Subvencionar la mediocridad


Me acabo de enterar del fracaso de audiencia de la edición de este año de los premios Goya al cine español. Un hecho al que se unen las malas cifras de espectadores del cine español, unas cifras que caen año tras año.

Haciendo un inciso, he de decir que me he alegrado mucho de que la película más premiada de esta edición de los Goya haya sido La vida secreta de las palabras. Es una muy buena película, triste y dura, pero muy buena. También me confieso más o menos seguidor de Isabel Coixet, sus películas hasta ahora me han parecido muy satisfactorias.

Lamentablemente, ésta no es la tónica habitual del cine español, donde las buenas películas son la excepción y los récords de taquilla se dan en películas tan mediocres como las de "Torrente". El cine español se ha acostumbrado a vivir de la subvención. Muchas de las películas subvencionadas ni siquiera llegan a estrenarse. Eso ha provocado que el cine español no sea competitivo y no llegue a los espectadores. Pretender arreglar esto, como proponen algunos, con un sistema de cuotas como el de Francia (donde el cine nacional sí que es competitivo y da lugar a producciones muy buenas), sólo llevaría a separar todavía más a los cineastas y a los espectadores, como se ha visto con el fracaso de audiencia de los Goya.

Y es que muchos de los espectadores somos contribuyentes y no es muy agradable eso de que con nuestro dinero se subvencione la mediocridad, y menos si se pretende justificar esa mediocridad con producciones muy politizadas y con la fea costumbre que hay en el sector a preocuparse más por las soflamas ideológicas que por hacer buenas producciones cinematograficas.

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