En España ya hay más muertes que nacimientos y más mascotas que niños

Políticos y medios llevan años promoviendo la fobia a los niños: aquí tienen el resultado

Mié 19·6·2019 · 19:52 7

La izquierda sostiene la idea de que España debe dar a entrada a millones de inmigrantes para garantizar la sostenibilidad del sistema público de pensiones. Pero ¿qué dicen los datos?

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Más muertes que nacimientos en España: nos estamos suicidando como sociedad

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado hoy los Indicadores Demográficos Básicos (IDB) del año 2018 (ver PDF). Los datos son demoledores en relación a la profunda crisis demográfica que está sufriendo España. Debido a que ya hay más muertes (426.053) que nacimientos (369.302), el crecimiento vegetativo presentó un saldo negativo de 56.262 personas. En diez años, el número de nacimientos ha descendido en unos 150.000 en España. El gráfico publicado por el INE muestra a las claras el declive de los nacimientos en España en la última década:

A lo anterior hay que añadir que los índices de fecundidad siguen en caída libre: las mujeres españolas tienen cada vez menos hijos, como muestra el gráfico:

¿La solución es dejar a países pobres sin capital humano?

Si hacemos caso a las consignas que lleva emitiendo la izquierda desde hace muchos años, la solución a este problema -dicen- sería traer millones de inmigrantes. El año pasado ya apunté aquí los inconvenientes de este plan. El primero que se podría alegar es de tipo ético, ya que le receta progre consiste en desvestir a un santo para vestir a otro: quieren quitarle a los países de origen de los inmigrantes el capital humano necesario para prosperar, a fin de intentar salvar a un Occidente en decadencia. Y lo más curioso es que todo el que pone objeciones a un plan de ingeniería social de esta naturaleza es tachado de xenófobo y racista. A esto hay que añadir los problemas de integración de esos inmigrantes, especialmente de los que vienen de un entorno muy cultural muy diferente al nuestro. Esos problemas ya están generando guetos en varios países de Europa, pero a nuestros políticos eso no parece preocuparles eso (con honrosas excepciones).

La natalidad se desploma también entre las madres extranjeras

Otro problema que apunté el año pasado es el referente a un hecho que ya señalaban entonces los datos del INE, y es que se está registrando entre las mujeres inmigrantes el mismo fenómeno que entre las españolas: a medida que aumenta el nivel de vida, desciende la natalidad. El informe publicado hoy por el INE reafirma esta tendencia. En 2008 el número de hijos por mujer en España era de 1,36 por cada española y de 1,83 por cada extranjera (recordemos que el relevo generacional sólo está garantizado con una media de 2,1 hijos por mujer). Los datos provisionales correspondiente a 2018 rebajan esas cifras a 1,19 hijos por cada española y 1,63 por cada extranjera. Obsérvese que ha habido una caída más pronunciada entre las extranjeras de (0,2 puntos) que entre las españolas (0,17). Ya advertí el año pasado que la entrada masiva de inmigrantes sólo sirve para aplazar el problema demográfico que sufre España: no es la solución.

Los políticos españoles siguen haciendo oídos sordos a todos los avisos

Con las cifras que acabamos de ver, el sistema público de pensiones que tenemos en España no es sostenible. Eb 2011 la consultora PwC publicó un informe (ver PDF) que advertía que "el sistema público de pensiones podría ser deficitario a partir del año 2025", y que la solución era pasar "de un sistema de reparto a uno de capitalización, donde las prestaciones a cobrar se corresponden con el capital acumulado por cada trabajador en su cuenta particular a través de la realización de aportaciones (cotizaciones) prefijadas". No se le hizo ni puñetero caso. Así mismo, y en vista de los preocupantes datos demográficos que registra España, en 2015 el Instituto de Política Familiar publicó otro informe (ver PDF) en el que proponía "campañas de sensibilización social, concienciación y de promoción de la importancia de la maternidad y la paternidad, la natalidad y el embarazo". Tampoco se le hizo ni puñetero caso. En lugar de promover la natalidad -algo que ya es cuestión de supervivencia como país-, los gobiernos del PP y del PSOE han seguido subvencionando el aborto y dejando en la estacada a las madres embarazadas que desean tener a sus hijos.

La natalidad no cae por razones económicas: es un problema cultural

Hay que decir que, contra lo que piensan algunos, no existen motivos para concluir que en España nazcan menos niños por motivos económicos. Es un mito que debemos descartar de una vez por todas, porque sólo sirve para engañarnos a nosotros mismos como sociedad. La España de nuestros abuelos y de nuestros padres era menos rica que la actual pero tenía más niños. Otros países mucho más pobres que España tienen índices de natalidad mucho mayores que el nuestro. No estamos ante un problema económico, sino cultural. Nos han inoculado durante décadas todo tipo de ideas antinatalistas: que los hijos son un estorbo, que abortar es un "derecho", que ser madre es una forma de opresión, e incluso se ha llegado a acusar a las familias con hijos de provocar el cambio climático. La paradoja es que en España ya hay más mascotas que niños menores de 15 años. Deberíamos tener unas administraciones públicas y unos medios de comunicación que -aunque sólo fuese por responsabilidad- nos recordasen con frecuencia los numerosos beneficios de tener hijos, incluyendo algo tan básico como que tu mascota de hoy no va a cuidar de ti cuando seas viejo, porque seguramente ya se habrá muerto. En lugar de eso tenemos políticos y periodistas progres que no dejan de intentar contagiarnos su fobia por los niños, contribuyendo así a nuestro suicidio como país y como sociedad. ¡Basta ya!

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Comentarios:

  1. Luis Carlos

    Antes los ideales eran el santo, el erudito/intelectual o el patriarca/matriarca que guiaba a la familia, o a la comunidad, con su sabiduría, pero después estos han sido reemplazados por el cínico y el bohemio. Las telecomedias actuales como «la que se avecina» presentan a la figura de los padres como unos patéticos pringados que tienen que soportar ciertas penalidades por los renacuajos. Nos desaniman a tener hijos, perpetuar los genes, y a los adolescentes en vez de enseñarles a valerse por si mismos, enfrentarse a la adversidad, ser responsables de sus actos, tener autocontrol, fuerza de voluntad y capacidad de sacrificio les animan a disfrutar de los placeres de la vida, para convertirse en unos hedonistas como los zagales juerguistas que en las pelis de terror caen como moscas sin que el espectador sienta mucha pena por ellos. No les dicen que un adolescente que sólo piensa de divertirse y que no tiene nada más en la cabeza es algo realmente muy triste y patético. Presumirán de vida sexual, pero eso da igual cuando te enfrentas al sufrimiento, la vejez y la muerte, y entonces te preguntas qué legado dejas para las nuevas generaciones.

    ¿Qué quieren? Imponer algo como la película de «Idiocracia», una selección antinatural para que los más inteligentes tengan menos hijos, y por tanto los trabajos con mayor cualificados puedan convertirse en algo así como un monopolio para determinadas familias. Las élites podrían controlar a las masas porque los mayores cargos serían para sólo unos pocos.

  2. Lorenzo

    Es cierto que la caída de los nacimientos se debe sobre todo a un problema cultural, pero tampoco hay que desdeñar el factor económico.
    Hungría parece que está remontando gracias a las ayudas económicas.

  3. El caso de Hungría es digno de elogio, desde luego. Es un ejemplo de un gobierno comprometido con la promoción de la natalidad. Pero desde luego, sólo con ayudas Hungría no conseguiría nada: promover un discurso favorable a la natalidad ha sido determinante. Chapó por Viktor Orbán.

  4. Luna

    Antes decían lo hyppies que estaban «en contra de la sociedad de consumo, que nos aliena». Y era un mantra que repetían una y otra vez, que se usaba para todo y casi ya como salutación. Yo me decía que eran unos pesados, que no sabían hablar de otra cosa y tal y tal. Pero es que no ha mucho tuvimos un «revival» de Mayo del 68 con los Indignados, se repitieron los mismos mantras y en lugar de cambiar algo, ha empeorado mucho.

    Porque lo cierto es que la sociedad de consumo nos aliena hoy en día, aunque tenga que darles la razón a los melenudos de las flores y los porros. El trabajo ha pasado de ser un modus vivendi y el servicio a una vocación a un modus progressio, en donde sólo se esperan mayores comodidades. La familia estuvo basada en el amor y un esfuerzo conjunto, ahora es una especie de convenio, muy marcado por la idea de contrato social.

    El problema es de tipo paradójico: Somos infelices por pretender demasiado la felicidad, todo son planes y estrategias para abordarla de una manera muy artificial, y quizá en donde no está. Os voy a poner un ejemplo que lo ilustra todo: Somos nueve hermanos (antes diez, uno murió. Mi madre enviudó y le costó mucho sacarnos adelante, a veces lo que no puede imaginarse. Había días en que decía que «no tenía hambre» y no había manera de que comiera, pero eran esos en que el reparto de la comida quedaba muy justo. Y tardé años en darme cuenta. Naturalmente, aprecié este sacrificio que pasaba porque a nosotros no nos faltara lo nuestro, es una muestra de amor que no se ve en un regalo carísimo, ¿Cómo no iba a ser feliz?.

    Con los años ha cambiado mucho mi situación económica y no tengo que preocuparme en ese sentido, pero como me di cuenta de esto, vivimos con bastante sobriedad (Excepción hecha de mi colección de estilográficas, bastante «lujuriosa»)y en sobriedad estoy educando a mi hija. Y funciona: Veo que cuando le compro alguna chuchería como excepción es una gran fiesta para ella.

    Creo que planeamos demasiado -y demasiado mal- para que «no nos falte <>nada» y que entonces lo que nos falta es vivir. Muchos se gastan en las vacaciones lo que haría falta para un colegio mejor y luego creen que no pueden pagarlo.

  5. Luna

    Y luego viene la otra parte, la cultural y social. Todo esto nos llegó con lo que llaman la «cultura del ocio», cuando las jornadas laborales se redujeron a ocho horas, aumentaron los espectáculos y los medios de comunicación ganaron auge.

    Hasta la llegada de la televisión, el lenguaje hablado era el más importante, estaban la radio y la prensa, pero una nos hablaba y la otra se leía menos, ocupaba sólo un rato del día. Y se leía en el bar, a los dos minutos estaban hablando de fútbol y tomando cañas.

    Normal, atendíamos más a lo que decían los amigos, nos explicábamos qué es un delco en lugar de mirar una web sobre estos chismes… Dominábamos más nuestros intereses y hacia dónde llevar las conversaciones, éramos jinetes de nuestra relación social. Pero con la TV y la llegada de internet, nos «pusimos al día» (qué horror, nos «aggiornamos»). Y esta puesta al día supuso una cuña en que la ingeniería social logró sustituir nuestros intereses por los generales, aunque llegamos a creer que no era así, sino la unión de intereses personales en un inmenso colectivo.

    Pero es que después del «aggiornamento» (dicho sea con un poco de ironía, porque la palabra suena anacrónica hoy) llegaron las modas. Y ahora es necesario tener dioses hindús, cantos rodaos y una coleta en la cabeza.

    Hablemos claro: Nos hemos vuelto ridículos, la quinoa no es más importante que un hermano (ni mejor para vivir). «Ser o parecer: he aquí la cuestión».

  6. Huichi lobos

    Elentir: en el tema migratorio, te dejas una derivada importante: el mantra progre establece que nos traigamos a los más fuertes y que compensemos a los que se quedan a base de caridad. Ese es el porvenir que la progresía impone al tercer mundo.

    De acuerdo con lo que dice Luna, pero más que ingeniería social yo lo llamaría evolución. Yo trabajé en casa y estudié al mismo tiempo desde los 15, y hoy hay muchos que con 25 no saben qué es una nómina. Pienso que el proceso se revertirá en alguna generación futura, ya que el sistema tiene que tener un límite, pero de momento va en ese sentido.

  7. Luis Recinos

    De acuerdo con los datos de España. El asunto, sin embargo, es que el problema no está limitado a España. Según Douglas Murray. el fenómeno está bastante generalizado, tal cual lo plantea en su libro The Strange Death of Europe, lo cual no es ningún consuelo sino que, al contrario, apunta a un problema mucho mayor que no puede ser explicado sólo en términos económicos. Y quien dice «cultura», está haciendo referencia un problema multivariado, sumamente complejo. Pero al final, falta de «voluntad política» o de «intereses políticos» puntuales.

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