El diario progre prepara el terreno para los efectos del pacto PSOE-Podemos

El País defiende el racionamiento para evitar el 'ecofascismo' y usando una foto de la RDA

¿Os acordáis de que algunos medios se rieron de Santiago Abascal hace unos días cuando recordó las palabras de Sánchez diciendo que Podemos significa cartillas de racionamiento?

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Un artículo firmado por un profesor marxista y con una foto de la Alemania comunista

Parece que el pacto del PSOE con Podemos ha llevado a que en el portavoz oficioso de los socialistas, el diario El País, empiecen a prepararnos psicológicamente para dichas cartillas. Hoy el diario de PRISA publica un artículo titulado "Nostalgia del racionamiento", firmado por César Rendueles, profesor de sociología de la Universidad Complutense de Madrid, uno de los inspiradores de Podemos y partidario del marxismo. El artículo está encabezado por una foto de Leipzig en 1985, cuando esa ciudad era parte de la Alemania comunista (RDA), un país sometido a una dictadura y que era una enorme prisión para sus propios habitantes.

Dice que los supermercados capitalistas están "están tan desabastecidos como los soviéticos"

El artículo defiende una economía centralizada, manipulando torticeramente la realidad, como cuando intenta equiparar los monopolios estatales de las dictaduras comunistas con empresas privadas como Amazon o Walmart. Lo más divertido es cuando afirma que los supermercados capitalistas "están tan desabastecidos como los soviéticos". Esto ya es, directamente, tomar a la gente por imbécil y aprovecharse de la ignorancia de quienes no recuerdan aquellos años. Éste es el aspecto que presentaban muchos supermercados soviéticos en los últimos años de esa dictadura (foto de Gennady Galperin/Reuters):

En la siguiente imagen vemos un supermercado en la ciudad de Moscú el 20 de diciembre de 1990, cuando aún no se había disuelto la URSS (foto de Shepard Sherbell):

Una madre con su bebé en un supermercado vacío en Moscú en 1991 (foto de Sovfoto/UIG). La URSS se disolvió en diciembre de ese año.

La siguiente podría ser una foto de la Venezuela actual, pero no: una larga cola para comprar papel higiénico durante la dictadura comunista en Polonia en la década de 1980.

Y ahora viene a hablar de "nostalgia del racionamiento" un tío que nunca ha tenido que sufrirlo, precisamente porque tuvo la gran suerte de vivir en un país con economía de mercado.

Dice que necesitamos "cartillas de racionamiento" para evitar el "ecofascismo"

Pero lo que ya es de traca es lo que el artículo de El País dice en su párrafo final, propio de un panfleto de extrema izquierda, que parece que es en lo que ha degenerado ese periódico: "Necesitamos cartillas de racionamiento medioambientales", reclamando que la energía, el transporte o los alimentos se repartan "según criterios democráticos basados en las necesidades sociales" y amenazando con que vendrá el coco si la gente no les hace caso: "La alternativa es un escenario distópico de ecofascismo y guerra".

Esas líneas resumen bien la estrategia que está siguiendo la ultraizquierda actual para imponer lo mismo que el comunismo pero por otra vía: usan la ecología como excusa para acabar con la libertad e imponernos una economía socialista, diciendo que si no lo hacemos vendrá el "ecofascismo" y la "guerra" y apelando a "criterios democráticos", lo cual ya es para echarse a reír. Recordemos que los comunistas llamaron "República Democrática" a la dictadura de Alemania Oriental, un país en el que se violaban sistemáticamente los derechos humanos y te podían matar si intentabas huir. Esa misma dictadura llamó "Muro de Protección Antifascista" a la muralla que levantó en Berlín para encerrar a los habitantes de la zona comunista e impedirles escapar hacia el Berlín Occidental. Treinta años después de la caída de ese muro, los partidarios de esa ideología siguen intentando engañar a la gente para que renuncie a su libertad y se someta a una nueva dictadura comunista. Y algunos aún se extrañan de que algunos de los países que sufrieron esa lacra hayan decidido ilegalizar a las formaciones totalitarias que la ensalzan.

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Foto principal: Peter Turnley. Habitantes de la ciudad rusa de Novokuznetsk haciendo cola a la entrada de una tienda en los años finales de la URSS.

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Comentarios:

  1. Luis Carlos

    Lo vuelvo a decir, se pone en evidencia entre el que se toma la molestia en dar argumentos y explicar el porqué de su punto de vista a quien está dispuesto a escuchar y el que se limita a replicar una tira de falacias y tratar de ridiculizar y humillar al otro como castigo contra el que haya osado llevarle la contraria.

    No se puede luchar contra el fascismo y al mismo tiempo soñar que el estado sea el hada madrina que con sus superpoderes nos arregle todos nuestros problemas, entre otras cosas quien pueda darnos todo lo que deseemos puede quitarnos todo lo que tengamos. No se puede defender la libertad y al mismo tiempo reclamar que todo se solucione con más control por el estado, normativas, regulaciones y leyes porque no hay fe en que las masas use su libertad para que voluntariamente actúe de forma responsable y sensata.

    No se puede luchar contra los abusos de la oligarquía si luego toda la economía es monopolizada por una sinarquía, élite, de burócratas que actúan con total impunidad, sin preocuparse en ser competentes para que ninguna empresa rival le quite clientes ni en sufrir en sus carnes las consecuencias de sus errores porque los demás pagaremos por los platos rotos.

    Si queremos libertad y progreso hay que ser anti-socialista porque la experiencia ha demostrado una y otra vez sus verdaderos frutos, que son falsos profetas, lobos con piel de cordero, que te prometen el cielo y te condenan al infierno. De boca mucho protestar contra la pobreza pero en el poder su legado es miseria, como en Europa del Este, Cuba, Etiopía, Corea del Norte o Venezuela. En España han convertido Andalucía en la región más pobre de Europa Occidental, y todavía se atreven a hablarnos como si nosotros tuviéramos que disculparnos por el voto de castigo contra estos.

    No, no se puede ser un verdadero antifascista y luego tener fe en que el estado con absoluto poder de control lo vaya a arreglar todo. Incluso la autoridad más benévola la acaba fastidiando al caer en la sobreprotección. Tampoco se puede confiar en la honradez de quien acumula mucho poder pero su ateísmo le impide temer el castigo eterno en el infierno.

    Y ya es hora de empezar a cuestionar los resultados electorales, porque la asistencia a los mítines de final de campaña, y el historial de cum fraude hacen dudar de que se haya seguido todos los protocolos adecuados en el recuento de votos para evitar fraude. Aparte de los logaritmos, si antes A+B=C ahora resulta (A+B)/4=C, y que los que hundieron a Cifuentes por unas cremas pasen de puntillas con la sentencia de los EREs, que dejan a los socialistas como el partido más corrupto de Europa.

  2. Sharovarov

    ¿Cómo que los supermercados capitalistas están tan desabastecidos como los soviéticos?
    ¿Qué supermercados capitalistas?, ¿los que hay ahora por ejemplo en España?

  3. bilbaino

    ¿Siente nostalgia de las cartillas de racionamiento? ¿Que clase de majareros trabajan en ese periódico?

    «según criterios democraticos basados en necesidades sociales»

    Ahora solo le queda explicar que significa algo tan ambiguo. ¿Venezuela?

  4. Luis Recinos

    ¿Y será que, de verdad, estos señores del País y otros «nostalgicos» del racionamaiento, creen que hay quienes en España les tomen en serio? Y aparte de lo que ellos crean, ¿será que de verdad, aun hay quienes, en España, se lo toman en serio? ¡Ay qué cosas, ay qué cosas! ¡Patético!

  5. Luna

    Nostálgicos son los que dicen ser «antifascistas».

    En Abril de 1945 fusilaron a Mussolini y a su amante Clara petacci (entre otros)para luego colgarles boca abajo en una plaza pública y someter sus cadáveres a todo tipo de vejaciones y escarnios. Pocos meses después terminaba toda lucha antifascista que tuviera alguna coherencia, comenzando lo que vienen perpetuando hasta el día de hoy: Llamar «fascismo» a todo lo que se oponga a sus imposiciones y con la pretensión de luchar contra él, liquidar o cuanto menos atacar a quien contravenga sus postulados dictatoriales.

    «Antifascistas» es el término que más mueve sus jambas de la ventana de Overton, quizá la palabra mágica que ha dado más juego en el consignario de los publicistas progres. Una de las que mayor longevidad y extensión territorial han alcanzado, todo un exponente de incitación al pensamiento único, que da claros indicios del banco de pruebas que sobre estas aplicaciones se ha venido haciendo tras las argucias que amplió William Randolph Hearst y elevó casi a la categoría de ciencia. (Realmente es una aplicación de las sociales).

    Ciñéndonos a la realidad y origen de la palabra, eran quienes se opusieron y/o lucharon contra la doctrina política de Benito Mussolini y del partido que él fundó, el «Fasci di combattemento». Y ya está, todo lo demás es sobrevenido. Convino al comunismo y a las izquierdas en general mitificar a su enemigo y transformarlo en un monstruo para enfatizar la lucha. Así unieron al concepto del fascismo el nacionalsocialismo de Adolfo Hitler, el Comosellamismo de Francisco Franco -que está todavía por recibir una nomenclatura veraz y acertada en terminología política, porque lo de «gazpacho» no es serio aunque sea lo que más se acerque-, y hasta expresiones del presidente Eissenhower o del mariscal Petain. Daba lo mismo, se trataba de formar un esperpento que pudiera justificar los errores y abusos cometidos, un escudo para Lenin, Stalin, Carrillo o Fidel Castro. Una protección que sirve a Evo Morales, a los antisistema, los perroflautas y los robaperas.

    En las barricadas nocturnas de Barcelona podemos ver -entre fogatas y adoquines que vuelan- la pancarta «no somos independentistas, somos antifascistas». Y esto nos da un icono perfecto de su militancia, una definición gráfica de en qué consiste el término.

    Como soy -según ellos- «ecofascista» de primera os lo puedo explicar para que tengáis la definición de primera mano: Dudo que se esté dando un cambio climático, dudo mucho más que se haya demostrado científicamente, casi tanto como el que eso pueda hacerse. Y dudo con toda la fuerza que pueda hacerse [si admitís que la duda contenga alguna fuerza]que esta supuesta alteración se deba a las actuaciones que tanto nos reiteran los políticos, no los científicos bajo su nombre y firma. Puedo plantear objeciones sobre todos estos postulados, y a quien me escuche, alternativas válidas que no pasan por la imposición, la obligación de pagar las bolsas que antes se regalaban en un uso del libre comercio. Me pregunto por qué se empeñan algunos en mantener ecosistemas artificiosos como si fueran jardines o parques zoológicos.

    Pero sobre todo, soy consciente de que ecología y economía van profundamente ligados, que no puede triunfar una sin la otra.
    Lo que es peor, mi blasfemia: Defiendo y cuido la naturaleza porque es Creación Divina, un don que respeto y quiero profundamente mientras se lo agradezco a Dios. No creo en la Pachamama, Dios no es la naturaleza sino que la naturaleza es un trasunto divino como somos nosotros, pero de menor significación e implicación.

    Debo morir entre terribles sufrimientos, soy un ecofascista de la peor calaña. El imperio marxista no triunfa por culpa mía, no hay derecho. (Que va a ser que fracasa ante el obstáculo más pequeño, porque ya me diréis quién soy yo para frenarlo).

  6. Luna

    Y vamos ahora a la doctrina fascista: El estado corporativo. Habría de generar los medios y organismos requeridos para el control y funcionamiento coordinados para que el estado pudiera regir la vida de la nación, lo que entiendo yo como una forma de socialismo. ¿No es precisamente la pretensión y funcionamiento de todas las izquierdas que tenemos en España, no es lo mismo que proponen -si no defienden- todos estos que dicen ser «antifascistas»?

    Paradojas de la vida.

    Y una paradojilla para terminar: ¿Sabéis de dónde le viene el nombre de Benito a Mussolini? De un agitador anarquista que encantaba a su padre, quien albergaba todas sus esperanzas en que su hijo fuera un líder triunfante del anarquismo. Y la paradoja encubierta, porque eso en teoría no puede existir…

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