Lo peor para un superhéroe sería dar con una sociedad tan ingrata como ésta

'Batman vs Superman: El Amanecer de la Justicia': héroes en el Estado del Bienestar

Esta tarde he visto la esperada entrega cinematográfica de la batalla entre los dos gigantes del repertorio de superhéroes de DC Comics: Supermán y Batman.

La película está dirigida por Zack Snyder, que tuvo la batuta de películas como "300" (2007) y "El hombre de acero" (2013), esta última, precisamente, sobre Supermán. La película estrenada hoy conecta con ella. En el papel del superhéroe alienígena vuelve a estar Henry Cavill, y esta vez quien se estrena como Batman es Ben Affleck (y mejor de lo que esperaba). Esta vez al supervillano Lex Luthor, archienemigo de Supermán, lo encarna Jesse Eisenberg (curioso: el mismo actor que hizo de Mark Zuckerberg, el poderoso dueño de Facebook). La película tiene un tono dramático, concentrándose la mayor parte de la acción hacia el final, y desarrollándose en un primer momento una serie de reflexiones sobre el ejercicio del poder y de la justicia que la hacen muy interesante. En este sentido, la cinta se acerca mucho a la óptica de Watchmen (2009), también dirigida por Snyder y que nos mostraba como pueden acabar degenerando los idealizados superhéroes de los cómics si deciden abusar de su poder. Un aspecto que me ha gustado mucho, por cierto, es la fotografía, muy cuidada.

He leído que la crítica no está siendo muy benévola con esta película, cosa que me parece injustificada. Desde luego, me ha gustado y mucho. Tiene muchos ingredientes que se salen de las características típicas de este género, mostrándonos no sólo el lado más cruel y humano de esos héroes, sino también las tragedias que se suceden en las colosales batallas que protagonizan, vistas desde la óptica del hombre de la calle. De hecho, la película nos asoma a un aspecto de nuestra sociedad que rara vez tratan las películas de superhéroes: la ingratitud, un vicio que aborda Carlos López Díaz en un interesante artículo, en el que cita lo que escribió Ortega y Gasset sobre el hombre-masa y su "radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia". Carlos advertía: "Vamos a comprar el pan todos los días, sin percatarnos de los principios económicos que subyacen en hacer de este acto cotidiano algo trivial, hasta que algún tirano caribeño consigue que adquirir los alimentos más básicos, e incluso el papel higiénico, se convierta en una pesadilla." Y concluía lo siguiente: "la civilización es algo mucho más frágil de lo que solemos reconocer."

En el mundo real, acostumbrado a que Papá Estado se ocupe de todo y nos resuelva la vida a costa de renunciar a amplias parcelas de nuestra libertad -eso que llaman Estado del Bienestar-, los superhéroes recibirían muestras de admiración y de gratitud en un principio, pero al final serían inmisericordemente crucificados, aunque sólo fuese por la imposibilidad de que estuviesen siempre donde se les necesitase. Muchas veces hemos visto a parte de nuestra sociedad preguntándose dónde está Dios cuando ocurre alguna desgracia, y por qué no actúa si es que existe. Quienes así reflexionan no se hacen la misma pregunta cuando, por ejemplo, miles de personas se sacrifican y lo dan todo por los demás por amor a Dios: misioneros, monjitas que atienden a enfermos y ancianos, voluntarios de Cáritas... y a menudo esta gente tiene que soportar, además, multitud de insultos de quienes no toleran su fe.

Lo mismo pasa con quienes trabajan por garantizar nuestra seguridad y nuestro bienestar. Después de atentados como los del 11-S o los del 11-M, muchos se preguntaron por qué las fuerzas del orden no consiguieron evitarlo. Si se quema el monte o hay algún desastre, esperamos a que aparezca el Ejército para socorrernos, pero entre tanto los militares tienen que soportan multitud de críticas y de desprecios hacia su trabajo. Y no sólo les pasa a ellos. Aún recuerdo que hace unos años, durante un invierno muy intempestivo en Galicia, unas percebeiras salieron a faenar en una localidad costera pontevedresa a pesar del temporal. Una de ellas falleció y se montó un follón porque, decían, el helicóptero de rescate tardó demasiado en llegar (media hora). Incluso se puso una denuncia en la Fiscalía. Los sindicatos, a su vez, culparon a los recortes. Pocos se pararon a pensar en la cantidad de veces que arriesgan sus vidas los héroes que van en ese helicóptero para salvar las vidas de otros. Pagamos impuestos por ello y ya damos por supuesto que tienen que asumir todo riesgo, incluso para salvarnos cuando cometemos una imprudencia. Lo mismo pasa con los montañeros que se accidentan en las montañas y tienen que ser rescatados por la Guardia Civil. El ciudadano del Estado del Bienestar quiere que alguien le garantice la completa seguridad, que alguien le cuide de la cuna a la tumba, y eso no es posible. Desde luego, lo peor que le puede ocurrir a un superhéroe sería dar con una sociedad tan ingrata como ésta.

Os dejo aquí con el trailer en español de la película:

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