España tiene un gobierno que nos está sometiendo a continuas humillaciones para pagar el apoyo de sus aliados separatistas.
En los últimos años hemos visto a Sánchez pagando ese apoyo otorgando un trato privilegiado a Cataluña en el reparto de fondos públicos, otorgando indultos a delincuentes separatistas que no mostraban ningún arrepentimiento y, finalmente, otorgándoles una amnistía abiertamente inconstitucional para borrar todo rastro de los delitos cometidos. Con todo ello, Sánchez ha hecho un daño inmenso a nuestro Estado de Derecho y a la solidaridad entre españoles.
Sin embargo, parece que al dirigente socialista eso le parece poco y todavía está dispuesto a someternos a más humillaciones. Ayer, en Barcelona, Sánchez afirmó: "España y Cataluña somos sociedades, somos países extraordinarios". Así pues, en su afán por hacer cualquier indignidad con tal de que sus socios separatistas le permitan seguir en el poder un día más, el presidente del gobierno de España ya habla de Cataluña como si no fuese parte de España, como si fuese un país distinto como Portugal, Francia o Italia.
En los casi siete años que lleva en el poder, Sánchez ha demostrado ser un mentiroso patológico, un político sin escrúpulos que no tiene reparos en decir lo contrario de lo que piensa con intención de engañar, una práctica que hace de forma sistemática para justificar sus peores decisiones. De todas las mentiras de Sánchez, la de ayer es una de las más graves e intolerables, porque ya no sólo pretende dañar a nuestro Estado de Derecho, sino que con ella está amenazando la propia unidad nacional en la que se fundamenta nuestra convivencia.
Frente a esa mentira, hay que recordar un hecho: Cataluña no es un país, Cataluña es parte de España. Esa región española nunca ha sido un país independiente. Tras ser parte de la Corona de Aragón, entró a formar parte de España con la unificación nacional en el siglo XV. Cataluña es tan parte de España como lo son Madrid, Galicia, Asturias, Andalucía o las provincias vascas. La Constitución Española es muy clara en relación a la unidad nacional en su Artículo 2, al que Sánchez dio ayer una patada: "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles".
Sánchez ha dicho ya muchas mentiras, pero su mentira de ayer es la gota que debería colmar el vaso de la paciencia de todos los españoles. Después de sus declaraciones de ayer, Sánchez ya no tiene ninguna autoridad moral para seguir gobernando. Un gobernante en un país democrático no sólo debe esa autoridad al respaldo de cierto número de diputados, sino que debe preservarla respetando las normas de convivencia. Sánchez ha quebrantado de forma pública y notoria la Constitución y ya no merece estar ni un día más en el poder.
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Foto: AFP.
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Comentarios:
calatravo
Buenas tardes ya:
Con ser grave lo de los «países», y dentro del mismo marco de sumisión ante unos socios envalentonados, los independentistas catalanes y vascos, peor es, me parece a mí, lo de someter a una consulta popular la OPA del BBVA al Sabadell: se trata de vaciar el Estado, pues se desautoriza a la CNMC, que es un regulador que, en teoría, puede modular la acción del Ejecutivo. Esto parece que ya no hay quien lo detenga. Pobre España.
12:37 | 6/05/25
isanchezgil
No es que Sánchez YA no tenga autoridad moral para gobernar, es que no la tuvo desde el principio, cuando, con un recuento de votos insuficiente, se alió con los independentistas de Puigdemont y los terroristas de Bildu para alcanzar el poder,
A partir de ese momento, estuvo deslegitimado para gobernar, y ello sin contar con una gobernación basada en la mentira constante, como viene haciendo desde el primer día.
Después de lo ya aludido, todos los últimos desastres que están ocurriendo en España, se deben, además de a la nula legitimidad, también a una nula capacidad para gobernar, basándose siempre en amiguetes, sobrinas, y otros elementos indeseables.
14:11 | 6/05/25
Hrodberht
Lo dice con toda la mala baba, exactamente igual que zETAparo.
Es un político (creo que refleja también a la persona) miserable, un impresentable de la política.
16:33 | 6/05/25
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