Ruinas digitales: de Internet al olvido

El sábado, al caer la noche en Monteferro, hice esta foto de lo que debió ser el puesto de mando de la antigua batería de artillería de costa situada en esta península y de la que ya os mostré fotos en mayo de 2008 y abril de 2010. Entre mis aficiones está la historia y de ella se deriva también la exploración de ruinas y de lugares abandonados. Algunos los he ido documentando mediante fotos en este blog, pero en otros casos la tan sobrevalorada red se ha mostrado muy parca en información. Y cuando existen, en Internet los documentos históricos son más bien efímeros.

Tomo esta foto como ejemplo. De la batería de Monteferro no es fácil encontrar información en la red, al margen de la que he publicado en este blog. Lo poco que encontré lo incluí en las citadas entradas y en el texto de las fotos de esa batería que colgué en Flickr. Es curioso que sólo hayan pasado 110 años desde la instalación de esa batería y que sea tan difícil encontrar información sobre ella en la red (que contiene muchos millones de páginas sobre lo más variopinto). Esto puede hacernos reflexionar un poco. Hoy en día hay personas que no dan crédito alguno a hechos próximos o remotos en el tiempo si no les dan un enlace que hable sobre ellos. Para esas personas lo que no está en la red es porque no ocurrió. Olvidan, me temo, que hay una inmensa cantidad de documentos que aún no han sido digitalizados y que quizás no lleguen a serlo nunca.

Por otra parte, hay documentos que sí han estado en la red pero ya no están, por una razón muy sencilla: esos documentos estaban alojados en servidores cuyo funcionamiento cuesta dinero. Sin ir más lejos, yo pago por el dominio y el alojamiento de este blog. El día que deje de pagar, el blog desaparecerá. Tarde o temprano ocurrirá eso, por cualquier motivo, empezando por el más obvio: que a todos nos toca morirnos. Ese día marcará el fin de otra de tantas webs que han ido desapareciendo poco a poco. Sobre la batería de Monteferro, por ejemplo, había localizado un sitio que contenía información muy completa: datos, fotos, mapas de localización de los búnkers, edificios, polvorines, etc. El servidor de esa web ya no responde. Al alcance de mi mano sólo queda ya lo que se me ocurrió grabar. Una pena, pero es ley de vida.

Pasará lo mismo con la información conservada en CDs o DVDs y que no sea copiada en otros soportes el día que esos sistemas de almacenamiento caigan en desuso, como lo hicieron los antiguos disquetes (todos esos soportes, además, se deterioran, aunque haya gente que piensa que no). De la misma forma que una web ya no disponible, pasarán a engrosar la larga lista de ruinas digitales que responden mudas a nuestro afán por mirar hacia atrás. Al final va a resultar que los libros serán la forma más segura de conservar la memoria del pasado. Podrá decirse que se pueden mojar, quemar o deteriorar, pero un soporte informático también. Y los libros, al menos, no hay que enchufarlos para leerlos.

No te pierdas las novedades y contenidos que te interesan. Recibe gratis el boletín diario en tu correo electrónico:

Comentarios:

  1. Adosinda

    Muy buena entrada, Elentir. Así es, para muchos si algo o alguien no está en internet no existe. Y también para muchos lo que está en internet «va a misa» y ni se molestan en comprobar que es cierto.
    Me incluyo entre los que se han acostumbrado a que «todo» está en internet y casi nos ofendemos si no encontramos información sobre algo. 🙂

  2. taranus

    El problema no es solo lo que comentas, creo que ademas se basa en la cultura de los pueblos.
    Un ejemplo que me toca de cerca: en casa de mi abuelo habia varios libros publicados en el siglo XIX; pues bien, de no ser por mis padres, se hubieran perdido todos, ya que para el resto de la familia solo eran trastos viejos sin valor.
    Afortunadamente, ahora puedo disfrutar por ejemplo, de un Atlas Gaskell original editado en 1876 en USA (solo 100 años despues de su independencia) y que refleja como era el mundo entonces; o un año entero (1892) de la publicacion: La Ilustracion Española y Americana.
    Quiero decir con esto que esta en manos de la sociedad el conservar aquello que forma parte de la historia, ya que todo es historia. Supongo que en esa Batería, a lo largo de estos 110 años habrán servido muchos oficiales y tropa que seguro que guardan retazos de su historia.

  3. Adosinda, a mí también me ocurre muchas veces. Hasta que llego, por ejemplo, a un tema de historia medieval y me lo encuentro en pañales… 😉

    Taranus, el problema de la batería es que creo que fue abandonada en los años 60 o 70. En fin, que el recluta más joven que haya pasado por allí ya estará camino de la jubilación. No sé qué dirán los registros del Ministerio de Defensa, pero bueno, con el hermetismo de las administraciones en este país, lo mismo hay documentos que ya no vuelven a ver la luz, y no porque sean secretos, sino porque ya no importan a ninguno de los que se encargan de cuidarlos.

    Entristece pensar, en fin, cuántos retazos de historia se habrán perdido de esa forma…

  4. Planteas una realidad, todos hemos tenido alguna perdida en los cambios de formatos y por accidentes o negligencias con los soportes digitales.
    En Ferrol también hay varias baterías abandonadas con unas vistas espectaculares. Sin ir más lejos este verano estuve recorriéndolas y haciendo fotos, es una pena que estas construcciones no se conserven para que la gente pueda visitarlos.
    Saludos

  5. Es que Ferrol era la ciudad gallega con más baterías de costa. De hecho, me parece que los cañones de Monteferro procedían de allí.

  6. Belén

    Pues nada, tendré que empezar a imprimir todo lo que encuentre en internet y me guste… Y rezar porque mi casa no se inunde y se pierda todo. 🙂

    La verdad es que nunca lo había pensado así, gracias por la reflexión, Elentir.

    Por cierto, que las Administraciones no se toman tampoco mucho trabajo catalogando lo que tienen, lo que venden, lo que transportan de un sitio a otro. Así que no es sólo lo que comentas del hermetismo, Elentir, sino también la falta de control que tienen sobre sus propiedades. Ni catalogación, ni control ni conservación. No hacen nada y, al final, es patrimonio que se pierde, aunque muchos preferirían que fuera así, ya que la gente no haría preguntas. Lo digo también por Museos, como el del Ejército, que, en el traslado, ha «perdido» piezas. Se han enviado a sitios donde sólo pueden entrar los militares, y en esos sitios de destino no están precisamente bien vigiladas. Se dice que no pasa nada, porque no tienen nada de valor, o tienen un valor muy escaso. Estoy pensando, por ejemplo, en colecciones de sables que han ido a Academias Militares y están colgadas en pasillos, sin ningún tipo de protección. Y parece que a nadie, o a casi nadie, le importa un pimiento. Total, hay muchos más sables, cuadros, cañones, monedas y demás. En fin, no sigo, que me terminaré poniendo de mal humor.

  7. posodo

    Muy bien traido el problema de los actuales formatos de almacenamiento de la información. Y eso por no hablar de las sensaciones que transmite un libro de hace 100, 150 o 200 años: tacto, olor, incluso pensar en cómo fue la vida de los sucesivos propietarios.
    Algo de esto comenté con el inicio de los e-books en mi diario.
    Un saludo.

Opina sobre esta entrada:

Debes iniciar sesión para comentar. Pulsa aquí para iniciar sesión. Si aún no te has registrado, pulsa aquí para registrarte.