Nada humano nos es extraño


"A nadie, a estas alturas, se nos oculta la gravedad, en efecto, de estos momentos. Son muchas cosas las que están en juego. Está en juego la unidad de España y sus raíces culturales e históricas, que han hecho de ella ese gran pueblo, que es y ha sido capaz de grandes gestas en todos los campos y en todas las épocas, si no las deshecha y destruye; está en juego "la herencia de valores humanos y cristianos que representan el patrimonio más precioso del pueblo" español, "la herencia de la fe, suscitada por la predicación" de los discípulos de Jesucristo ya desde los primeros siglos del cristianismo y profundizada desde el Tercer Concilio Toledano. Está en juego "la herencia de la cultura, florecida en ese tronco común a lo largo de generaciones"; está en juego la "herencia de la unidad", que se mide por largos siglos de historia común, "incluso más allá de su específica configuración política, consolidada", sobre todo en el final del siglo XV y el XVI, y que ha estado y sigue arraigada en la conciencia de los españoles, que se han sentido y sienten miembros de una única nación, en la diversidad de los pueblos que la integran. Nada de lo que sucede en España, en la sociedad, le es ajeno a la Iglesia. Nada humano nos es extraño. Nada de lo que afecta al hombre, a la sociedad, a nuestra historia y a nuestro país le es ajeno a los cristianos."

Traigo al blog estas sabias palabras del Cardenal Cañizares, Arzobispo de Toledo y Primado de España, pronunciadas durante su homilía con motivo de la festividad de San Ildefonso, el 23 de enero de este mismo año. Las he extraído de la web de la Archidiócesis de Toledo. Me parecen una magnífica declaración contra la indiferencia, la pasividad o el excesivo optimismo que estoy percibiendo en algunos medios cristianos ante la situación que está viviendo España, y me parecen también una genial argumentación contra el laicismo. Esta ideología liberticida es manifiestamente incompatible con la libertad y el deber de la Iglesia para pronunciarse sobre cuestiones temporales, especialmente cuando esas cuestiones afectan al bien común, al bienestar de los ciudadanos, y a los derechos y libertades fundamentales de la persona.

Cuando el pueblo cristiano vive en España un momento tan difícil como éste, es de agradecer contar con pastores valientes como Monseñor Cañizares, que recuerdan la decidida postura adoptada por Juan Pablo II ante la amenaza de descomposición territorial que se cernía sobre Italia en 1994, y cito sus palabras: "Los laicos cristianos, precisamente en este momento histórico decisivo, no pueden evadirse de sus responsabilidades. Antes bien, deben manifestar con valor su confianza en Dios, Señor de la historia, y su amor a Italia a través de una presencia unida y coherente y un servicio honrado y desinteresado en el campo social y político, siempre abiertos a una sincera colaboración con todas las fuerzas sanas de la nación".

Teniendo en cuenta que el patriotismo es una virtud directamente ligada a la gratitud y a la caridad, tal como señala el Catecismo de la Iglesia Católica, no deja de ser triste que declaraciones como las de Juan Pablo II o Monseñor Cañizares sigan provocando la incomodidad o incluso el desagrado de algunos cristianos. Suelo decir que en España los católicos llevamos muchos años de retraso con respecto al país alpino, pues allí el catolicismo lleva décadas floreciendo en democracia, libre de los complejos y las ataduras mentales que a menudo tienen acogotados a muchos católicos españoles. En fin, confío en que esos lastres acaben cayendo y consigamos darnos cuenta de que a los cristianos españoles nada humano nos es extraño: tampoco España.

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