Golpea a su esposa para que aborte y un juez rebaja el castigo al agresor por ser inmigrante

Ocurrió el año pasado en Melbourne, Australia. El 7 de agosto una mujer le comunicó a su marido que estaba embarazada. El hombre no quería al niño, pero ella sí que quería tenerlo.

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Golpeó a su mujer varias veces porque no quería abortar

Según informa el Daily Mail, a la mañana siguiente el hombre -de 31 años de edad y cuya identidad y nacionalidad no han sido reveladas- llamó a su mujer desde su dormitorio y le exigió una vez más que abortase. Ella se negó nuevamente, y él se puso furioso y la golpeó en la cara, rompiéndole las gafas, según informó la Policía. Tras preguntarle ella por qué le pegaba, él volvió a golpearle la cara, tras lo cual ella empezó a gritar pidiendo ayuda, tras lo cual su marido le pegó una vez más, esta vez provocando que la agredida sufriese un mareo. Después de eso, le dijo a su mujer que bajase la voz para que la gente no la oyese. Ella fue a comisaría a denunciar la agresión, y su marido la siguió, pidiéndole disculpas mediante un mensaje enviado a su móvil y rogándole que no le denunciase.

El acusado pidió la absolución para no perder su visado

A pesar de esa prueba, y según apuntó en octubre del año pasado el diario australiano Herald Sun, el agresor dijo a la Policía que fue su esposa quien comenzó la pelea, que él no la agredió y que sus gafas "simplemente se cayeron de su cabeza". El hombre, a través de su abogado, Asad Rana, pidió al Tribunal de Melbourne no ser condenado porque podría perder su trabajo y su visado. El magistrado, Jonathan Klestadt, le dijo al acusado que debería haber pensado en eso antes de que actuara como lo hizo. El abogado del agresor dijo que el hombre había estado participando en un programa de cambio de comportamiento y estaba rehabilitado. Actualmente su mujer y él están separados. El magistrado Klestadt aplazó el asunto hasta febrero para darle tiempo al acusado para completar el programa de cambio de comportamiento antes de dictar sentencia.

Le impone una condena menor atendiendo a su condición de inmigrante

Finalmente, ayer jueves el juez Klestadt declaró que una condena tendría una carga mayor para el acusado que para otros miembros de la comunidad, debido a su condición de inmigrante y su situación laboral. El juez concedió al agresor un bono de buena conducta de un año -una orden que impone al acusado unas determinadas condiciones que debe cumplir durante ese plazo, bajo supervisión- y le ordenó continuar con el asesoramiento sobre cambio de conducta. Tras afirmar que el acusado hizo lo que se le requirió "para manejar mejor su comportamiento hacia su ex pareja", impuso al agresor una multa de 1.000 dólares australianos (715 euros) y le dejó en libertad.