Durante siglos, uno de los sueños de la humanidad fue que el hombre pudiese volar. Constantemente se hicieron intentos de llevarlo a cabo imitando el vuelo de las aves.
En el Castillo de Monterreal, en Bayona (Galicia, España), hay una colonia de gaviotas patiamarillas (Larus michahellis, una especie muy abundante en la Ría de Vigo). Tienen su zona de cría en la ladera norte de la península sobre la que se asienta esa fortaleza. Cerca de la Batería de Santiago, junto a la Torre del Príncipe, en la mura septentrional del castillo, hay una buena zona para ver las gaviotas, y también para fotografiar sus despegues.
Hace un mes pude hacer una ráfaga rápida de fotos con mi cámara del despegue de una de ellas. No es fácil encuadrar la cámara durante todo el proceso de despegue, pues las gaviotas echan a volar muy rápidamente, pero esta vez lo conseguí. Las imágenes son fascinantes, aunque sólo sea porque ese salto al vacío para volar es el resultado de muchísimos años de evolución, muchos más de los que el hombre ha tardado en volar con medios artificiales.
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