El equilibrista donostiarra

A la paz no se opone la crítica a los procesos en curso, pero sí la obstrucción sistemática de los mismos. No hay intereses de partidos ni ambiciones de logros políticos que justifiquen moralmente un entorpecimiento semejante. A los ciudadanos nos toca colaborar con nuestro apoyo sincero y nuestra crítica leal con aquellas pautas pacificadoras, que corresponde señalar a la legítima autoridad.

Esto, sin cambiar una coma, podría formar parte de cualquier declaración del Partido Socialista de Euskadi. Pero no es el caso. Párrafos como éste, delicadamente equidistantes, se pueden leer en la Carta del Obispo de San Sebastián en Adviento. Monseñor Uriarte, el más nacionalista de los Obispos vascos, nos sirve como aperitivo de esta Navidad un documento que pone al mismo rasero a los apologistas del tiro en la nuca (por supuesto, no les llama asesinos ni terroristas en ningún momento) y a quienes defendemos pacíficamente que la democracia no puede ceder ante el crimen organizado. Como muestra, un botón:

El diálogo suele bloquearse con frecuencia porque los interlocutores, condicionados por el entorno, no renuncian a aspiraciones maximalistas o no se apean de posiciones excesivamente rígidas.

En fin, qué forma más triste de celebrar la Navidad, señor Obispo...

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