Tornillos gratis

Este jueves por la tarde, en un conocido centro comercial (no cito el nombre porque Isidoro Álvarez no me paga por hacerle publicidad), me encontré con un viejo amigo de la infancia, con el que además de una amistad de 25 años -de esto sí que me gusta presumir, pues es una excelente persona- comparto también profesión, ya que ambos somos diseñadores. Hablando con él del trabajo, me comentaba que mucha gente se suele considerar una experta, sin serlo, en tres ámbitos: el diseño, la informática y la medicina.

Seguramente existen más 'expertos' en otros campos profesionales que mi amigo no ha citado. La cuestión es que todo esto me ha llevado a reflexionar sobre una cuestión que viene siendo muy habitual en el terreno en el que nos movemos mi amigo y yo, con la ventaja, al menos, de que un diseño mal hecho, fruto de opiniones gratuitas, no implica el mismo peligro que la manía que tienen muchas personas de aconsejar medicamentos sin saber nada de farmacología ni de medicina. La cosa llega a tal punto que el Ministerio de Sanidad ha tenido que poner en marcha una campaña para evitar el uso indiscriminado de antibióticos.

En fin, hay que decir, sobre lo que comentaba mi amigo, que los médicos y los informáticos lo tienen más fácil que nosotros: si no haces caso a los primeros, corres el riesgo de que dejen de hacerte caso tu cuerpo y tu salud; si no haces caso a los segundos, será tu ordenador el que acabe por no hacerte caso a ti. Sin embargo, no es tan fácil que un diseñador convenza a un cliente de que un mal diseño puede acarrearle a él una pérdida de clientela o de usuarios. Los efectos suelen constatarse a medio o largo plazo y nunca son tan visiblemente reconocibles y achacables al diseño en sí, con lo que hay para quien no basta con tener experiencia de años en el campo y una formación constante en las cuestiones que nos competen.

Circula por ahí un chiste muy conocido y que viene muy a cuento en estos casos. Un mecánico le cobra 600 euros a un cliente por apretarle un tornillo a su coche. Cuando el cliente se queja de que le cobre tal cantidad por apretar un simple tornillo, el mecánico le contesta: "no le cobro 600 euros por apretar un tornillo, sino por saber qué tornillo es el que hay que apretar". En fin, es una lección que nos tendríamos que aplicar todos, ya que por desgracia esa costumbre de opinar o aconsejar sin tener los suficientes conocimientos es un fenómeno de lo más extendido y en el que todos picamos alguna que otra vez.

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Comentarios:

  1. eos

    Que razón tienes.
    Pero los médicos tienen una ventaja, hay menos intrusismo profesional que en el diseño gráfico o en la informática.
    A mi me han venido a visitar a la fabrica «presuntos» diseñadores gráficos que me mostraban trabajos todos iguales, a diferencia de las páginas de outono que se las ve a cada una con personalidad propia, estos me mostraban 10 o 12 páginas de empresas diferentes pero todas prácticamente iguales.
    En mi trabajo cuando se estropea algo de algún ordenador de los que «no saben» tardo muchísimo menos tiempo en solucionarlo que cuando se estopea uno de un «enterao». Hasta el punto que a ciertos compañeros opto por la opcion automática del formateo y reintalación de tanta «mierda» gratuita descargada que tiene el pobre aparato y que no necesita.
    Y cuando se ponen a hacer bases de datos en Access ni os cuento, la palabra normalización ni la conocen ni la usan y luego me vienen a pedir que se las arregle. (Con lo fácil que hubiera sido diseñárselas desde el principio, ahora me toca diseñarlas, importarles todos los datos y explicarles por que ellos no podían hacer las consultas que querían y con la mía si se puede).
    En fin he podido desahogar un poquito.

  2. Ivan

    Jojojojjojojo, que bueno el post… Por cierto, ¿el colega de la infancia con el que quedaste fui yo?.

  3. Pues sí, fue el día que te encontré en El Corte con tu padre, ¿recuerdas? 😉

    Enséñale el artículo a algún cliente si se te pone pesado. :mrgreen:

  4. Ivan

    ¡Ostras, Pedrín!. Cierto… Woah… ¡si que pasan los meses que da miedo!.

    Si, dirigirlo al artículo, o contarle la del tornillo, ¡que es buenísima!.

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