aquel calibre, en fin... reconozco que pasé un muy mal rato.

Cuando intenté volver, me encontré que la única carretera de bajada estaba bloqueada por un árbol caído. Nunca me había pasado algo así. Al otro lado del árbol -¿sería mi ángel de la guarda?- apareció un paisano con su coche. Es raro que pasen coches por allí, tuve mucha suerte. Me dijo que rodeando la cima había un camino que atravesaba el monte, que podía bajar por allí. Me dirigí hacia allí y me confundí, metiéndome con el coche por un sendero estrecho hasta que me encontré otro árbol cruzado en el camino. Me pudo la desesperación: intenté mover el árbol (era pequeño) pero pesaba demasiado. Di marcha atrás y desandé todo el camino -qué bien me habría venido un todoterreno ese día-, y por fin encontré el dichoso camino de bajada.

Llegué a casa como si me hubiese dado una ducha vestido. Entonces vimos la noticia: el temporal había dañado un petrolero y se temía una marea negra. Los días siguientes, tanto antes como después del hundimiento, recuerdo haber ido a la costa muchas veces, a ver mi mar. Muchos gallegos de la costa hicimos lo mismo en esas fechas, intentando distinguir el avance del chapapote sobre las olas.

En el puente de la Inmaculada, tres semanas después, me fui con un amigo y una amiga a Corrubedo a limpiar chapapote como voluntarios. Habíamos estado en esas dunas varias veces, es un sitio precioso. Nos enviaron a una pequeña playita que quedaba junto a la zona habitada, justo al lado de unas casas. Recuerdo la primera impresión que tuve cuando llegué a la playa y la vi cubierta por una capa de líquido viscoso y de color marrón.

Nos pasamos horas y horas recogiendo aquella basura junto con otras docenas de voluntarios civiles. Hacía frío, pero acabamos muertos de calor debido al esfuerzo y a lo irrespirables que eran las máscaras y aquellos monos blancos (a la derecha se puede ver cómo acabó el mío). Recuerdo que el primer día se montó un follón porque ya no teníamos más contenedores donde meter el chapapote. Los paisanos del lugar se quejaron de todos los políticos, incluso de unos del BNG que habían ido de traje a hacerse la foto por allí.

La vuelta a Vigo fue silenciosa. Los tres que íbamos en el coche no teníamos palabras. El segundo día mi amiga volvió enferma. El sábado siguiente ya estábamos enfermos mi amigo y yo. Al sonarnos el pañuelo salía con manchas negras, y nos dolía la cabeza. A los pocos días yo caí enfermo con una de las peores gripes que he pasado. Me tuvo en cama media semana. Hasta entonces era raro que una gripe me afectase de esa forma, siempre digo que aquello consiguió bajarme las defensas, y desde entonces cualquier gripe me deja hecho una piltrafa.

En aquel momento fuí a algunas manifestaciones de la plataforma 'Nunca Máis'. Al principio parecía una protesta ciudadana espontánea, hasta que aquello empezó a desmadrarse y a dirigirse políticamente de una forma descarada. Las pancartas de 'Nunca Máis' se repartían en la sede del BNG, por ejemplo, o en la Federación Vecinal, entonces tomada hasta los topes por los nacionalistas. Yo no era nacionalista, ni lo soy, pero estaba muy indignado con la marea negra y con la penosa reacción del Gobierno. El hecho de que en los informativos de TVE hubiese consigna de no hablar de 'marea negra' cuando nuestras playas ya empezaban a estar cubiertas de chapapote fue ya la chispa que me hizo saltar. Sin embargo, la protesta fue políticamente salvaje. Recuerdo una manifestación en la que empezaron a corear gritos de "Bin Laden, amigo, Fraga sigue vivo", poco antes de que la sede del PP fuese literalmente destruida y asaltada. Aquello fue vergonzoso. 'Nunca Máis' y su radical politización fue una tremenda decepción para muchos que salimos a la calle a protestar por nuestro mar, y no siguiendo las consignas del Bloque.

Mientras seguían las protestas, esa Nochebuena yo volvía a estar como voluntario para limpiar chapapote en las playas de Carnota, en la Costa da Morte, junto a un amigo y dos amigas. Una de ellas estaba mal de la espalda y no podía levantar cargas, pero vino igual. Ya casi no había voluntarios civiles, pero sí que estaba con nosotros una unidad de artillería del Ejército venida desde Córdoba. Los soldados, cordobeses en su mayoría, no debían estar muy acostumbrados al mar, y menos aún a la bravura del Océano en las costas de Finisterre, porque recuerdo que salían corriendo en cuando veían llegar una ola y ésta empezaba a cubrirles las rodillas. Mis amigos y yo nos quedamos bastante sorprendidos. La espuma del mar ese día era negra.

Foto de José Castillo

En fin, la marea negra del Prestige se ha convertido en un acontecimiento más en mi vida, que me hizo conocer hasta dónde puede llegar la bajeza de algunos, pero que también me hizo admirarme de la generosidad de muchas personas, de dentro y fuera de Galicia, que se acercaron hasta la costa a limpiar chapapote. Especialmente agradecido recuerdo a los vecinos de Corrubedo, ofreciéndonos sus casas para darnos una ducha y comer cuando veníamos de limpiar la playa. Fue emocionante. Y bueno, esto es todo lo que se me ocurre contar de aquel suceso. Añadiré algo más: este mes de agosto también estuve en la montaña, con la ceniza. Otros ya habían conseguido su ansiado despacho en la Xunta, y a ésos ya no les vi el pelo.

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Comentarios:

  1. Hurssel

    Sin duda fue una tragedia, utilizada bastardamente al servicio de los intereses políticos de unos pocos. Y todavía hoy arrastramos esas bastardeces y estrecheces de miras de los bloqueiros…

    Sólo una puntualización, ése que llamas ‘mi mar’ también es un cachito mío, aunque me pille a 700 kms :mrgreen:

  2. Bueno, ese «mi» es afectivo, no posesivo. De todas formas, prometo dejarte medio metro de costa si alguna vez vienes a las Rías Baixas… :mrgreen: 😉

  3. Hurssel

    Sí, sí, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii… con ese cachito te juro que me conformo… 😀

  4. eos

    La verdad es que fué una tragedia.
    Pero afortunadamente, las playas vuelven a estar limpias y tan maravillosas como siempre.
    Y para ti tuvo que ser toda una experiencia.
    Gracias por compartirla 😉

  5. Olimpia

    Lo peor del Prestige es que volverá a ocurrir.
    Cuando ocurrió pensé en el Mar Egeo vertiendo su petróleo por toda la Península de La Coruña.
    Es absurdo llevarse las manos a la cabeza y rasgarse las vestiduras, cuando quien tiene en su mano que esto no ocurra vende la ecología por un plato de lentejas.

  6. Lo del «Mar Egeo» (1992) fue peor, con diferencia, que el accidente del «Prestige». Aquél se incendió junto a la ciudad de La Coruña, y la nube tóxica fue de tal calibre que se habló de evacuar la ciudad. Toda La Coruña estaba cubierta por el humo del incendio.

    Por otra parte, el «Mar Egeo» vertió 71.000 toneladas de crudo, más del doble del chapapote vertido por el «Prestige». ¿Por qué entonces no se montó el mismo follón que con el «Prestige»? Habrá que preguntárselo a Iker Jiménez. Es todo un misterio.

  7. Olimpia

    La respuesta es: «porque el PP no tiene bemoles».

  8. Drow_male

    #6 Mi respuesta es la siguiente: al verterse tal cantidad en la Ría de La Coruña, fue una catástrofe más localizada y fue más fácil traer las barreras (no hubo que repartirlas por toda la costa gallegas y buena parte de la cantábrica, como sí sucedió en el caso del Prestige, donde vertiendo menos hidrocarburos, se contaminaron varios kilómetros de costa. Lo del Mar Egeo no llegó a Muxía que yo sepa, o al menos no en esa cantidad.

    Paco Vázquez repetía que «il humo no is tósico», pero ni dios se lo creía.

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