La aparición de los vehículos acorazados en los campos de batalla en la Primera Guerra Mundial presentó un rato para muchos ejércitos. ¿Cómo destruirlos?
Ya al final de la Primera Guerra Mundial apareció el primer fusil antitanque: el alemán Mauser 1918 T-Gewehr. El inconveniente es que estas armas no tenían la suficiente potencia para penetrar las mejores corazas. También empezaron a aparecer cañones especializados en combatir a los carros de combate, pero a pesar de que algunos eran de pequeño tamaño, tenían el inconveniente de su movilidad. En la Segunda Guerra Mundial apareció la más célebre de las armas antitanque portátiles: el lanzacohetes Bazooka estadounidense y su rival alemán, el Panzerschreck, así como los lanzagrandas PIAT británico (que a menudo suponía un peligro para sus propios usuarios) y Panzerfaust alemán.
En la postguerra los lanzacohetes antitanque fueron evolucionando, con diseños tan destacados como los RPG soviéticos (que incluso ha demostrado ser un arma eficaz contra helicópteros) y el M-72 LAW estadounidense de un solo uso, así como modelos más pesados como el Milan francoalemán y el BGM-71 TOW, hasta llegar a armas más modernas y eficaces como el FGM-148 Javelin y el Spike israelí, este último utilizado por las Fuerzas Armadas Españolas.
El canal de Youtube Armapedia (al que os recomiendo suscribiros) publicó anteayer un interesante reportaje en el que explica los orígenes de estas armas y su evolución hasta la actualidad, así como su funcionamiento:
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