La diputada del PSOE empezó dos carreras universitarias y no acabó ninguna

Todo el mundo a la universidad a aburrirse como Elena Valenciano

La ola de demagogia a propósito de las becas universitarias en España llegó el sábado a su mayor grado de esperpento en la página de Facebook de Elena Valenciano.

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Y es que tras atribuir al ministro de Educación un "nefasto clasismo ideológico", la diputada del PSOE afirmó lo siguiente:

"A Wert le parece exagerado que TODO EL MUNDO quiera ir a la universidad. El ministro es un firme defensor de esa máxima tan conocida y que él debe expresar en inglés: "classes have always existed"."

No entiendo a qué viene esto del inglés. ¿Para Elena Valenciano saber hablar en inglés es un signo de clasismo? Debe ser por eso que el ministro Wert -un nefasto clasista- suelta frases en inglés en vez de en español en el imaginario ideológico de Valenciano. Un imaginario en el que, según ella misma se ha ocupado de exponer, los embriones humanos no son seres vivos y el número de abortos puede reducirse en un 200%. Tanta ignorancia ya abruma.

Elena Valenciano no terminó sus dos carreras porque se "aburría"

Pero lo más llamativo del caso es que, por lo que parece, para Elena Valenciano considerar exagerado que todo el mundo quiera ir a la universidad es una opinión clasista. Por eso hay que conceder becas -es decir, pagar los estudios con el dinero del contribuyente- a todo el que saque su carrera aunque sólo sea con un suficiente raspado, mientras otros se la pagan trabajando o con la ayuda de su familia (unos pringaos desde el punto de vista progre, en fin). El caso es que para buscar ejemplos claros para rechazar el argumento de la diputada basta con acudir a su propio currículum: Elena Valenciano empezó dos carreras universitarias y no terminó ninguna de las dos. A pesar de ello, ambas carreras figuran en su currículum (ver por ejemplo su perfil en la web del Congreso de los Diputados) con esta fórmula: "Estudios en Derecho y Ciencias Políticas". El año pasado Valenciano justificó el abandono de ambas carreras de esta forma: "Me aburría y ahora me da pereza acabar". Para su primer trabajo, como telefonista en la sede del PSOE, no hacía falta ningún título universitario.

No todo el mundo tiene vocación para estudiar una carrera

No voy a criticar a Elena Valenciano por abandonar dos carreras. Ella, como mucha gente que ha pasado por la universidad, no tiene vocación para los estudios superiores. Me parece algo de lo más normal y que no desmerece a nadie. No a todo el mundo le gusta estudiar, y algunos no tienen la aptitud -ni la actitud- necesaria para estudiar una carrera. Precisamente para eso están las calificaciones, para saber si uno es apto o no. Alguien que pretende terminar una carrera con aprobados raspados está perdiendo el tiempo. Sin ir más lejos: ¿irías a la consulta de un médico sabiendo que sacó su carrera sin vocación y con un aprobado raspado? ¿Contratarías en una empresa de construcción a un ingeniero con esa nota media? El igualitarismo está muy bien para los mítines, pero la realidad es la mar de terca.

Nadie tiene derecho a ir a la universidad a aburrise a costa del contribuyente

Desde luego, un estudiante es muy libre de perder su tiempo y de ir a la universidad a aburrirse, pero no tiene derecho a hacer eso a costa de los contribuyentes, que es lo que están defendiendo quienes confunden la oferta de becas públicas con un inexistente derecho a disfrutar de una beca por el mero hecho de aprobar. Hasta ahora, ese igualitarismo ideológico sólo ha servido para masificar y devaluar muchas de las titulaciones de las universidades públicas españolas. Como consecuencia de ello, hoy en día tener un título universitario ya no garantiza nada. Por eso una vez acabada la carrera muchos licenciados se ven en la necesidad de matricularse en un máster o en varios. ¿Por qué no pagar también esas titulaciones, señora Valenciano? Y ya puestos: ¿por qué no pagar a todos los españoles toda clase de curso que les sirva para obtener un trabajo? Si a Menganito le pagan la universidad, ¿por qué un informático ha de pagarse sus cursos sobre Flash o HTML5? Carguemos al Estado -es decir, a los demás- todas nuestras cuentas. ¿Qué más da que el Estado tenga problemas de caja y arrastremos una deuda pública enorme precisamente porque el partido de Elena Valenciano se dedicó a despilfarrar el dinero público a manos llenas? Al fin y al cabo, ya ha quedado de manifiesto que al PSOE no le importa tanto la economía como la propaganda. A fin de cuentas, la propaganda es lo que le permite al PSOE alcanzar el poder, para después arruinar el país a costa de la economía.

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Comentarios:

  1. Qué gran verdad. El psoe vive de la demagogia barata y lo peor es que le funciona.

  2. Juan Español Español

    Elena Valenciano se aburría y gracias a eso, ha llegado a ser lo que és, gracias a sus inicios como telefonísta en sede de «sociolistas». Me la imagino diciendo al teléfono, «Psoe digamé».

    Si es que el sufragio universal engañabobos es lo que trae, es decir, niñatillos y niñatillas «echaos/echadas» «p’alante/p’alanto» que engañan a las «señoras/señores» «Marías/Maríos» en los «mitines/mitinos» de los «barrios/barrias» a conquistar. Cuando se han dado cuenta resulta que se encuentran con una jubilación «dabuten».

    Buenas palabritas por aquí, cubatitas por allá, pasta de las subvenciones, y resulta que en nuestra democracia de mierda nos puede salir cualquiera que diga eso de «trabajadores y trabajadoras», «compañeros y compañeras» y ¡¡ZÁS!!, con un mesíanico Felipe, un ignorante llamado Zapatero y su adlater Rubalcaba mas la mafia consiguiente tenemos una cosa en plan político en posesión de la verdad que se llama Elena Valenciano.

    Pues no veais la que nos espera con la Susanita en Andalucía a partir de ahora, heredera del Padrino Griñán, seguidor del Capo Chaves, imitador de la Mafia Catalana y Vasca y todos ellos alumnos «dil capo di tutti capo D. Philippo y su amiguete contrario D. Aznar que se han repartido el pastel».

    La Elena, la Aido, la Leire, la Magdalena, el Madina, el Gómez y las otras y los otros, serán como mínimo gente más inteligente que los de «Herri Borreguna».

    Por cierto Elena Valenciano. ¿Has pagado ya la deuda que tenías con Hacienda por no liquidar Ivas (y venías) e IRPF de tus sociedades improductivas-patrimoniales-que-hieden-a-tufo-manipulador-de-chollo-abusivo-de-gentuza-política-trincona-que-se-crée-impune-porque-sí?.

    ¿Lo has pagado, mameluca ignorante?.

    Bueno, bueno, y lo del PP, para otro día, menudo chupasangre nos ha salido el tío Mariano y el Montoro.

    Podían chupar otra cosa en vez de impuesto, digo yo.

    Saludo y ¡¡TO PAL PUEBLO!!

  3. Nadie tiene derecho a ir a la universidad a aburrirse, a resultar un elemento pasivo o indiferente que interceda en el ambiente estudiantil. A la universidad hay que ir a indignarse, a admirar o sentirse impotente ante un problema que no parece tener solución. Y a agobiarse ante el trabajo abrumador que se tiene por delante, a discrepar con algún profesor sobre lo que ha dicho o descubrir que lo que decíamos era erróneo. Nunca a aburrirse, para eso están los pubs, el cine o el bar, lugares a donde no nos lleva una vocación.

  4. Elisa

    Eso no es lo más impresionante: lo más impresionante es que su abuelo y su padre eran murcianos y ambos médicos que estudiaron aquí en Murcia, su abuelo concretamente fue el primer médico que se especializó en Psiquiatría de la Región, es decir, el primer psiquiatra murciano que tuvimos, en la universidad en la facultad de Medicina tienen un cuadro y una placa para homenajearlo, y tanto padre como abuelo hicieron y decían lo contrario que «la nena»: terminaron su carrera, se especializaron, fueron referentes en sus campos y como buenos médicos, hombres de ciencias o gente con dos dedos de frente sin que se hayan sometido a un «lavado de cerebro social» como el actual haría: rechazar el aborto y ser pro-vidas (también podría añadir que sé de buena tinta de ambos eran «catolicuchos practicantes», pero quizás a lo mejor a más de uno le invalidan el currículum de ambos)

  5. Elisa

    Vamos, «la nena» les salió rebelde…

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