Nuevos y aberrantes pasos contra el primero de los derechos humanos

Europa se adentra en una macabra ventana de Overton: así puedes ayudar a frenarla

En el siglo XX, un politólogo estadounidense, Joseph Paul Overton (1960-2003), formuló una teoría muy acertada sobre los procesos de cambios políticos.

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Lo que dice la teoría de la ventana de Overton

Overton era vicepresidente del Mackinac Center for Public Policy, una entidad que promueve el libre mercado. Así es como esa organización explica la teoría de la ventana de Overton: "El concepto central es que los políticos están limitados en cuanto a las ideas políticas que pueden apoyar; por lo general, solo persiguen políticas que son ampliamente aceptadas en toda la sociedad como opciones políticas legítimas. Estas políticas se encuentran dentro de la Ventana de Overton. Existen otras ideas políticas, pero los políticos corren el riesgo de perder el apoyo popular si defienden estas ideas. Estas políticas se encuentran fuera de la ventana de Overton".

La organización añade que la ventana de Overton "puede cambiar y expandirse, ya sea aumentando o reduciendo la cantidad de ideas que los políticos pueden apoyar sin arriesgar indebidamente su apoyo electoral. A veces, los políticos pueden mover la ventana de Overton ellos mismos respaldando con valentía una política que se encuentra fuera de la ventana, pero esto es raro. Más a menudo, la ventana se mueve en función de un fenómeno mucho más complejo y dinámico, uno que no se controla fácilmente desde arriba: la lenta evolución de los valores y normas sociales".

Algunos ejemplos de ventanas de Overton

Debemos aclarar que hay ventanas de Overton que tardaron años en moverse y que han tenido resultados positivos, como por ejemplo la que sirvió para abolir la esclavitud en Occidente o la que conquistó la igualdad de derechos para las mujeres. Sin embargo, algunas organizaciones muy influyentes han estado promoviendo ventanas de Overton realmente perversas, que bajo la falsa apariencia de querer establecer nuevos derechos, lo que han servido en realidad es para ir erosionando derechos fundamentales.

Hoy en día, por ejemplo, la izquierda pretende establecer una ventana de Overton en la que toda discrepancia de ciertas tesis ideológicas sea calificada como "discurso de odio", primero para demonizar a quienes defienden esas tesis, y últimamente para imponerlas en la enseñanza y perseguir a aquellos que opinan de otra forma, lesionando derechos fundamentales como la libertad de expresión, la libertad ideológica y la libertad de educación.

La más infame de las ventanas de Overton: el aborto

Sin duda alguna, la más infame ventana de Overton fijada en los últimos años es la que promueve la aceptación social del aborto, calificándolo como un "derecho" y estigmatizando a quienes se oponen a ese monstruoso crimen contra los más débiles e indefensos. Al igual que aquella que pretende recortar el libre debate de ideas, la ventana de Overton de la "cultura de la muerte", como muy bien la definió el Papa polaco San Juan Pablo II, implica una de las más terribles involuciones en derechos humanos de la historia, ya que atenta directamente contra el derecho que sirve de base a todos los demás: el derecho a la vida.

Esa ventana de Overton se ha ido moviendo de una forma atroz con el paso de los años. Primero nos dijeron que se trataba de impedir situaciones excepcionales, como que una madre pudiese perder la vida en caso de dar a luz o que una mujer se quedase embarazada a causa de una violación. Después se levantaron las restricciones al aborto dentro de ciertos plazos, bajo la falsa idea de que un hijo por nacer no es un ser humano a la 13ª semana de vida pero sí lo es a la semana siguiente, sin que nadie nos haya ofrecido razones serias y científicas para sustentar esa idea.

Así mismo, esa ventana de Overton se ha ampliado hasta abarcar una parte de las aspiraciones del nazismo, que consideraba que las personas discapacitadas eran una carga para la sociedad de la que debíamos deshacernos. Una idea inhumana que provocó horror cuando los nazis promovieron su programa de eutanasia (al que se opuso casi en solitario la Iglesia Católica en aquellos años en los que discrepar del régimen nazi te podía costar la vida), y que ahora es defendida en nombre del "progresismo", en un intento aberrante de acabar con la discapacidad liquidando a los discapacitados antes de que nazcan.

Los recientes casos del Reino Unido y de Francia

Esta semana hemos conocido dos noticias que muestran hasta qué punto esa ventana de Overton se siguen ampliando. En el Reino Unido, un juzgado ha establecido que es legal matar a hijos por nacer con síndrome de Down hasta el momento del parto, una sentencia que viene a sugerir la idea de que ese trastorno genético hace que quienes lo padecen sean menos dignos de vivir, una idea puramente totalitaria y que ya fue formulada por el nazismo.

Así mismo, en Francia, la Asamblea Nacional ha aprobado un cambio para que la Constitución de ese país incluya el aborto como un derecho, lo que vendría a anular, de facto, el derecho a la vida, ya que el nacimiento es paso imprescindible para poder disfrutar de ese derecho. En una muestra de hasta qué punto la política francesa se ha dejado corromper moralmente por la cultura de la muerte, la propuesta ha contado con 337 votos a favor y sólo 32 en contra. Muchos diputados ni siquiera fueron a votar. Ahora está en manos del Senado francés confirmar ese cambio (ya lo ha rechazado con anterioridad).

Espero que nadie aproveche la ocasión para demonizar a británicos y franceses. Ese aberrante proceso se está dando en casi toda Europa, con honrosas excepciones como Polonia, Hungría y Malta. En base a ello, los promotores de la cultura de la muerte intentan presentar sus monstruosos postulados como algo equivalente a la democracia, con lo cual oponerte a ellos te convertiría en un antidemócrata. Esto hace que mucha gente coja miedo a discrepar, para no ser señalado, amenazado e incluso agredido por unos activistas proaborto cada vez más fanáticos e intolerantes.

Estamos ante un proceso reversible: así podemos contribuir a ese cambio

Hay que decir que este proceso no es irreversible, y que por supuesto no es una deriva propia de la democracia ni deseable en una sociedad libre: todo lo contrario. Estamos ante un proceso que sí se puede deshacer, como han mostrado recientemente países como Polonia y Estados Unidos. Y desde luego, estamos hablando de una reconquista de los derechos humanos que nos compete a todos, no sólo a los políticos.

Todos los que defendemos el derecho a la vida tenemos en nuestra mano hacer algo por revertir esa deriva totalitaria. Para empezar, necesitamos valentía, y no estoy hablando de la que precisaron los soldados que desembarcaron en Normandía, sino algo tan sencillo como no tener miedo a exponer nuestra opinión ante nuestro círculo personal. Los promotores del aborto son los que deberían sentir vergüenza al exponer sus ideas, no nosotros. Así mismo, debemos ser claros y firmes a la hora de calificar el aborto como lo que es: un crimen monstruoso, cometido contra un ser humano inocente e indefenso. Esa claridad no está reñida con la compasión hacia las madres que son presionadas y empujadas por sus familias, por las leyes y por los políticos para que aborten. Ellas también son víctimas de la cultura de la muerte.

Por supuesto, esa claridad y esa firmeza en la defensa de la vida se tiene que aplicar también al voto: no es coherente decir que defiendes la vida y que te opones al aborto, y al mismo tiempo otorgar tu voto a partidos políticos abiertamente abortistas o que no hacen nada contra esa lacra. En Estados Unidos el compromiso de muchos ciudadanos ha logrado que el aborto sea un asunto importante a la hora de ir a votar, y eso ha llevado a que en el Partido Republicano, que antes era más pasivo con ese tema, ahora haya conocidas figuras que apoyan políticas provida. Ese cambio es posible y depende de cada uno de nosotros: si nos callamos, los que ganan son los partidarios de la cultura de la muerte, y el resultado seguirá siendo una horrible matanza de niños por nacer.

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Foto: iStock / Eleonora_os.

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Comentarios:

  1. calatravo

    Buenos días,

    Yo no me callo, Elentir. Pero, ¿quién me escucha? Y, también importante: ¿quién puede escucharme? Es muy difícil revertir esta ventana de Overton con el actual panorama social, controlado y modelado como está desde el poder y los medios de comunicación (mayoritarios) que lo sustentan.

    En fin, que desde que supe de la decisión, no definitiva, de los altos tribunales británicos y la iniciativa legislativa de la Asamblea Francesa, no hago más que recordar aquello de «lasciate ogne speranza».

  2. jemoro

    Estamos llegando a una sociedad sin temor ninguno de Dios, sin respeto por el hombre y que se cree dueña de la vida y de la muerte. Por este camino no le augurio a esta civilización mucho futuro. Las profecías hablan ya de una necesaria intervención de Dios en la historia en términos de un «Aviso» e iluminación de conciencias. Quizás sea lo que necesitamos, que seamos conscientes ya del mal que hacemos con nuestras irreflexivas decisiones y del camino sin retorno al que nos estamos aproximando.

  3. wladimir

    esto no puede ser…

    que en el Reino Unido, sea legal matar a hijos por nacer con síndrome de Down hasta el momento del parto y que en Francia, la Constitución de ese país incluya el aborto como un derecho…es simplemente un crimen de asesinato masivo..y es lamentable que ademas ideas similares se estan dando en el resto de Europa..es el triunfo de la cultura de la muerte…

    solo Polonia y Hungria hasta ahora se han librado de esto…aun defienden la cultura de la vida…

    de hecho en ambos casos se atenta contra el derecho a la vida….definitivamente hay que defender la cultura de la vida frente a la cultura de la muerte socialista….

  4. JulioSBV

    Magnífica entrada Elentir. Lamentablemente coincido con calatravo en la dificultad de ser escuchado en el actual panorama social y educativo. No obstante seguirá mi voz en alto.

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