ZP se come crudos los frutos del Tinell

Nos mintió cuando dijo que ésta sería la legislatura del diálogo, del talante y del consenso. La promesa la hizo tras auspiciar en Cataluña el Pacto del Tinell, que certificaba por escrito el aislamiento y el boicot sistemático a toda iniciativa del PP, una política sectaria y excluyente que extendió después al Congreso de los Diputados. Ahora, a Zapatero empiezan a salirle los tiros por la culata.

Esta política excluyente estaba destinada de antemano a chocar con la realidad, pues olvidaba la necesidad de pactar con la oposición algunas cuestiones que se interponen en el intento de Zapatero por hacerse con el control de los Poderes Legislativo y Judicial. El primer adelanto llegó en mayo, cuando el Gobierno tuvo que renunciar a la reforma de la Constitución, un obstáculo para varias de sus iniciativas que ya han sido recurridas al Tribunal Constitucional. El pasado miércoles la situación se repetía al quedar aplazada hasta la próxima legislatura la reforma del reglamento del Congreso. Dos días después ocurría otro tanto con el reglamento del Senado.

Hoy, finalmente, el PSOE ha escenificado una rabieta ante la negativa del PP a respaldar las generosas promesas que el PSOE hizo a los nacionalistas de cara a la renovación del Consejo General del Poder Judicial, una institución clave para frenar cualquier iniciativa judicial contra las polémicas medidas emprendidas por el Gobierno. La semana pasada, el PSOE y sus aliados parlamentarios marginaron al PP de un acuerdo previo para la renovación del CGPJ, y ahora quieren que el primer partido de la oposición lo apoye sin rechistar.

Lo más sorprendente de todo esto es que, lejos de rectificar y de hacer a la oposición ofertas sinceras de diálogo, el Gobierno siga empeñado en aislar y satanizar al PP. Añadir más dosis de torpeza a la ya de por sí torpe estrategia política del Tinell sólo demuestra, al fin y al cabo, la cortedad de miras del ejecutivo de Zapatero.