No tenemos que elegir entre Putin y George Soros

Por Mike González / Artículo original en inglés publicado por The Daily Signal

Traducción al español por Ángel Manuel García Carmona

“El enemigo de mi enemigo es mi amigo” es un proverbio que se ha atribuido desde hace mucho tiempo, de manera aparentemente errónea, a los beduinos.

Es injusto para ellos, ya que contiene la falacia de la falsa dicotomía. A veces, el dicho es correcto, como cuando los Aliados decidieron en la II Guerra Mundial alinearse con Josef Stalin contra Adolf Hitler. En otras ocasiones, ambas opciones son igualmente malas.

Esta es, sin embargo, la manera en la que mucha gente insiste en reaccionar ante George Soros y el presidente ruso Vladimir Putin, los dos hombres que actualmente van dedo a dedo para controlar gran parte de los corazones y mentes del globo. O estás con uno o con el otro.

O si tú atacas a uno de ellos, es porque estás en liga con el otro.

El último parece que ha sido el enfoque que los periodistas Isaac Arnsdorf, Andrew Hanna y Kenneth Vogel, del diario Politico, han dado con su contencioso artículo “El GOP inicia el alineamiento con Rusia para atacar a Soros”.

La esencia del artículo (es tan unilateral, incluso confuso en partes, que me opongo a relacionarlo con ello) es que los Republicanos en el Congreso han sido engañados por los conservadores de Macedonia en hacer el trabajo de Putin para ellos.

Seis senadores estadounidenses republicanos -Bill Cassidy (Louisiana), Ted Cruz (Texas), Jim Inhofe (Oklahoma), Mike Lee (Utah), David Perdue (Georgia) y Thom Tillis (Carolina del Norte)- enviaron una carta al Secretario de Estado, Rex Tillerson, pidiéndole investigar los extendidos informes de muchos países en los que la Open Society Foundations de Soros está intentando “imponer una agenda progresista y estimular la izquierda política”.

Esto, para el equipo de Politico, es “una acusación que está siendo fomentada y defendida por Moscú”.

No hay duda en que un ataque a Soros sería defendido por Putin. El líder del Kremlin es un oportunista que entrará en todo teatro que le llame retratándose absurdamente, a sí mismo, como el guardián de los valores occidentales.

E invitando a Putin a hacer solo aquello en lo que, en otros países, se esfuerza Soros.

Pero la noción que la acción de estos senadores y de muchos de los miembros de la Casa de los Representantes que han pedido, igualmente, al Departamento de Estado, explicaciones sobre las razones por las que la Agencia de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos está llevando a cabo con Soros a lo largo del mundo ha sido “fomentada” por Putin, como Politico establece, es ridícula.

El Kremlin, según los autores de Politico, ve las “donaciones a grupos de la sociedad civil en el antiguo satélite soviético como parte de una trama para instalar gobiernos pro-Occidente”.
En el caso de la pequeña Macedonia (2 millones de habitantes, más pequeña que Queens, Nueva York) eso es completamente erróneo.

Soros y la embajada estadounidense han lanzado su apoyo a partidos que luchan contra el partido conservador VMRO -imperfecto como muchos partidos políticos a lo largo del mundo, sin ninguna duda, pero muy pro-EE.UU y muy pro-OTAN.

Describir lo que hace Soros como gastar para instalar gobiernos pro-Occidente es una simpática forma de decirlo, como la descripción del artículo sobre él como un filántropo benigno.

Soros tira su dinero alrededor, lo cual puede costear. Forbes estima que tiene una fortuna de 25.000 millones de dólares, lo cual le hace ser el 22º hombre más rico del mundo.

Él, por ejemplo, dejó caer de golpe 4’5 millones de dólares entre el 2000 y el 2014 en el atrozmente parcial Centre for Public Integrity, donde Vogel, uno de los autores de Politico solía trabajar.

Pero he aquí otra manera para describir al gestor de fondos más rico del mundo: él invierte sus millones en legalizar el aborto en Irlanda y México, en legalizar las drogas en Indonesia, en promover un acuerdo de paz con los rebeldes narco-marxistas en Colombia que los ciudadanos del país rechazaron en un referéndum, en presionar por los derechos transgénero en Guatemala, em retratar Israel como un violador de derechos humanos, y en legalizar la prostitución en todo el mundo.
“En la superficie, el gran número de grupos y personas a las que él respalda parece no estar relacionado”, escribió Caroline Glick, en The Jerusalem Post. “Después de todo, ¿qué tiene que ver el cambio climático con la inmigración ilegal africana a Israel? ¿Qué tiene que ver Occupy Wall Street con las políticas de inmigración de Grecia?”.

Lo que hace este tácito o explícito apoyo de EE.UU. a las políticas progresistas a lo largo del mundo es canibalizar el respaldo político moderado -e invita a Putin como la alternativa política, como está ocurriendo en Macedonia.

Si por falta de una alternativa conservadora, VMRO vira hacia el putinismo para contrarrestar esta agenda de extrema izquierda que viene desde fuera del país, es nuestro error -y el de Soros.
La Fundación Heritage se mantiene al margen de cualquiera al dejar claro que Putin es un adversario en el que no se puede confiar. Lo hemos dicho aquí , aquí, y aquí. Por mí mismo lo he dicho aquí.
Putin y Soros no pierden oportunidad alguna de intentar reírse el uno al otro.

En la última sangría, hace unos meses, un grupo de hackers llamado DC Leaks, identificado por el FBI como un grupo delantero del Kremlin, hackeó en la Open Society Foundations y publicó muchos documentos privados que revelaban los planes de Soros para promover el radicalismo a lo largo del globo.

Estaban incluidos sus planes para reconfigurar el sistema político de los EE.UU. a través del Censo Electoral y utilizar Irlanda como modelo para cambiar las leyes provida a lo largo del mundo.

La respuesta adecuada a este mano a mano de Soros-Putin es no coger tu veneno y elegir uno. Esto es, preferiblemente, para parafrasear el chiste de Henry Kissinger sobre la guerra entre Irán e Irak en los 80: “Espera que ambos bandos puedan perder”.

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