En el callejero de Colau caben un terrorista y un político racista, pero no Juan Carlos I

El Ayuntamiento de Barcelona, presidido por la ultraizquierdista Ada Colau, anunció el jueves su intención de cambiar el nombre de la plaza dedicada al anterior monarca, Juan Carlos I.

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La "democracia participativa" de Colau no incluye consultar a los vecinos

Hay que señalar que Ada Colau ha desoído a los vecinos de dicha plaza, que se oponen al cambio, en una nueva muestra de su curiosa idea de la "democracia participativa". El trasfondo ideológico del anuncio es evidente, y más si tenemos en cuenta que la noticia se dio a conocer en el aniversario de la proclamación de la Segunda República, un régimen que se caracterizó por la vulneración sistemática de derechos humanos como la libertad de prensa (pisoteada constantemente por la censura gubernativa), la libertad de expresión, la libertad religiosa y la libertad de educación. A eso hay que añadir la convocatoria de cuatro días de "fiesta" para celebrar "la República y sus valores", algo realmente escandaloso si tenemos en cuenta que durante la Guerra Civil y bajo los gobiernos de la República tuvo lugar una de las peores persecuciones religiosas de la Europa contemporánea, con miles de católicos asesinados por razón de su fe, además de decenas de miles de ejecutados por motivos políticos. Así pues, el gobierno de Ada Colau ensalza un régimen que fue convertido en un dictadura criminal de ideología socialista por la misma izquierda que lo promovió, con el apoyo del nacionalismo.

Una calle dedicada a un racista que llamaba 'maketos' a los catalanes

Esta celebración sin ningún tipo de crítica de una parte siniestra de nuestra historia, pero incurre, además, en la paradoja de que en Barcelona se retira del callejero el nombre de un monarca que fue refrendado en referéndum por los españoles en 1978, y al mismo tiempo se mantienen calles dedicadas a personajes nefastos. Pondré dos ejemplos muy significativos. Uno de ellos figura junto a la arteria central de la ciudad, la famosa Diagonal. Me refiero a la calle dedicada en 1979 a Sabino Arana, ideólogo racista del nacionalismo vasco y fundador del PNV, además de autor de citas despreciando abiertamente al resto de los españoles, catalanes incluidos:

"Con esa invasión maketa... la impiedad, todo género de inmoralidad, la blasfemia, el crimen, el libre pensamiento, la incredulidad, el socialismo, el anarquismo... todo es obra suya."

"Oíd hablar a un vizcaíno, y escucharéis la más eufórica, moral y culta de las lenguas; oídle a un español, y si sólo le oís rebuznar, podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias."

"El bizkaíno no vale para servir, ha nacido para señor; el español ha nacido para ser lacayo y siervo."

"Maketania comprende a Cataluña; maketo es el mote con que aquí se conoce a todo español, sea catalán, castellano, gallego o andaluz."

En 2001 se formó una plataforma de asociaciones para pedir el cambio de nombre de esa calle, pero quince años después ahí sigue, como un homenaje al insulto contra todos los que no reunimos los requisitos necesarios para figurar entre la raza vasca que el fundador del PNV consideraba superior a las demás. El actual gobierno municipal no ha hecho gesto alguno que indique que vaya a cambiarla, y no hay que ser adivino para saber los motivos: la actual alcaldesa no oculta sus simpatías hacia la casta nacionalista. De hecho, para llegar a su puesto contó con el apoyo del nacionalismo más radical, como ERC y los catalasunos de la CUP. Por eso no es arriesgado concluir que a Ada Colau le molesta un Rey demócrata, pero no un político racista como Arana.

Una plaza y un monumento a alguien considerado terrorista por el Estado

Pero si es repugnante que una ciudad española dedique una calle a un racista que odiaba profundamente a los españoles, el colmo es que haya una plaza dedicada a un terrorista. El 5 de marzo Ada Colau dedicaba una plaza a Salvador Puig Antich e inauguraba un monumento dedicado a su memoria. Hay que recordar que el homenajeado era miembro de una banda de delincuentes denominada Movimiento Ibérico de Liberación, cuya actividad se centraba en atracar bancos y que mató al policía Francisco Jesús Anguas Barragán, un agente de la Brigada Antiatracos de Barcelona. Puig Antich fue condenado por ese asesinato. La consideración penal a día de hoy del crimen cometido por el homenajeado la recordaba Carlos Sánchez Almeida al día siguiente en El Español:

"Según puede leerse en el auto de 5 de julio de 2007 de la sala militar del Tribunal Supremo, que desestimó el recurso de revisión interpuesto por los familiares del reo ejecutado, los hechos por los que fue condenado Salvador Puig Antich eran constitutivos de un delito de "terrorismo con resultado de muerte"" (...) "Pese a los diferentes recursos presentados ante el Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional y Tribunal Europeo de Derechos Humanos, los hechos declarados probados por la justicia franquista permanecen inmutables, y en consecuencia Salvador Puig Antich sigue siendo jurídicamente un terrorista. En estas condiciones cabe preguntarse si el ayuntamiento de Barcelona corre un riesgo jurídico al dar cobertura a un acto que podría ser considerado enaltecimiento del terrorismo."

En línea con lo señalado, hay que recordar que en una resolución emitida el 22 de marzo de 2005 -es decir, gobernando el PSOE-, el Ministerio del Interior incluyó a Francisco Anguas entre los agentes de Policía "fallecidos en atentado terrorista", una catalogación que no ha cambiado a día de hoy. Así pues, no contradigo ni un ápice a la legalidad vigente si digo que la misma alcaldesa que le quita una plaza a un Rey de España dedica otra a un terrorista que asesinó a un policía, algo absolutamente intolerable en un Estado de Derecho.

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(Foto: Flickr Barcelona En Comú)