Una decisión que empobrecerá a los europeos y beneficiará a la dictadura china

Prohibir los vehículos de combustión en la UE en 2035: ¿quién lo decidió y con qué derecho?

Desde hace años, los ciudadanos de países miembros de la Unión Europea vemos caer sobre nosotros una serie de prohibiciones sin saber de dónde salen.

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Una decisión tomada de espaldas a los ciudadanos en 2022

Una de las más polémicas fue anunciada el 28 de octubre de 2022: la prohibición de comprar vehículos de combustión desde 2035. La web del Parlamento Europeo afirmó ese día que esa cámara legislativa, el único órgano de la Unión Europea elegido por votación directa de los ciudadanos, había respaldado esa propuesta de la Comisión Europea unos meses antes, en junio. Esa afirmación no enlazaba ninguna fuente que la respaldase. El día anterior, el diario alemán Deutsche Welle señalaba cómo se adoptó en realidad ese acuerdo:

"Los negociadores del Consejo Europeo (los Estados miembros de la Unión Europea), la Eurocámara y la Comisión Europea alcanzaron este jueves (27.10.2022) un acuerdo para prohibir la venta de coches y furgonetas nuevas con motor de combustión a partir de 2035, la primera parte de un paquete que busca descarbonizar totalmente la Unión en 2050".

Así lo confirmaba una nota del Consejo Europeo ese mismo día, afirmando que es un "acuerdo político provisional", es decir, que está pendiente de ratificación.

Esta forma de aprobar decisiones tan importantes para todos los ciudadanos de la UE sin contar con su opinión, sin ningún debate y en instituciones excesivamente burocratizadas, muy distantes de las personas afectadas y sin apenas capacidad de respuesta, debería llevarnos a reflexionar sobre qué clase de "democracia" se está construyendo en la UE al margen de los gobernados.

Las consecuencias negativas que eso tendrá para el nivel de vida de los europeos

Tengamos en cuenta que esa prohibición amenaza a un sector del automóvil que sólo en España da trabajo a más de medio millón de personas, entre fabricantes de automóviles y de sus componentes, además de vendedores y negocios dedicados a la reparación. Además, esa decisión política de los burócratas de la UE puede dejar sin automóviles a muchos europeos, al encarecerse considerablemente tu precio, ya que los coches eléctricos son más caros que los de combustión. Además, el incremento del coste de la energía amenaza el futuro del coche eléctrico.

¿Qué implicará eso? Pues que serán muchos menos los particulares y las pequeñas empresas que puedan permitirse un coche, y además, el incremento de sus costes se trasladará al precio de muchos productos. En las actuales circunstancias, y sin que la industria haya logrado una solución satisfactoria para las actuales carencias del coche eléctrico, prohibir los automóviles de combustión implicará más pobreza y un mayor coste de la vida para los europeos. Eso sí, seremos más pobres pero más ecológicos, para que nuestros políticos ecologistas puedan sentirse satisfechos, mientras China emite más del doble de dióxido de carbono que toda la UE junta.

La China comunista será la gran beneficiada: ¿también hubo sobornos de Pekín?

A eso hay que añadir un dato aún más alarmante para ese tipo de vehículos: en dos años, el litio necesario para fabricar sus baterías ha incrementado su precio un 900% y, además, aunque Australia es el principal productor mundial de litio, la China comunista controla el 60% del refinamiento de litio en el mundo. Se da la circunstancia de que, con sus planes actuales, la UE va a necesitar 18 veces más litio en 2030 y casi 60 veces más en 2050, lo que incrementará su dependencia económica de esa megadictadura.

Todo ese proceso lo veremos, además, mientras el resto del mundo sigue usando vehículos de combustión con normalidad, empezando por China, aprovechándose de la ventaja de su menor coste. Lo que la UE ha acordado, de espaldas a sus ciudadanos, es un disparate ecologista que va a empobrecer a los europeos y a ponerles aún en mayor desventaja respecto de China. Que esa dictadura comunista resulte tan beneficiada de un acuerdo tomado sin consultar a los ciudadanos europeos debería animarnos a pensar si veremos a corto o medio plazo algo similar al escándalo de los sobornos de Qatar y de Marruecos que está salpicando a las instituciones europeas, pero con sobornos procedentes de China. No sería algo extraño en unas instituciones donde los lobbys mueven más influencias que la opinión de los ciudadanos.

¿Con qué derecho toman una decisión tan grave sin consultarnos?

Sobre el proceso de toma de decisiones en la UE, cabe preguntarse: ¿con qué derecho los burócratas de Bruselas toman decisiones que nos afectan tan gravemente sin consultarnos nunca? En una democracia tan consolidada como Suiza tienen la sana costumbre de convocar consultas a los ciudadanos para los temas más variados, a fin de que puedan expresar su opinión sobre asuntos que no se abordaron en las campañas electorales. Sin embargo, la cúpula de la UE ni siquiera se plantea convocar un referéndum sobre esta cuestión, tal vez por miedo a perderlo y a quedar desautorizada, no sólo en lo relativo a la decisión en sí, sino también al proceso habitual que sigue la UE para la toma de decisiones.

Cuando hace años nos propusieron un mercado común europeo, con el fin de beneficiarnos de unas mejores condiciones para el comercio entre los países europeos, muchos no imaginamos que íbamos a acabar sometidos a un gigante burocrático y que toma decisiones tan dañinas sin preguntarnos, amenazando con empeorar nuestras condiciones de vida sin plantearse siquiera la posibilidad de que algo así debería ser consultado directamente a los propios afectados mediante un referéndum vinculante en cada país y con la posibilidad de que, en caso de desacuerdo, un país pueda desmarcarse, ya que Europa no es una nación federal: es una organización internacional formada por naciones soberanas que tienen derecho a autogobernarse, sin que ningún aspirante a emperador Palpatine pueda concentrar tanto poder como para decidir sobre nuestras vidas desde Bruselas a nuestras espaldas.

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Foto: Alex Suprun.

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Comentarios:

  1. Lunaa

    Una verdadera obsesión neurótica la que tienen con el CO2. Pretender fijarla en los valores que a su antojo dan por objetivo supone lidiar contra lo innecesario y de las formas más nocivas para nuestra economía. ¿Sabéis quiénes son en el fondo los mayores emisores de este gas? ¡los vegetales!. Sí, si pretendemos «descarbonizar» a tope necesitamos DEFORESTAR el planeta (antes llamado mundo) porque las plantas tienen la sana -y necesaria- costumbre de producir tanto CO2 por la noche como oxígeno por el día, en la función clorofílica que tanto nos beneficia. Y por cierto, que para echar ese oxígeno necesitan tragar CO2. Son pequeños detalles de la biología que echan por tierra grandes elucubraciones fantasmagóricas que nos llevaron a la superstición climática.

    Yendo a la química, nos encontramos con que el carbono tiene la especial habilidad de aliarse con todo lo que encuentra a su paso, es una cuestión de valencias. Si está en el aire tendremos CO2 casi irremediablemente y no por ser los coches eléctricos (y meternos en plazos que hoy no podemos pagar) podrá evitarse una ley que no rige para gobiernos sino para partículas subatómicas.

    Los absurdos y pretensiones de supuestos «expertos» son a veces ridículos, pero lo que verdaderamente me preocupa es la imposición sobre la economía que tienen siempre las dramatizaciones climáticas. Tengo claro que para esto se concibieron y que ésa es su función real. No podía ser que la energía se abaratase tanto con las centrales nucleares, así que hubo que invalidarlas con algún pretexto. Tampoco podía darse una cierta autonomía con el petróleo y sus derivados, así que también fue maldita la explosión y tras el dominio sobre las naciones se hace ahora evidente el que ejercen sobre las personas.

    Quien ignore por casualidad lo que supone meterse en plazos para un coche nuevo lo puede averiguar sin muchas dificultades, es un lastre que puede suponer durante años una estrechez y hasta un ahogo para quien se encuentre a la vez metido en una hipoteca y recibiendo noticias sobre el 10% de subida de precios. Lo aviso: Van a por nuestra economía, no quieren que levantemos cabeza porque seríamos poco sumisos. Y la intención de la agenda 2030 no es otra que la de someternos.

    Y quede claro: Yo quiero ser santo, no ecologista. Respeto y quiero a la Creación, los animales, las plantas y las piedras, pero no busco una redención en evitar que un tercero cace a una ballena o un cuarto acoja a un koala en Pernambuco. No tienen porqué obligarme a todas sus modas e ilusiones que me son ajenas.

  2. wladimir

    es cierto..

    con este ecologismo o mas bien eco-socialismo y sus medidas tan draconianas supuestamente a favor del medioambiente..finalmente acabaran perjudicando a los ciudadnanos comunes y solo se beneficiarian algunos privilegiados con posibilidades de aquirir esos medios de transporte ecologicos…

  3. FaramirGL

    No me cabe la menor duda de que la gran mayoría de nuestros diputados y senadores son completamente corruptos.

    Y no trabajan, ni han trabajado jamás, para los españoles, sino para múltiples mafias extranjeras que les pagan a escondidas.

    Teniendo en cuenta que casi todos son socialistas, no le tiene que extrañar a nadie.

  4. ecocharli

    El problema no es que haya coches de combustión interna, que funcionan con gasolina o gasóleo. El problema es que en Europa no tenemos petróleo, ni gas. Nuestra forma de vida depende de un producto que nos venden países “complicados” y que cada vez es más difícil extraer, los yacimientos baratos se están agotando. El fracking no produce gasóleo.
    Por otro lado, los aviones, transporte y maquinaria pesada necesitan gasóleo para funcionar, no hay una alternativa válida a corto plazo para sustituirlo. Se está a la desesperada tomando decisiones que preserven el gasóleo para lo estrictamente necesario, forzando la máquina de inventar para encontrar métodos que den una densidad de energía similar o mayor que la del petróleo.
    Como dijo Antonio Turiel, cuando se le citó en comisión del Senado hace unos meses; se le preguntó si creía que en 2050 cumpliríamos los objetivos sobre emisiones contaminantes, respondió: naturalmente, en 2050 ya no habrá nada que quemar.

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