Estiércol nacionalista en Galicia

En noviembre, tras las últimas elecciones generales, ya os conté aquí que en Galicia el nacionalismo está en caída libre. El fenómeno está dando lugar a peleas internas en las filas nacionalistas que resultan -¿para qué ocultarlo?- muy gratificantes para quienes nos oponemos a esa forma de totalitarismo empeñada en convertir nuestro país en una réplica de los Balcanes. El último numerito lo ha protagonizado Bautista Álvarez, mandamás de la UPG, el parque jurásico maoísta hegemónico en el Bloque Nacionalista Gallego.

El pasado martes una revista nacionalista publicó un artículo firmado por el señor Álvarez en el que, inmersas en una parrafada del marxismo más rancio, don Bautista dedica toda clase de descalificaciones a los militantes del BNG que han abandonado ese Titanic nacionalista (disculpad la comparación con el famoso barco, aunque sólo sea por el tamaño, pues a este paso los militantes del Bloque cabrán en una lancha). Entre otras cosas, don Bautista equipara a sus excompañeros de filas con el estiércol. Ayer uno de los escindidos, el otrora portavoz del BNG Xosé Manuel Beiras, contratacaba a los de la UPG acusándoles de ejercer la censura.

En fin, lejos de querer hacer leña del árbol caído -ya se reparten ellos muy bien los hachazos-, no os podéis imaginar como me alegra que las energías que dedicaban esos individuos a agredir las libertades de los gallegos -empezando por la libertad de hablar y educarnos en el idioma de nuestra elección- las dediquen ahora a darse tortazos entre sí. Ojalá se consuman en esta pelea y nos dejen a los gallegos en paz. Y ojalá todos los movimientos totalitarios acabasen así: con una implosión, y a poder ser sin salpicar, por favor, que el estiércol mancha mucho.

Dicho lo cual, me voy a por palomitas.

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