Así es como honraron nuestros militares a los muertos por coronavirus en el Palacio de Hielo

Las altas cifras de fallecidos a causa de la pandemia de coronavirus obligaron a habilitar el Palacio de Hielo de Madrid como una morgue, siendo gestionada por militares.

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Ese recinto empezó a recibir los cuerpos de los fallecidos el 23 de marzo. Esta morgue fue clausurada el 22 de abril, después de que recibiese 1.146 cadáveres. Detrás de cada cuerpo hay una vida y una familia que no pudo despedirse de sus seres queridos, ya que eran enviados a la morgue directamente desde los hospitales en los que morían. Los fallecidos no son meras estadísticas. Precisamente, nuestras Fuerzas Armadas destacan por su cuidado a la hora de rendir honores a sus caídos, y en este caso también lo han demostrado.

Comandante Corrochano: "Cada persona, para nosotros, era especial"

El lunes, el digital El Español publicaba unas declaraciones del Comandante José Martín Corrochano, de 57 años -36 de los cuales los ha pasado sirviendo en las Fuerzas Armadas- y miembro más veterano de la Unidad Militar de Emergencias (UME), dentro de la cual forma parte del Regimiento de Apoyo e Intervención en Emergencias (RAIEM), con base en Torrejón de Ardoz. Corrochano comenta que muchas veces la jornada de sus compañeros y él empezó a las seis de la mañana y terminó a las 4 de la madrugada. Reconoce que esta misión ha tenido un impacto psicológico en sus hombres, pero no querían mecanizarla: "Cada persona, para nosotros, era especial".

"Los soldados siempre lo han sentido como si fueran compañeros caídos"

Siguiendo las mejores tradiciones castrenses, el Comandante Corrochano fue el primer militar en entrar y el último en abandonar esa morgue. Mientras la morgue estuvo activa, el Comandante tuvo a su cargo a 150 seleccionados de distintas unidades de la UME, además de miembros del Ejército de Tierra y bomberos. En una entrevista en Nius Diario, el Comandante Corrochano explica el trato dispensado por los militares a todos los fallecidos: "los soldados siempre lo han sentido como si fueran compañeros caídos, uno de los nuestros. Ellos mismos lo decían. No se sí es un mecanismo de defensa pero eso les obligaba a tratarlos con más cuidado, con cariño". Reconoce que "este último mes he llorado más veces que en el resto de mi vida, por gente que no conocía".

Una oración por cada fallecido

Sobre cada persona fallecida que ha pasado por la morgue, el Comandante Corrochano comenta: "Yo soy una persona religiosa, así que cada noche, al terminar, en mis oraciones pronunciaba el nombre de algunos de ellos. No los recuerdo todos, evidentemente, pero alguno siempre me venía a la cabeza. Es el mensaje que quiero transmitir a los familiares. Tienen que saber que los suyos no han estado solos". Señala, además, que ha leído los nombres de todas las víctimas que han trasladado y "he guardado respeto por cada una, al menos unos instantes". Además, señala: "yo he podido ver a soldados acercarse a los féretros, leer el nombre y santiguarse o quedarse un rato pensando, todos tienen sus cosillas". Muchas gracias al Comandante Corrochano y a sus soldados por esta difícil tarea que han desempeñado con tanto cuidado. Ojalá su respetuosa labor sirva de consuelo, al menos, para las familias que no pudieron despedirse de sus muertos. Descansen en paz.

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Foto principal: Unidad Militar de Emergencias.