Justin Trudeau recriminó a una joven por usarla en un turno de preguntas

El Primer Ministro de Canadá censura la palabra 'humanidad' por no ser 'inclusiva'

El Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, es un ejemplo de hasta qué grado de cursilería es capaz de llegar la corrección política impulsada por la ideología progresista.

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Un político censura a una joven y otras chicas le aplauden por ello

Ocurrió el pasado viernes, en un acto celebrado en Nanaimo, en la provincia de la Columbia Británica. En el turno de preguntas del público tomó la palabra una joven de una iglesia restauracionista cristiana, que instó a Trudeau a revisar la actual legislación canadiense que restringe el voluntariado en las organizaciones caritativas religiosas. Como explica Carlisle du Rozel en Squawker.org, actualmente para que el Estado califique a una organización caritativa religiosa como ONG en Canadá, las creencias o prácticas de esa organización "no deben ser subversivas o inmorales". Eso significa que el gobierno canadiense se otorga el poder de determinar qué creencias religiosas y culturales son morales y cuáles no. La joven estaba alehando "el amor materno es el amor que cambiará el futuro de la humanidad..."

Pero justo en ese momento Trudeau interrumpió a la joven y la corrigió usando el plural: "Nos gusta decir personidad, no necesariamente la humanidad, porque es más inclusivo." En inglés, humanidad se dice "mankind", palabra que incluye el término "man" (hombre). De hecho, la raíz es la misma que en español: la palabra "humano" procede del latín "humanus", que a su vez deriva de "homo" (hombre). En su lugar, Trudeau propuso la palabra "peoplekind", que se podría traducir como "personidad" (como he indicado) o como "gentidad". Sorprendentemente, muchas jóvenes, algunas de ellas con velo islámico, aplaudieron la ocurrencia del político canadiense, como si les pareciese genial que un gobernante censure a una joven de esta forma tan vergonzosa. Podéis ver el momento en cuestión en el siguiente vídeo:

Un abortista radical que impone sus ideas mediante la coacción

Aunque Justin Trudeau se declara católico, es el arquetipo del progre de izquierdas. Radicalmente abortista, ha calificado el asesinato de hijos por nacer como "derecho humano" y se ha comprometido a que Canadá invierta 650 millones de dólares en promover ese crimen por el mundo, para contraprogramar las políticas provida que está desarrollando Donald Trump en Estados Unidos. Además, en diciembre impuso a las empresas canadienses la obligación de defender el aborto y las tesis del lobby LGTB para recibir ayudas públicas, un requisito coactivo y propio de una dictadura y que ha recibido duras críticas de políticos, medios de comunicación y líderes religiosos canadienses. Hace unos días, el arzobispo de Ottawa, Monseñor Terrence Prendergast, le recordó a Trudeau que no se puede ser católico y a la vez defender el aborto. "Aunque Trudeau no se definiese como católico", añadió el prelado, "la cuestión central seguiría siendo que no puede promover, inventar o defender un derecho que no existe".

Trudeau no respeta la libertad de expresión de los provida

Aunque presume de "inclusivo", las políticas de Trudeau no se limitan a ser radicalmente excluyentes hacia los hijos por nacer y hacia quienes no se someten a los dictados ideológicos de su gobierno. Hace unas semanas, un estudiante le pregunto al Primer Ministro si los provida no tenían libertad de expresión: "Si eres provida entonces eres ridiculizado e insultado, pero si eres proaborto entonces eres elogiado. Solo quiero saber si la libertad de expresión es importante para usted", le dijo el joven. En lugar de defender la libertad de expresión de quienes no opinan como él, Trudeau afirmó que los provida "no están en línea con la sociedad", como si en la sociedad sólo hubiese cabida para quienes opinan como el Primer Ministro. No es el único ámbito en el que su partido, el liberal (de centro-izquierda), está agrediendo los derechos humanos y las libertades fundamentales: el año pasado, en Ontario, su partido amenazó con retirar la custodia a los padres que se opongan a las tesis del lobby LGTB. Una amenaza digna de un régimen totalitario.

Las peligrosa amistad de Trudeau con el Islam

Trudeau se ha mostrado mucho más indulgente con los yihadistas que con los cristianos. En diciembre, en una entrevista televisada, el Primer Ministro elogió a los yihadistas que dicen haber rechazado su "odiosa ideología" para regresar a sus países de origen, y mostró su deseo de que se conviertan en una voz contra el radicalismo. Pero ¿hasta qué punto esa retractación no es fingida? El ministro de Seguridad Pública de Canadá ya había mostrado su escepticismo al respecto. Curiosamente, Trudeau hizo esa declaración después de pasar unas vacaciones en 2016 en una isla privada propiedad del multimillonario Aga Khan, líder espiritual de la rama ismaelita del los musulmanes chiítas. Unas vacaciones con las que, además, Trudeau violó la ley canadiense, que le impide recibir regalos que puedan suponer un conflicto de intereses con su acción de gobierno.

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(Foto: The Canadian Press - Todd Korol)

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Comentarios:

  1. Russell

    Para el encaja mejor la muy inclusiva «asnitud».

  2. Hugo

    Por algo lo llaman el «Zapatero canadiense». No es muy diferente a él. Puede que más aparente pero también aficionado a las pataletas cuando no le salen bien las cosas. Buscar el vídeo donde le arrea un codazo a una diputada porque no vota lo que él quiere.

  3. Sharovarov

    Quizás, las del velo islámico, piensen: nos conviene, de momento, aplaudir a los infieles y estúpidos como éste, pero cuando seamos mayoría…

  4. Luna

    Se ha retratado. «Humanitas» viene de «humanus» y de «homo», mientras que «personalitas» viene de «personae», que era la máscara que se empleaba en el teatro. Ese «tragikoi» heredado de los giegos, cuyo nombre tomó de que se caracterizaban los actores con pieles. O ese «comikoi», derivado de komos= heces o lías del vino, con las que se maquillaban para las comedias.
    Mientras que la personalidad atañe más a la forma escogida entre muchas posibles en que un individuo (más que su colectivo) afronta la vida, la humanidad se refiere a todas las circunstancias antropológicas a las que estamos sometidos, ya sea en común o de forma particular.

    La personalidad cambia de un individuo a otro, mientras que la humanidad no puede hacerlo. O se es humano o no se es. No puedo dejar de relacionar estas máscaras presupuestas en la «personalidad» con otro término muy conocido en el teatro griego: el «talatoi», que se traduce actualmente como «talante». Pero éste ni siquiera se parece a la estrategia zapateril para negociar sólo con quien le diera la gana. Era una forma de actuar que llevaba a la parodia y a la vis cómica y para ella se requería dejar de lado gran parte de la realidad, sojuzgarla ante lo cómico. Esto es precisamente lo que pretende este hombre (mejor diré «persona»), un escenario hecho a su medida, una máscara con sutil «megafonía» que amplíe su voz, unos coturnos para tomar altura y el privilegio de destrozar la realidad a su antojo para que todo le salga bien.

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