El PSOE contesta al PNV con la boca pequeña

Lo ocurrido este sábado en torno al desafío secesionista planteado por el Gobierno Vasco pone en evidencia, una vez más, la doble vara de medir del PSOE. Íñigo Urkullu, aquél al que los medios afines a Ferraz nos presentaban como el "moderado" del PNV, ha retado una vez más al ejecutivo de Zapatero, amenazando con llegar "hasta el final" aunque no haya acuerdo entre Ibarretxe y Zapatero. La respuesta desde las filas socialistas la ha dado José Blanco, diciendo que la carrera secesionista del nacionalismo vasco es un "plan electoralista", algo que algún medio ha considerado como "contundente". Seguro que los del PNV están temblando de miedo.

El PSOE, como siempre, reserva la dureza y los insultos no para los que quieren romper el orden constitucional y la cohesión territorial de España, sino para quienes los defienden. Así, el mismo día que criticaba al PNV con la boca pequeña y sin elevar mucho la voz, no se vayan a enfadar los sucesores de Sabino Arana, Blanquiño insultaba sin rodeos a la Conferencia Episcopal tachándola de "hipócrita". Significativamente, el portavoz socialista lanzó ese insulto tras afirmar, horas antes, que con la nueva ofensiva laicista del Gobierno "no se pretende agredir a nadie". Antes se pilla a un mentiroso que a un cojo.

El caso es que en octubre, y si nadie lo remedia -y no parece que Zapatero tenga intención de dar ese paso-, Ibarretxe convocará un referéndum ilegal de autodeterminación, a pesar de lo cual no tendrá que rendir cuentas ante la justicia, porque Zapatero ya se encargó de despenalizar ese delito coincidiendo, además, con la reelección de Ibarretxe, por si quedaba alguna duda de la nula voluntad del PSOE por frenar el desafío del Lehendakari.

Así pues, ¿qué pasará estos próximos meses? Pues que tendremos a Zapatero y al PSOE dando respuestas timoratas y acomplejadas frente a un intento por destruir el orden constitucional, el mayor desafío que ha tenido hasta ahora nuestra democracia por detrás del terrorismo. Eso por un lado. Por otro lado, tendremos a los socialistas intentando distraer la atención de este asunto y de la crisis económica, agravada en España por la desidia del Gobierno, y lo harán haciendo exhibición de su ideología radical, con la nueva ofensiva laicista ya anunciada, nuevos ataques a la Iglesia, y le recuperación de forma irresponsable de temas tan delicados como la legalización del aborto y muy posiblemente de la eutanasia.

Hay, a este respecto, personas partidarias de dar batalla en un frente -el económico y el político- olvidando por completo las cortinas de humo del PSOE, como si esta nueva ofensiva laicista no fuese una amenaza real y en el fondo no importase demasiado. Antes bien, tanto esas cortinas de humo como la actitud timorata del Gobierno ante el desafío de Ibarretxe forman parte de un todo, que se traduce en la demolición de las bases de nuestra democracia, y muy en concreto, de la Constitución y de los derechos y libertades que ésta proclama. Basta con echar un vistazo a lo que pasa en comunidades gobernadas por el PSOE en coalición con formaciones nacionalistas tan radicales como ERC y el BNG, donde no sólo se socavan los principios constitucionales en lo relativo a la soberanía nacional, el modelo territorial, la igualdad de todos ante la ley, etc., sino también -y de forma paralela- derechos tan elementales como la libertad de conciencia, el derecho de los padres a decidir la educación que desean para sus hijos y la libertad religiosa.

Si creemos que a todas estas cuestiones se puede dar batalla de forma parcial, dejando unas de lado y centrándonos en otras, de partida ya estaremos cediendo ante una ofensiva radicalmente antidemocrática, por cuanto pisotea derechos elementales del individuo. Debemos denunciar, sí, que se están utilizando temas muy delicados para ocultar problemas graves cuya difusión incomoda al Gobierno, pero sin olvidar que esos temas delicados son lo bastante importantes como para pretender que nadie defienda los derechos que se ven amenazados con esas "cortinas de humo".