Las protestas de los agricultores evidencian la falta de democracia en la Unión Europea

Elentir EN Mié 7·2·2024 · 7:01 6

Agricultores y ganaderos de varios países europeos han cogido sus tractores y se han lanzado a las calles y carreteras a expresar su hartazgo.

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Las imposiciones ideológicas de Bruselas arruinan al sector primario

Esta protesta del sector primario tiene directa relación con las imposiciones de la Política Agraria Común (PAC) y del Pacto Verde Europeo, aprobado por el Parlamento Europe el 15 de enero de 2020. Lo que se han encontrado los agricultores y ganaderos es cada vez más exigencias en clave ecologista, cada vez más trabas burocráticas y una competencia desleal tolerada por la Unión Europea (UE), que permite el acceso de productos extracomunitarios elaborados sin respetar las exigentes normas que Bruselas impone a los agricultores y ganaderos europeos, lo que lleva a la ruina a nuestro sector primario.

Algunas personas podrán pensar que estos problemas sólo afectan a nuestros agricultores y ganaderos. Incluso si fuese así, el sector primario es el que nos da de comer a los europeos. Sin sus productos, nos convertiríamos en dependientes de países extracomunitarios para productos que forman parte de nuestro consumo básico. La política depredadora que ha llevado Bruselas con ese sector es de una irresponsabilidad colosal, y debería animarnos a formular una pregunta: ¿a quiénes sirven nuestros políticos? ¿Bruselas piensa en nuestro bien común o pone la ideología de ciertos políticos por encima de todo?

La actitud despótica de gran parte de la clase política europea

Más allá de eso, lo que están sufriendo los agricultores es algo más que un conflicto económico. Esta protesta deja en evidencia la falta de democracia en la Unión Europea, que se ha ido convirtiendo en una gigantesca e implacable maquinaria burocrática cada vez más distante y opaca para los ciudadanos europeos. La mayor parte de la clase política europea ha asumido un concepto despótico, que consiste en legislar y gobernar en nombre del pueblo pero de espaldas a él.

Aunque muchos piensen que es así, una democracia no consiste solamente en votar cada cuatro años a nuestros legisladores. Para que haya de verdad una democracia se tienen que respetar los derechos fundamentales de los ciudadanos. Uno de esos derechos viene plasmado en el Artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

"Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos".

Gran parte de nuestra clase política pretende limitar ese derecho a las elecciones. Lo estamos viendo en España con la reforma del Artículo 49 de la Constitución: sólo Vox ha pedido su ratificación mediante un referéndum, que fue el mismo procedimiento democrático por el que se aprobó esa ley fundamental de España. Los demás partidos, por lo visto, creen que pueden actuar en nuestro nombre sin consultarnos ninguna de sus decisiones.

Ni una sola consulta en decisiones que nos afectan gravemente

Esa actitud despótica ha llegado más lejos que nunca en la UE. En Bruselas y Estrasburgo se aprueban cada vez más normas que amenazan nuestro modo de vida, nuestra prosperidad y nuestras libertades, invadiendo cada vez más esferas de la vida social con un torrente de disposiciones que acaban por abarcar cualquier aspecto de nuestra existencia. Nunca se convoca un referéndum para nada, nunca se nos consulta para nada. Sólo nos permiten votar una vez cada cinco años, y después de eso ni siquiera se molestan en requerir nuestra aprobación para decisiones que no figuraban en sus programas electorales, como si no tuviésemos derechos ni voz propia.

Esto es cada vez menos una democracia y cada vez más un autoritarismo burocrático, en el que los europeos dejamos de ser ciudadanos para convertirnos en meros súbditos. Debemos dar las gracias a agricultores y ganaderos por dar un puñetazo en la mesa. Y deberíamos sentir vergüenza por no haberlo dado nosotros.

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Foto: Europa Press. Protesta de los agricultores españoles en Écija (Sevilla), este martes 6 de febrero.