El día adopta una actitud extraña, se ha dado cuenta. Tal vez la niebla no se cierna sobre el interior y puedas ver limpias las aguas tras el cristal. Ximena ha cesado de cantar en mi ventana y ya no suben sus notas a deslizarse hacia el otro lado de las montañas, buscándote. Ese verde profundo sigue vivo en mi memoria y puedo disfrutar sus matices con sólo olvidar mis ojos, y volver bajo los árboles como diminutos puntos en la inmensidad de una cúpula de sombras agujereadas por las estrellas.
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