Educación para la Tiranía: una asignatura reaccionaria y antidemocrática

El diccionario de la Real Academia Española define "reaccionario" como aquello "que propende a restablecer lo abolido". Hace 33 años en España vivía sus últimos meses una dictadura. En ella, el régimen imponía a los jóvenes sus tesis ideológicas de forma obligatoria mediante la enseñanza. Había en concreto una asignatura, la "Formación del Espíritu Nacional", dedicada a imponer a los niños lo que el franquismo entendía que era "políticamente correcto". Tres décadas después, los españoles le debemos a José Luis Rodríguez Zapatero una involución histórica que ha llevado a restablecer un modelo educativo que creíamos felizmente abolido, y según el cual el Estado impone a la sociedad las tesis ideológicas del Gobierno.

Algunos han intentado rebatir estas denuncias a base de mentiras, por regla general limitándose a descalificar sin más a quienes nos oponemos a esta imposición inaceptable en democracia, y las más de las veces negando los contenidos de la asignatura. Entiendo que lo hacen por afinidad a las tesis ideológicas que se imparten en esa asignatura, y por aquello del interés que les va en la defensa, pero no por ello me parece justa, aceptable ni legítima su actitud. Yo soy católico y siempre me he negado en redondo a cualquier pretensión confesionalista que quiera imponer mi religión a los demás, mediante la enseñanza o por cualquier otro medio. Ciertos partidarios de la EpC, sin embargo, no dudan en subirse al carro de la imposición por simple simpatía con las tesis ideológicas que impone esa asignatura, prescindiendo de cualquier consideración relativa a los derechos y libertades de los alumnos y de sus familias.

No pocas veces, en este asunto se parte, además, de una óptica antiliberal y puramente totalitaria, según la cual los padres son incapaces e inadecuados para educar a sus hijos en cuestiones cívicas y es el Estado, de forma paternalista, quien se tiene que encargar de esa labor. Esta tesis parte de la misma base de quienes consideran que los ciudadanos somos poco más que niños o adolescentes en lo que se refiere a cuestiones políticas, y que el sufragio universal es un error al otorgar el mismo derecho de voto al banquero y al cabrero, al universitario y al que carece de estudios, al listo y al analfabeto. Se trata, curiosamente, del argumento más manoseado por los totalitarios de todo color durante los años más oscuros del siglo XX.

Los ciudadanos no somos críos incapaces de tomar nuestras decisiones. Nadie, por muy progre que sea, es quien de tomar decisiones por nosotros, y menos aún en cuestiones que nos afectan directamente y en las que somos nosotros los que tenemos el derecho a decidir. No podemos permitir que quienes, por ejemplo, pretenden otorgarnos un poder de decisión sobre la vida de nuestros hijos, entregándonos incluso la posibilidad de cargárnoslos antes de nacer -lo cual es una monstruosidad, lo pinten como lo pinten-, nos nieguen después el derecho a educarles como nosotros queramos.

Y es que son los mismos, amigos míos. Me he cansado de leer a partidarios del intervencionismo estatal, a apologistas del aborto y a laicistas radicales diciendo que tenemos "derecho a elegir" si queremos matar a nuestros hijos antes de que nazcan, pero que no tenemos ese mismo derecho a elegir la formación religiosa y moral que queremos que reciban esos niños una vez han nacido. ¿Se puede ser más hipócrita?

En cuanto al contenido de la asignatura, ya se ha hablado mucho de ello en muchos sitios. Yo me limitaré a enlazar el artículo que escribí en octubre en Contando Estrelas, en el que publiqué viñetas que aparecen en los libros de texto de esta asignatura, obtenidas de un estudio publicado por la Fundación FAES. En esas viñetas se sataniza a los hombres, a los jóvenes estudiosos, a la libre competencia y a la Iglesia. Se pueden leer textos, además, que demonizan a Occidente y al liberalismo, que desprecian a los ancianos y que ensalzan las dictaduras comunistas. Una muestra apestosa, en fin, de burda manipulación política dirigida a maleducar a los niños españoles en las tesis más recalcitrantes de la progresía, sin que se les permita siquiera a los padres el derecho a objetar ante tales burradas. Es intolerable que en una democracia se esté produciendo una imposición radicalmente antidemocrática como ésta. De nosotros y de nuestro voto dependerá que, a partir de este domingo, esta imposición totalitaria toque a su fin.

P.D.: después de cerrar estas líneas me entero por Luis, un compañero de la Red Liberal, que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha echado un jarro de agua fría sobre el PSOE al reconocer el derecho de los padres a la objeción de conciencia. Podéis leerlo en el blog Desde el Exilio. Una noticia nefasta para los totalitarios, y una buena noticia para los amigos de la libertad.

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