Stephen Hawking: el hombre que negó los milagros mientras su vida los reafirmaba

El físico británico Stephen Hawking ha muerto hoy a los 76 años de edad. Es, sin duda, el científico más famoso desde Albert Einstein, y uno de los que más ayudó a popularizar la ciencia.

Stephen Hawking niega que haya milagros, pero afirma un milagro para negar a Dios
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Un científico que se hizo famoso como filósofo

Pero Stephen Hawking no se limitó a profundizar en los misterios de la física, concretamente en cuestiones como los agujeros negros -sin duda, los que le hicieron más famoso tras postular que emitían radiación- y el origen del universo. Precisamente en este último tema, Hawking rebasó por completo los cada vez más difusos límites de la física especulativa para adentrarse en la filosofía, un campo del pensamiento que lleva apasionando a la Humanidad desde sus orígenes, porque entre sus metas está buscar nuestra razón de ser y el origen de todas las cosas.

Hawking y la existencia de Dios

Un ejemplo de ello fue la declaración que hizo en una entrevista publicada por El Mundo en septiembre de 2014: "En el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer que Dios creó el Universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente. Lo que quise decir cuando dije que conoceríamos 'la mente de Dios' era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de comprender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con la ciencia". Al día siguientes de publicarse esa entrevista, ya señalé aquí las contradicciones en las que incurría Hawking con su opinión.

La opinión de Hawking sobre la existencia de Dios había variando con los años. En su famosa obra "Breve historia del tiempo" (1988), propósito del posible descubrimiento de una teoría completa sobre el universo comprensible para todo el mundo, "no sólo para los científicos", apuntaba que "filósofos, científicos y gente común podremos participar en la discusión sobre la pregunta del por qué es que nosotros y el universo existimos". Así pues, Hawking estaba buscando la verdad sobre preguntas que ha planteado el ser humano desde sus orígenes, unas preguntas a las que la ciencia no es capaz de dar una respuesta completa, al no llegar más allá del "Big Bang". Ante la posibilidad de alcanzar ese conocimiento, en dicho libro Hawking apuntaba: "Si encontramos la respuesta a eso, sería el último triunfo de la razón humana, porque entonces conoceríamos la mente de Dios".

Sin embargo, en su libro "El gran diseño" (2010) postuló que el universo se creó de la nada, una teoría que contradice radicalmente uno de los principios de la física clásica, el principio de causalidad, según el cual todo efecto tiene una causa (un principio en el que se basaba la definición de Dios como "causa causarum", o primera causa, hecha por Cicerón). Hay que decir que ese principio fue cuestionado en base al principio de incertidumbre de Heisenberg en el siglo XX, pero si se asume este último se choca con los planteamientos de Hawking, pues el principio de incertidumbre daría lugar a que la ciencia carezca de certezas a la hora de aproximarse a la naturaleza. Y si no tiene certezas, ¿qué sentido tienen las rotundas negaciones de Hawking sobre la existencia de Dios?

Los científicos brillantes también se columpian

Hawking fue un científico brillante, pero como filósofo no lo fue tanto, y política y éticamente se columpió bastante. En 2001, en una entrevista publicada por The Telegraph, Hawking apoyó el aborto para los hijos por nacer a los que se les pudiese detectar su enfermedad, mientras él mismo se esforzaba por superarla con unas tremendas ganas de vivir: ¿por qué negar a otros esa oportunidad y ese derecho? En 2006 tachó al presidente Bush de "reaccionario" por vetar la investigación con células madre embrionarias, que consiste en usar a embriones humanos como cobayas, sacrificando unas vidas humanas con la esperanza de salvar otras. En 2013 Hawking apoyó el boicot académico a Israel, una postura difícil de justificar después de haber aceptado visitar una dictadura comunista como China. Finalmente, el año pasado apoyó al izquierdista Jeremy Corbyn, candidato del Partido Labortista, en las elecciones británicas, sin importarle sus elogios al régimen chavista de Venezuela, que ha arruinado el país caribeño.

Negó los milagros pero estaba viviendo uno

Pero sin duda alguna, lo más paradójico de la vida de Stephen Hawking es que con ella echó por tierra su negación de los milagros. Cuando le detectaron la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) a los 21 años de edad, los médicos le dieron una esperanza de vida de dos o tres años: acabó viviendo 55 años más. Aún a día de hoy la ciencia desconoce cómo es posible que el físico haya vivido tanto tiempo. Según reveló años más tarde, en 1985, durante una visita al CERN en la frontera entre Francia y Suiza, Hawking contrajo una neumonía que debido a su delicada salud podía provocarle la muerte. El físico llegó a encontrarse tan mal que los médicos le preguntaron a su entonces esposa, Jane Wilde, si le retiraban el soporte vital y le dejaban morir. Ella era una mujer religiosa y se negó. Precisamente ella había encontrado apoyo en su fe para permanecer a su lado y cuidarle (hay que recordar que se casó con él después de que le diagnosticasen el ELA, y ambos tuvieron tres hijos). Él acabó abandonándola poco después. Tras la separación, Jane reconoció que su fe cristiana acabó chocando con el firme ateísmo de Hawking, y le acusó de utilizar a Dios para "vender libros", llegando a convertirse en un "adicto a la fama". Fuese cierto esto o no, la enfermedad de Hawking le hizo comprender que "la vida vale la pena", según él mismo afirmó. Su propia vida ha sido, de hecho, uno de esos milagros que él se esforzó en negar. Y en estos momentos ya habrá encontrado la respuesta a ese misterio que, aunque lo zanjase con una negación, tanto pareció intrigarle.

Descanse en paz.