Nuestra civilización es mucho más frágil de lo que mucha gente piensa

Las pequeñas y muy importantes cosas que deberíamos valorar sin esperar a un desastre

Eng Jue 31·10·2024 · 6:59 3

La catástrofe sufrida por España a causa de la gota fría es algo que llena de tristeza, pero que también debería animarnos a una reflexión.

Los partidos y los diputados que han pasado por encima de la catástrofe para asaltar RTVE
Iniciativas para ayudar a las víctimas de la gota fría en varias regiones de España

Vivimos en una sociedad donde disponemos de muchas comodidades y, sobre todo, de una gran seguridad. Lo consideramos algo tan normal que a menudo no le damos la importancia que debería, y tal vez por eso algunas veces nuestra sociedad adopta un extraño orden de prioridades, olvidando lo frágil que es nuestro modo de vida, como si no importase descuidar todo eso que nos ha convertido en una civilización avanzada y pudiésemos permitirnos el lujo de ponerlo en riesgo.

Me refiero a cosas tan pequeñas y tan importantes como tener luz eléctrica y agua corriente, por no hablar de cosas como poder hablar por teléfono desde cualquier lugar para pedir ayuda si la necesitas (o simplemente encontrar una voz que te escuche cuando te sientes solo), o disponer de sitios cerca de tu hogar en los que comprar comida y bebida sin que haya problemas de abastecimiento. No olvidemos, además, de algo tan importante como tener una buena asistencia médica para esos momentos en los que tu salud flaquea.

A menudo olvidamos que en muchos lugares del mundo no hay nada de esto. No me refiero al hecho de que en un país tengan un sistema sanitario público o en otro tengan una sanidad de pago. Me refiero a sitios donde no hay luz eléctrica, agua corriente, telefonía móvil, internet ni asistencia médica. Sitios donde la vida es mucho más difícil y en los que, curiosamente, no pierden el tiempo con los absurdos debates en los que a veces nos metemos en los países desarrollados, tal vez porque hemos olvidado lo fácil que es perder todas esas comodidades.

En momentos como el que España está atravesando ahora es precisamente cuando tenemos una buena ocasión para llamar a la sensatez. Avances como los que muchas veces damos por hecho se consiguieron gracias a muchos esfuerzos. Personas brillantes proyectaron grandes embalses para que tuviésemos un suministro de agua, centrales eléctricas para que tuviésemos luz, cadenas logísticas para que nunca nos falten los productos básicos (e incluso muchos caprichos).

Sin embargo, algunas personas formulan discursos irresponsables que amenazan todo eso como si no importase perderlo, discursos en los que incluso se amenaza algo aún más básico que la luz eléctrica, que el agua corriente, la asistencia médica o la telefonía móvil, cosas como la libertad para poder expresarnos sin que nadie nos imponga lo que debemos pensar, cómo debes educar a tus hijos, lo que debemos votar, las cosas que debes comprar o incluso el número de hijos que debes tener, un goteo de cosas cuya pérdida va socavando nuestra civilización poco a poco, para acabar poniéndola en peligro.

Lo que estamos viendo hoy es lo que puede pasar cuando una civilización cae por un precipicio. Esta situación la ha causado un fenómeno natural que posiblemente fuese imprevisible, al menos en la intensidad que finalmente tuvo, aunque nos cueste asumir el hecho de que no tenemos el control sobre todo lo que nos rodea, y mucho menos sobre el clima. Lo que sí podemos hacer es adoptar una serie de prioridades que pasen por asegurar lo que es importante e intentar protegerlo, para que un desastre natural no se lo lleve todo por delante.

En este sentido, es revelador que ayer, mientras muchos buscaban desesperadamente a sus seres queridos sin saber si habrían muerto, mientras miles de personas estaban atrapadas en carreteras o en sus casas, cuando muchos españoles estaban sin luz y sin agua corriente a causa de la gota fría, mientras muchos afrontaban un futuro difícil tras haber sufrido graves pérdidas humanas o materiales, algunos políticos se centraban en incrementar su poder, concretamente en asaltar un medio de comunicación que pagamos todos con nuestros impuestos. Algo así es muy indignante hoy, cuando parece frívolo e insensible hacer algo así mientras hay tanta gente pasándolo mal, pero también debería serlo todos los días, porque nuestra civilización y nuestra democracia son mucho más frágiles de lo que muchos piensan.

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Foto: Europa Press. Los daños provocados por la gota fría en la autovía V-30 en Valencia, debido a la crecida del río Turia.

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Comentarios:

  1. FaramirGL

    Hemos construido una sociedad tan segura, que ni se nos pasa por la cabeza lo fácil que es perderlo todo. Nos quedamos en nuestros ridículos «problemas del primer mundo» cómo no tener buena cobertura o que se retrase un día un envío.

    De la catástrofe presente hemos de extraer cuestiones prácticas, como la prevención de futuros aluviones y la necesidad de construir embalses y azudes. Justo lo contrario de lo que están haciendo los socialistas.

    Sin embargo, la lección más importante es que, si no valoras lo que tienes, mereces perderlo.

    Como nuestra libertad.

  2. Otromas

    Coincido plenamente… pero a la masa le da igual…y muchos seguirán votando a esta gentuza…

  3. Eduard

    Vivo en Torrent. En mi calle no llegó el «tsunami» pero a apenas 50 m pasa el barranco del Poyo, que nosotros llamamos barran co de Torrent y toda esa zona se anegó (coches arrastrados…). A partir de las 8 del martes no teníamos electricidad y por tanto tampoco wifi y tampoco cobertura. Sólo recibíamos mensajes de Alerta…. Pero no nos enteramos de nada, estábamos incomunicados.. Sabíamos que estaba pasando algo gordo pero no el qué. Aparte de canalizaciones nuevas debe solucionarse el tema de la información a los ciudadanos en caso de emergencias.

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