La invasión rusa de Ucrania está haciendo que se caiga muchas caretas. Entre quienes han perdido la suya hay una coincidencia curiosa.
Esa coincidencia se está centrando últimamente en dos de los políticos conservadores más admirables del siglo XX: Winston Churchill, primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, y Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos entre 1981 y 1989.
Desde hace algún tiempo, tanto Churchill como Reagan parecen haberse convertido en los poltergeist que atormentan a ciertas plumas de la derecha antiglobalista. No pierden la oportunidad de referirse a ambos y a quienes les admiramos con afán de ridiculizarnos. En especial, a esos dos políticos los presentan como cosas del pasado, como algo desfasado que no encaja en el momento actual, en el que supuestamente deberíamos estar más del lado de otros referentes, sin decirnos cuáles, aunque no cuesta mucho imaginarlos.
Lo que esos tipos pasan por alto es que las figuras a los que alguien detesta son tan reveladoras o más que aquellas a las que admira. Basta con señalar, por ejemplo, que entre esa derecha antiglobalista hay muchos admiradores de figuras todavía más antiguas, como el Cid Campeador, Blas de Lezo o Hernán Cortés, tal vez porque identifican en ellos a un pasado glorioso de España, sin más matices. Esos matices salen a la luz con las figuras detestadas, con aquellas a las que más frecuencia dedica sus críticas.
Pongamos un ejemplo: yo llevo 17 años denunciando los crímenes de Vladimir Putin, desde que se dictador invadió Georgia. El historial de atrocidades de ese tirano es lo bastante grande como para decir que le detesto con todas mis fuerzas. Sin embargo, a quienes algunos detestan no es a Putin, sino a Zelenski. No detestan al invasor, sino al líder de la nación invadida, a alguien que pudiendo haber huido de su país permaneció en él para encabezar la resistencia ucraniana. No cuesta mucho imaginar por qué esos odiadores de Zelenski le detestan tanto, sobre todo viendo que casi nunca dedican una sola crítica a Putin.
Lo mismo pasa con el citado primer ministro británico. Churchill se convirtió en el gran símbolo de la resistencia británica contra la Alemania nazi. Con sus admirables discursos, consiguió infundir en muchos compatriotas el deseo de luchar contra los alemanes, en vez de querer pactar o rendirse ante ellos. Churchill fue uno de los artífices de la derrota del nazismo, y gracias a él hoy Europa no está sometida a esa banda de criminales totalitarios que arrasaron medio continente.
De la misma forma, Reagan apostó por una política de firmeza contra el comunismo, provocando su caída en Europa. Tuvo junto a él a otras figuras de su época que también contribuyeron a que eso ocurriese, como el Papa polaco San Juan Pablo II, la primera ministra británica Margaret Thatcher y el canciller alemán Helmut Kohl.
Hoy en día, habiendo pasado ya muchos años de sus muertes, la razón por la que muchos admiramos a Churchill y a Reagan es por su valiente defensa de la Libertad frente a unos tiranos, por haber resistido allí donde otros defendían el apaciguamiento y la rendición ante los totalitarios. Ésa es también la razón por la que algunos les detestan, por la que hablan sobre ellos como si su recuerdo les incomodase. Les dedican a ellos todo el desprecio que nunca han dedicado a un tirano como Putin, tal vez porque el dictador ruso se acerca más a su ideal en política: el autoritarismo.
Mientras esa derecha antiglobalista se aproxima a la izquierda antiglobalista (incluso a aquella que admira a Stalin y que siente admiración por fanáticos autoritarios como Dugin), los liberal-conservadores mantenemos vivo el legado de Churchill y de Reagan precisamente porque hoy, como ayer, algunos pretenden convencernos de que rendirse a un tirano es lo correcto, pretenden convencernos de que Occidente no merece ser defendido, sino que debe someterse a los designios de sus enemigos, simplemente porque comparten con ellos ciertos aspectos del discurso "antiwoke", como si eso compensase todos los crímenes cometidos por Rusia en Ucrania.
Para esa derecha autoritaria, defenestrar a Churchill y a Reagan es fundamental para que no recordemos cuál es una de las divisiones fundamentales del mapa político: la que separa a los demócratas de los autoritarios, ya sean de extrema izquierda o de extrema derecha, que son precisamente los márgenes del mapa político en los que la dictadura de Putin está captando más adeptos. Frente a eso, yo lo tengo muy claro: más Churchill, más Reagan y menos Putin.
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Foto: Yousuf Karsh.
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Comentarios:
alfonsovazquez
Pedazo de artículo si señor!
No quito ni pongo ni una sola coma.
19:29 | 8/03/25
wladimir
totalmente de acuerdo….
con este tremendo articulo…yo tambien admiro a Churchill y a Reagan….ahora en esta epoca nos faltan lideres como esos…por algo los que admiramos y apoyamos la lucha contra el Eje del Mal vemos en Volodymyr Zelensky la representacion actual de ellos…
tal vez existan otros lideres como estos en Europa como Petr Fiala y Andrzej Duda,pero necesitamos mas.muchos lideres mas como estos…anora que esta tan activa la amenaza Putinisa….
19:47 | 8/03/25
Hrodberht
Reagan, para mí, el mejor presidente de Estados Unidos en toda su historia. Se mofaban de él desde el principio por haber sido actor.
Pues hizo un papelón magistral en una época muy difícil, contribuyendo a que la Unión Soviética colapsara. Ahora Putin intenta reflotarla adaptada a los tiempos de hoy, la suerte para él es que se ha encontrado con Trump en dos mandatos, un fiel aliado…
Churchill, alcohólico, prepotente, lo que uno quiera, sin él la Segunda Guerra Mundial hubiera tenido otro resultado, porque contribuyó de manera decisiva a que Hitler no tomara las Islas Británicas.
Hoy tenemos a un Trump que parecía decente en su primer mandato, ahora ha devenido en un fiel amigo de un dictador criminal…
20:03 | 8/03/25
maytehuete
De acuerdo con casi todo el artículo, excepto lo referente a Churchill. Potenció y negoció con Stalin, lo mismo que los presidentes de turno de EEUU, para derrotar a Hitler y luego devino todo el reparto de Europa y una maldita guerra fría… No lo admiro en absoluto, porque además se aprovechó y abandonó a Polonia y los polacos
20:20 | 8/03/25
escoces
Tengo la edad de haber vivido todos esos episodios de la historia. Lo que ocurre hoy como bien has demostrado tiene un solo comentario.
Las actitudes de TODOS los políticos de hoy se creen que han inventado la pólvora.
O sea.
El ser humano es el único animal que tropieza constantemente en la misma piedra.
10:23 | 9/03/25
El Peregrino Gris
Lo de Churchill como uno de los dos conservadores más admirables de la historia no me parece demasiado acertado. Es cierto que su importancia en la 2a Guerra Mundial es innegable. Sin embargo no se debería admirar a un hombre que hizo un daño inmenso a la India en forma de escritos donde denigraba la dignidad de los indios y en políticas que llevaron a hambrunas en dicho país.
No es por negar sus aciertos, pero tampoco podemos pasar por alto sus faltas que son graves en este caso.
Y por lo mismo, a mí no me sale odio contra Putin o cualquiera de estos políticos que se «enpestiñan» en destruir el mundo por su propio beneficio. Yo no me siento superior a ellos. Y hasta quizás, si estuviera en su lugar, yo haría lo mismito que ellos. ¿Quién sabe? Lo único que me diferencia a mí de ellos es que el Señor se ha hecho presente en mi vida muy fuertemente. Pero a Putin y compañía: ¿Quién les va a decir que el poder no lo es todo, que la muerte no es el final de nuestra existencia o que no tienen que dar la talla ante nadie porque Dios les quiere tal y como son?
11:50 | 10/03/25
Elentir
El Peregrino Gris, lo de criticar a Churchill y disculpar a Putin ya empieza a ser una alarmante tendencia en el campo conservador… Yo con Putin lo tengo muy claro: siento un absoluto desprecio por un criminal como él, responsable de atrocidades brutales contra el pueblo ucraniano.
14:51 | 10/03/25
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