Así falsea la realidad El País

Me han dejado perplejo las reacciones a las palabras del Papa en la Universidad de Ratisbona. Que nadie me malinterprete: no me siento perplejo por la reacción de no pocos musulmanes, a fin de cuentas esos arranques de intolerancia no son nuevos. Lo que me pasma es la indiferencia cuando no las críticas que han generado en ciertos sectores democráticos.

Basta con leer el discurso del Papa para encontrar en él un bello y magnífico canto a la paz, a la libertad religiosa y a la racionalidad. Lejos de importarle esto, el diario El País ha tergiversado y falseado tanto las palabras del Papa como la reacción de la Santa Sede a las protestas musulmanas. El País hace gala, una vez más, de la mendacidad que le caracteriza; nada nuevo bajo el sol. Lo que más me asombra es leer el editorial de hoy de este diario: no hace ni una sola crítica a la intolerancia islámica, y vuelca todas las críticas en el discurso del Papa. ¿Cómo se puede caer tan bajo?

Esto es lo alarmante de algunos demócratas: ante la amenaza del fanatismo, de la intolerancia y de la violencia islamistas, prefieren ofrecer en sacrificio a quienes apuestan con firmeza por la libertad, si con ello aplacan las iras de un radicalismo religioso al que ciertos sectores profesan una mezcla de temor reverencial y de absurda simpatía. Están admitiendo, sin más, que la libertad y los derechos humanos pueden ceder ante la presión de determinados chantajes, o que las democracias occidentales están a la misma altura que determinadas concepciones del poder y de la sociedad que parecen sacadas de los tiempos más oscuros de la Edad Media. Lo paradójico es que son los mismos que vienen hablando de laicismo, del poder absoluto de la razón y de rechazar las 'imposiciones religiosas' del Cristianismo. Manda carallo.

P.D. 21:43h: nueva muestra de la mendacidad de El País. Una vez más, mienten en el titular y se desmienten a sí mismos en la entradilla de la noticia. No me cabe en la cabeza que el diario� de mayor tirada� de España� se dedique a� insultar la inteligencia de sus lectores de una forma tan descarada.