Tal día como hoy hace 40 años fallecía en Bournemouth, Inglaterra, uno de los mejores escritores británicos y uno de los mejores filólogos del siglo XX: J.R.R. Tolkien, autor de la famosa trilogía de "El Señor de los Anillos".
Han pasado ya más de dos décadas desde que empecé a leer sus libros, para más señas cuando estudiaba 2º de BUP, a finales de 1990. Aún conservo la famosa edición en español lanzada por Ediciones Minotauro de cuatro libros en color granate (La Comunidad del Anillo), verde (Las Dos Torres), gris (El Retorno del Rey) y azul oscuro (Apéndices). Creo que nunca me tiré tantas horas seguidas leyendo un libro como entonces. También es el libro que más veces he leído: tres en español y una en gallego (pues tengo la edición de Xerais en este idioma).
Después de leer "El Señor de los Anillos" llegaron a mis manos "El Hobbit"; "El Silmarillion"; la recopilación de “Egidio, el granjero de Ham”, “Hoja, de Niggle” y “El herrero de Wootton Mayor”; la serie de “Los cuentos inconclusos” y “Los cuentos perdidos”; “Los Hijos de Húrin”, “La Leyenda de Sigurd & Gurudún” y otros libros como las "Cartas" de Tolkien, "Los montruos, los críticos y otros ensayos", etc. Sumando las obras de Tolkien y los libros dedicados a sus historias, así como los referidos a las versiones cinematográficas de las mismas, ya completan en total cuatro estanterías de mi escritorio, adornadas a su vez con reproducciones de Minas Tirith y de los Argonath, figuras de varios tamaños y, cómo no, una copia del Anillo Único (no exacta, todo hay que decirlo: por más que me lo pongo no desaparezco, aunque habérselo encontrado por aquí en alguna ocasión ya le ha traído problemas a uno que yo sé...).
Siempre me han gustado mucho las historias de género fantástico. En su ensayo "Sobre los cuentos de hadas", Tolkien explicaba: "La Fantasía aspira a igualar el buen hacer de los elfos, el Encantamiento, y cuando lo logra, es la manifestación del arte humano que más se le aproxima." El viejo profesor -como suelo referirme a él con afecto- no consideraba que los cuentos de hadas fuesen algo limitado a los niños. Antes bien, para él tenían un significado muy profundo. Basta con leer sus obras para encontrar en ellas no alegorías -que no le gustaban-, pero sí valores universales, que encuentran en la fantasía una forma muy eficaz de transmitirse al mundo real a modo de enseñanza. "Dios es el Señor, de los ángeles y de los hombres... y de los elfos. La Leyenda y la Historia se han encontrado y fusionado", apuntaba el viejo profesor en ese ensayo.
El único problema que le encuentro a la obra de Tolkien es que después de leerla, asomarme a "Las crónicas de Narnia" de C.S. Lewis y a otros libros considerablemente buenos ya no es lo mismo. Siempre acabo recordando con añoranza todos los cuentos de Arda, como si los demás fuesen meros reflejos de ellos, o como si en los demás faltasen cosas que sí se pueden encontrar en el mundo de Tolkien. Un mundo tan completo y coherente que en algún momento él ya no se veía a sí mismo como un creador, sino como un intérprete de una historia llegada desde tiempos muy remotos. Hoy en día sobre las tumbas de Tolkien y de su esposa Edith, fallecida antes que él -el 29 de noviembre de 1971-, figuran de hecho los nombres de "Beren" y "Lúthien", hombre y elfa que protagonizan, precisamente, una de las más bellas historias de amor y valor de los días antiguos relatados en "El Silmarillion" y recordados también en "El Señor de los Anillos".
Desde aquí hago llegar mi gratitud al viejo profesor por todos los buenos ratos de lectura que me he regalado con sus obras. A excepción de la Biblia, no conozco ningún otra obra que me haya calado tan profundamente como la de Tolkien.
No te pierdas las novedades y contenidos que te interesan. Recibe gratis el boletín diario en tu correo electrónico: Pulsa aquí para suscribirte |
Comentarios:
Alejandra
Hacen falta muchos hombres como Tolkien. Hombres que busquen la belleza en los intrincados caminos de la imaginación. Hombres que no teman perder el tiempo para encontrar un tiempo que se escapa de las manos y se hace eco en la eternidad del alma.
22:11 | 2/09/13
JFM
Elentir, estoy seguro que yo sabes pero si no es el caso te agradara saber que Tolkien era un ardiente catolico.
12:58 | 3/09/13
María
Entrada preciosa con la que comparto hasta la última coma. ¡Gracias, Elentir!
14:19 | 3/09/13
CGdP Vlazeck
Supongo que ya los habrás leído, pero si no es así, te aconsejo para retomar el amor por C. S. Lewis la trilogía de Ransom
0:55 | 4/09/13
Longinos
JFM, un ferviente católico formado por un sacerdote de ascendencia galesa (Francis Xabier Morgan) natural de El Puerto de Santa María, Cádiz, tras haberse convertido su madre y ser repudiada por su familia.
Elentir, no te lo vas a creer… pero no he leído nada de Tolkien ni he visto apenas las películas…
Sí he visto las basadas (Narnia…) en las novelas de C.S. Lewis (que a pesar de lo acertado de sus libros -El diablo propone u brindis, etc.- curiosamente nunca se convirtió al Catolicismo).
11:16 | 6/09/13
Opina sobre esta entrada: