Vistalegre: seis meses de un evento y de un discurso que cambiaron la política española

Hace seis meses tuve la ocurrencia de recorrer más de 1.200 kilómetros (entre ida y vuelta) en 24 horas. Había un buen motivo: asistir a un acto que sabía que iba a marcar un antes y un después.

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Hacia Vistalegre con un caballero legionario

Llegué a Madrid a primera hora de la mañana y cogí un taxi hasta Vistalegre (llevaba una cámara réflex, una videocámara y mi portátil en la mochila y no quería ir en Metro). El taxista que me llevó era un veterano de la Legión y me vino comentando los problemas con los okupas que tenía en Madrid. Era uno de esos españoles hartos de tanta impunidad. Yo le comenté sin rodeos a lo que iba, pero respondió escéptico: ya no confiaba en ningún político. Incluso lamentaba haber dejado el Tercio. Me pregunto si seis meses después se habrá hecho fan de Vox...

Largas colas dos horas antes del inicio del acto

Cuando llegué a Vistalegre ya había simpatizantes del partido de Abascal en los alrededores. Dentro estaban los voluntarios de Vox ya preparándolo todo. Me sorprendió la cantidad de jóvenes que estaban colaborando allí. Pronto se empezó a formar una cola en la entrada norte, donde yo estaba esperando a que me diesen mi acreditación de prensa. Faltaban dos horas para que empezase el acto y la entrada norte ya había cientos de personas esperando. Entre los primeros de la cola había un grupo de catalanes que venían muy animados.

El discurso de Abascal que puso patas arriba a la propaganda progre

Lo relativo al acto ya lo conté aquí en su momento. Creo que fui de los pocos que estaban allí que siguieron los discursos desde casi todos los ángulos posibles, ya que estuve yendo de un lado a otro con mi cámara. Sin duda, hubo un discurso que llamó la atención. Lo pronunció Abascal, y así lo grabé yo:

Podéis ver aquí la versión publicada por Vox en su canal de Youtube. Lleva ya más de 350.000 visionados (a los que habría que añadir los de diversos canales y medios que copiaron a su vez el vídeo).

Esta parte de su discurso cambió la política española. Hasta entonces, la izquierda tenía el poder de amedrentar a mucha gente con el simple gesto de señalarla con el dedo y lanzarle el "facha" de rigor. Pero a partir de entonces, los insultos de la izquierda sólo han conseguido aumentar la repercusión de Vox. Esos tres minutos de claridad y desparpajo dejaron patas arriba a décadas de propaganda progre. Dos meses después llegaba la sorpresa de las elecciones andaluzas. Lo que hasta entonces parecía imposible se hizo realidad.

Risas de vuelta a Vigo leyendo las reacciones en los medios

Nada más subirme al autobús de vuelta a Vigo, saqué mi ordenador de la mochila y empecé a ver lo que decían los medios. Me lo pasé pipa viendo los ataques de histeria de los periodistas progres. Desde mi asiento, camino de mi tierriña, subí más de medio centenar de fotos a mi cuenta de Flickr. Era como un oficinista portátil, jeje. Después me eché a dormir, pues estaba rendido. Cuando me desperté observé que a mi derecha estaba sentada una pareja que llevaba las banderas de Vox y de España que se habían repartido en el acto (yo me traje una de cada, a modo de recuerdo). Estuve charlando con ellos y nos reímos juntos de las reacciones de la prensa. En fin, fue una gran experiencia. No me habría gustado perdérmela. Sabía que aquel acto iba a ser algo importante, y en efecto lo fue. Ese día, en el aniversario de la Batalla de Lepanto, la política española empezó a cambiar de la mano de Vox.

Vox logra llenazos de Tarancón a Leganés, mientras la izquierda pincha

Después de aquello han pasado cosas tan significativas como las que hemos visto esta misma semana. Una de ellas es el mitin improvisado por Abascal en Tarancón cuando se paró en un bar a tomar un café, camino de Cuenca, hace dos días. Entre los vecinos se corrió la voz de que estaba allí el líder de Vox y esto fue lo que pasó:

Es la monda. Ayer mismo, en Leganés, en el "cinturón rojo" de Madrid, Vox consiguió un nuevo llenazo, con más de 8.000 personas en La Cubierta. El mismo día, Pablo Iglesias tenía un pinchazo de asistencia en Hospitalet y Pedro Sánchez reunía a 1.000 personas en Sevilla, antaño capital del mayor caladero de votos de los socialistas.

Lo mejor es que a Abascal le sigo escuchando las mismas cosas que en mayo del año pasado en La Coruña. Fue precisamente en la ciudad herculina en donde asistí a mi primer mitin de Vox el 1 de mayo de 2014. Lo más satisfactorio, casi cinco años después, es comprobar que en vez de rebajar el tono, como hacen otros cuando crecen, si algo puede decirse de Vox es que sigue siendo un partido sin complejos, algo que es digno de un aplauso. ¡Seguid así!