Kehilá del Olivo: la justicia pone fin a una persecución antijudía

Hace casi un mes, Gabriel Calzada dedicaba un artículo en Libertad Digital a la Kehilá del Olivo, una comunidad judía mesiánica alicantina pisoteada por el aparato del Estado desde que el 6 de noviembre de 2004 doce de sus miembros fueron detenidos en una aparatosa acción policial llamada "Operación Diáspora".

Una acusación basada en informes psicológicos antijudíos

Como señaló Calzada, este insólito caso de persecución religiosa traspasó nuestras fronteras, mereciendo denuncias desde el extranjero por un auténtico atropello contra la libertad religiosa de esa pequeña comunidad judía. El 22 de marzo, el Centro Jurídico Tomás Moro denunciaba los informes antisemitas en los que se basaba la acusación contra esa comunidad judía: "la acusación, completamente infundada, se sostuvo en varios informes psicológicos sesgados de un antijudaismo patente. Así los informes sostenían que los miembros de esta congregación "eran más fanáticos que los propios judíos", tachando pues de fanáticos a todos los judíos".

Hace unas semanas, el CJTM publicó el informe psicológico de la defensa, que dejaba en evidencia los esperpénticos informes psicológicos en los que se basaba la acusación, plagados de falsedades y de juicios de carácter religioso sobre las creencias de esa comunidad judía. A modo de ejemplo, los informes psicológicos de la acusación cargaban contra la Kehilá por decir que "los cristianos están equivocados". El informe de la defensa comentaba al respecto lo siguiente:

Con cierta ironía, responde otro miembro de la Kheilá: "Lógicamente, Claro, de no creerlo así para qué dejar de ser cristiano y hacerse judío..."

La Audiencia de Alicante absuelve a los miembros de la Kehilá

Traigo a colación esto porque los miembros de la Kehilá del Olvido han sido finalmente absueltos por la Audiencia de Alicante de todas las acusaciones presentadas contra ellos tanto por la Fiscalía como por las acusaciones particulares. En su sentencia, la Audiencia alicantina señala que no se puede atribuir el carácter de secta destructiva a dicha congregación por "el hecho de que se trate de una comunidad religiosa que persiga un modelo de vida distinto a los esquemas generalmente admitidos en la realidad social vigente en la actualidad".

Desde luego, resulta increíble que se pueda someter a un procedimiento policial antiterrorista y a un calvario judicial de siete años a una pequeña comunidad judía simplemente por sostener unos preceptos religiosos que no son del agrado de ciertos elementos. Es digna de celebrar la sentencia absolutoria, pero lo que ahora hay que preguntarse es cómo se ha llegado a este extremo y qué medidas se van a tomar para evitar otro espectáculo judicial tan vergonzoso como éste.

Enlaces relacionados:

- La libertad religiosa en tela de juicio, por Gabriel Calzada
- Web de la Kehilá del Olivo

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Comentarios:

  1. No tenía ni idea del asunto. Claro que por las fechas, con todo lo que sucedió aquel año, el de las detenciones, es normal que algo se le escape a alguien. He leído el enlace al artículo de Calzada y me he quedado de piedra. Desde luego vivimos tiempos extraños. Dos religiones puras, en el sentido de que no van más allá del hecho religioso son perseguidas con saña: el catolicismo y el judaismo. Sin embargo, una religión que constituye un todo moral, político y jurídico, como es el Islam, goza del agrado del poder establecido, dizque democrático.

  2. El Tíol Bastón

    Carlos:

    No hay nada casual. Estos fanáticos tienen sus razones para hacer lo que hacen. En realidad, se quedaron anclados en la Revolución Francesa y no se han enterado de que ya han pasado tres siglos. Rousseau nos da claramente en El contrato social la explicación de cómo piensa esta barahúnda. Ojo al dato, y observa cómo llega a justificar las persecuciones a los cristianos, judíos, etc., pero no a los musulmanes, que no son lo mismo para él:

    Si se me preguntase cómo, durante el paganismo, en el que cada Estado tenía su culto y sus dioses, no había guerras religiosas, respondería que justamente a causa de tener cada Estado su culto propio como su gobierno: no hacía distinción entre sus dioses y sus leyes. La guerra política era a la vez teológica y las atribuciones de los dioses estaban, por decirlo así, determinadas por los límites de las naciones. El dios de un pueblo no tenía ningún derecho sobre los otros pueblos. Los dioses de los paganos no eran dioses celosos, y se dividían entre sí el imperio del mundo.[…] Pero cuando los judíos sometidos a los reyes de Babilonia y de Siria se obstinaron en no querer reconocer otro Dios que el suyo, tal repulsa, considerada como una rebelión contra el vencedor, les atrajo las persecuciones que registra su historia y de las cuales no existe ejemplo antes del Cristianismo.[…] Vino Jesucristo a establecer sobre la tierra un reino espiritual, el que, separando el sistema teológico del político, hizo que el Estado dejara de ser uno, causando las divisiones intestinas que no han cesado jamás de agitar a los pueblos cristianos. Esta nueva idea de un reino del otro mundo, no pudo jamás ser comprendida por los paganos, y de allí el que mirasen siempre a los cristianos como verdaderos rebeldes que, bajo el pretexto de una sumisión hipócrita, sólo buscaban el momento propicio para declararse independientes y dueños, usurpando hábilmente la autoridad que fingían respetar a causa de su debilidad. Tal fue el origen de las persecuciones. Lo que los paganos habían temido llegó al fin. Todo cambió entonces de aspecto; los humildes cristianos cambiaron de lenguaje, y pronto se vio que ese pretendido reino del otro mundo se convertía, bajo un jefe visible, en el más violento despotismo sobre la tierra. Sin embargo, como siempre ha existido un gobierno y leyes civiles, ha resultado de este doble poder un conflicto perpetuo de jurisdicción que ha hecho imposible toda buena política en los Estados cristianos, sin que se haya jamás podido saber a quién debe obedecerse, si al jefe o al sacerdote.[…] Mahoma tuvo miras muy sanas; armonizó bien su sistema político, y mientras la forma de su gobierno subsistió bajo los califas, sus sucesores, tuvo perfecta unidad. Pero los árabes, florecientes, letrados, poltrones y cobardes, fueron subyugados por los bárbaros, comenzando de nuevo la división entre los dos poderes.[…] Desarrollando desde este punto de vista los hechos históricos, se refutan fácilmente las opiniones opuestas de Bayle y de Warburton, de las cuales, el uno pretende que ninguna religión es útil al cuerpo político, y el otro sostiene, por el contrario, que el cristianismo es su más firme sostén. Podría probarse al primero que jamás Estado alguno fue fundado, sin que la religión le sirviera de base; y al segundo, que la ley cristiana es en el fondo más perjudicial que útil a la fuerte constitución del Estado.[…] Hay una tercera especie de religión más extravagante, que dando a los hombres dos legislaciones, dos jefes y dos patrias, los somete a deberes contradictorios, impidiéndoles poder ser a la vez devotos y ciudadanos. Tal es la religión de los lamas, tal la de los japoneses y tal el cristianismo romano.[…] De ella resulta una especie de derecho mixto e insociable que no tiene nombre.[…] Mas esta religión, sin relación alguna particular con el cuerpo político, deja a las leyes la sola fuerza que de ellas emana sin añadir otra alguna, resultando sin efecto uno de los grandes vínculos de la sociedad particular. Además, lejos de ligar los corazones de los ciudadanos al Estado, los separa de él como de todas las cosas de la tierra. No conozco nada más contrario al espíritu social.

    Fíjate cómo echa la culpa a los «bárbaros» (se supone que cristianos, judíos y demás, pero no paganos, por el elogio que a éstos hace anteriormente) de la división entre poderes civiles y religiosos en los Estados árabes. Al mismo tiempo, después de los fragmentos que he extractado sigue con unas consideraciones acerca del cristianismo que a mí personalmente sí me parecen en parte muy acertadas, pero que sería alargarme demasiado el copiarlas aquí. Se trata del capítulo VIII del libro de Rousseau citado.

    Es de no perderse el final del capítulo, en el que Rousseau llega a soltar perlas como ésta, a la luz de las cuales se explica el afán de estos piraos que nos gobiernan por introducir los sacramentos cristianos que subyacen en nuestra cultura, en instituciones que conforman su particular religión civil:

    Existe, pues, una profesión de fe puramente civil, cuyos artículos deben ser fijados por el soberano, no precisamente como dogmas de religión, sino como sentimientos de sociabilidad sin los cuales es imposible ser buen ciudadano ni súbito fiel. Sin poder obligar a nadie a creer en ellos, puede expulsar del Estado a quien quiera que no los admita o acepte; puede expulsarlo, no como impío, sino como insociable, como incapaz de amar sinceramente las leyes, la justicia y de inmolar, en caso necesario, su vida en aras del deber. Si alguno después de haber reconocido públicamente estos dogmas, se conduce como si no los creyese, castíguesele con la muerte: ha cometido el mayor de los crímenes, ha mentido delante de las leyes. Los dogmas de la religión civil deben ser sencillos, en número reducido, enunciados con precisión, sin explicaciones ni comentarios. La existencia de la Divinidad poderosa, inteligente, bienhechora, previsora y providente, la vida futura, la felicidad de los justos, el castigo de los malvados, la santidad del contrato social y de las leyes: he allí los dogmas positivos. En cuanto a los negativos los limito a uno solo: la intolerancia, que forma parte de todos los cultos que hemos excluido. Los que distinguen la intolerancia civil de la teológica, se engañan, en mi sentir. Estas dos intolerancias son inseparables.

    Realmente, nombrar a Rousseau hoy en día no es políticamente correcto por muchas razones, entre ellas porque con su trasnochada filosofía llega a justificar cosas como la pena de muerte mostrándose plenamente partidario de ella. Por todo esto, los ideólogos progres no se atreven a citarlo. Saben que haciéndolo no tienen argumentos serios ningunos para sostenerlo. Pero es evidente que siguen al suizo a pies juntillas.

  3. Tío Bastón: Una cosa que se le escapó al ginebrino (porque si no, se le venía abajo el argumento), es que en la Guerra de Troya, los dioses paganos también se dividieron, unos con los tirios y otros con los troyanos. Es decir, no había tanta identificación poder civil-poder religioso.
    En resumen, por lo que te leo, todo el argumento parece resultar en justificar tan sólo el poder del Estado y de la Sociedad en su conjunto, sin opción al individuo (quien sí mantiene su identidad en el judaísmo y en el cristianismo).

    Elentir: gracias por la anotación, sacando del olvido (es decir, la ‘muerte civil’) estas situaciones.

    Un saludo.

  4. El Tíol Bastón

    Posodo:
    estoy totalmente de acuerdo contigo en que Rousseau, a pesar del aura romántica con que se nos lo envolvía cuando nos lo enseñaban los profesores de Secundaria, prácticamente enfoca su filosofía sólo a la disolución de la individualidad en la masa social, fuera de la cual la persona no tiene salvación, redención o merecimiento de auxilio alguno por parte del resto de sus congéneres. Lo que a partir de ahí ocurra con cada ser humano, al filósofo le trae al pairo, y es asunto de cada ser humano en particular, sin que merezca ser ayudado por nadie. Además, como queda bien claro en los fragmentos que expuse, aquellos que no se subyuguen a ese contrato social son carne no sólo de la anatemización, sino incluso para la eliminación, el «retiro» como se le llamaba en Blade Runner. Por todo esto les vienen sus ideas tan bien a estos sociatas.

    He descubierto hace ya tiempo que es conveniente leer con espíritu crítico ya adulto todas esas obras clásicas que muchos leímos en nuestros días de secundaria, cuando nos decían cómo debíamos interpretarlas, porque ahora descubrimos en ellas muchas ideas que no se nos habían hecho ver o a las que no habíamos prestado la debida atención. Es alucinante constatar, por ejemplo, cómo cosas que dice Marx en El Capital lo hacen comparable al Mi Lucha de Hitler.

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