Un Presidente acabado

El debate parlamentario de ayer se resume en dos posiciones opuestas. Por una parte, el discurso de Zapatero nos presentó a un Presidente del Gobierno que ha quemado todos sus cartuchos en crear falsas esperanzas sobre una negociación con los terroristas, negociación que ha acabado con dos personas asesinadas en Barajas. A pesar de ello, el Presidente se niega a rectificar la desastrosa política que ha llevado al rearme de ETA. No dijo qué medidas tomará para derrotar a ETA, si es que piensa emprender alguna, y se limitó a ganar tiempo anunciando la disolución del actual Pacto Antiterrorista, calificado de "papelito" por el propio Gobierno, y la firma de otro pacto distinto expresamente dirigido a los que no quieren la derrota de ETA y prefieren negociar con los asesinos, todo lo contrario de lo que establecía el Pacto vigente.

Este lunes nos hemos encontrado con un Zapatero cuya palabra ya no vale nada, porque no respeta los acuerdos que él mismo promovió. Ya no tiene argumentos de cara a unas elecciones, y sólo le queda atacar con furia y nerviosismo a la oposición.

Por el contrario, este lunes nos ha mostrado a un jefe de la oposición que ha sabido mantenerse en los principios del Pacto Antiterrorista a pesar de las fuertes presiones del Gobierno. El discurso de Rajoy fue memorable, y puso tan en evidencia la falta de credibilidad, el error y le ceguera política de Zapatero, que cuando éste salió a dar la contrarréplica, ya sólo le quedó hacer una penosa pataleta en la que se limitó a atacar a la oposición y echarse flores a sí mismo, con la habitual vanidad de la que hace gala el Presidente del Gobierno, pero esta vez con un visible nerviosismo que entraba de lleno en un enfado de lo más pueril. Qué lejos quedan los tiempos en los que este señor presumía de "talante". Ayer parecía un niño al que le niegan un capricho y le entra la llorera, en lugar de un político con responsabilidades de gobierno.

Zapatero está política y moralmente agotado, y se le nota. Se ha pasado toda la legislatura buscando la forma de dividir a las víctimas, intentando aislar a la oposición de todo acuerdo (el famoso espíritu del Tinell), centrando todas sus esperanzas en una negociación con ETA que estaba condenada de antemano a fracasar y a dividir a los demócratas, y traicionando -para ello- la política antiterrorista de todos los Gobiernos de la democracia (incluso los del PSOE), que no admitían ninguna concesión política a ETA como contrapartida por el fin del terrorismo. El (imposible) éxito de la negociación con los asesinos era la única baza electoral que le quedaba a Zapatero después del lío de la reforma estatutaria, y sabe que sin esa negociación ya no le queda nada, que está acabado. No se dignará a rectificar porque le va el puesto en ello. Tendrán que ser las urnas quienes le rectifiquen a él, me temo.

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Comentarios:

  1. El problema es que antes de las urnas, y un intento desesperado de agarrarse al éter, que es lo único que le queda, acabe por tener alguna de sus ‘genialidades’ con los terroristas que traiga consecuencias irreversibles.

    Con un mínimo de dignidad, se marcharía. Por lo menos su última decisión como presidende del gobierno sería acertada. Pero seguirá agarrado al puesto, porque sabe que hay muchos carroñeros dispuestos a apoyarle en todo mientras devoran su carne.

  2. Marcial

    Ojalá estuviera todo esto acabado. Qué pesadilla.
    En Andalucía todos siguen siendo sosiatas (y es que el PP tampoco dá para mucho…).

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